domingo, 29 de abril de 2012

Melquisedec: ¿Humano o Divino?


¿Quién es Melquisedec? Se lo describe como "sin padre, sin madre, sin genealogía; que no tiene principio de días ni fin de vida" (Heb. 7:3). ¿Será que estas características hacen del él un ser divino?

      A esta pregunta le han dado varias respuestas. Siendo que el Antiguo Testamento menciona a Melquisedec sólo en dos ocasiones (Génesis 14:18-20; Salmo 110:4), esto ha generado especulaciones acerca del personaje y su misión. Entre los rollos encontrados en Qumram, hay uno acerca de Melquisedec (primer siglo antes o después de Cristo) en el cual se lo describe como un ser celestial, un guerrero quien vence a Belial en la postrer batalla.
      Con relación a este asunto, entre los cristianos el tema también se ha prestado para la especulación. En efecto, al comienzo de la era cristiana hubo sectas que llevaron ese nombre. Se caracterizaron por enseñar que Cristo fue inferior a Melquisedec, a quien consideraban sacerdote para los ángeles y otros seres celestiales. En los escritos judíos lo identificaron con Sem, uno de los hijos de Noé. Una especulación de esta naturaleza está ausente de la epístola a los Hebreos.
      1) Función de Melquisedec en Hebreos. El propósito del apóstol es demostrar que el sacerdocio de Cristo es superior al de Aarón. En el argumento, el sacerdocio de Melquisedec llega a ser muy importante, por cuanto Cristo no pertenece a la descendencia de la tribu de Leví y, en consecuencia, de acuerdo con la ley, no podría haber desempeñado funciones sacerdotales. La Biblia destaca un sacerdocio que no se basa en la genealogía. El Salmo 110:4 predice que el sacerdocio aarónico sería reemplazado por el eterno sacerdocio de Melquisedec en la persona del Mesías.

      2) Melquisedec, una figura histórica. Con claridad, el apóstol ve a Melquisedec como una persona que vivió durante el tiempo de Abram. En Hebreos 7:1 figura como el rey de Salem, nombre antiguo de la ciudad de Jerusalén (Sal. 76:2), y también fue sacerdote. Se encontró con Abram después una victoriosa batalla, lo bendijo, y éste le dio los diezmos (Heb. 7:2). Entonces, el apóstol procede a argumentar que el sacerdocio de Melquisedec es superior al de Aarón por cuanto Melquisedec bendijo a Abram (El que "bendice" es superior al que es "bendecido").

      3) Un ser divino. En primer lugar, la frase "sin padre y sin madre" fue utilizada por los griegos para referirse a los dioses, con lo cual sugiere que Melquisedec debe haber sido un ser divino. Sin embargo, esta frase también se la utilizó para describir la orfandad, al hijo ilegítimo o también a la persona cuyo origen era desconocido. Por esto, dicha frase no basta para probar que Melquisedec era divino.
      En segundo lugar, es probable que al ir acompañada por la expresión "sin genealogía", el apóstol estuviera aclarando lo que tenía en mente al expresar "sin padre y sin madre", razón por la cual no contamos con el registro genealógico correspondiente. La conclusión se desprende del hecho que no existe la información respectiva, lo que por cierto dificulta la identificación. Melquisedec "ni tiene principio de días, ni fin de vida". Es evidente que no se trata de un ser humano cualquiera.
      Tercero, el dilema se lo puede dilucidar si se analiza la última parte de Hebreos 7:3: "Semejante al Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre". Una traducción más literal sería "Pero siendo hecho semejante/similar al Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre/perpetuamente". Se añade esta frase para calificar la afirmación "que ni tiene principio de días, ni fin de vida". Él no es eterno por derecho propio, pero en la descripción Melquisedec es hecho un parangón del Hijo de Dios, el único cuyo sacerdocio es realmente eterno. Melquisedec es semejante a Cristo en el sentido que la Escritura no proporciona ningún registro ya sea de su nacimiento, su genealogía o de su muerte. La falta de estos datos en el registro bíblico es utilizada por el apóstol para plantear una semejanza o paralelo entre Melquisedec y Jesús, quien es realmente eterno.

      De este modo, el sacerdote y rey de Salem llega a constituirse en símbolo del verdadero sacerdote, el Hijo de Dios, quien es el originador del sacerdocio eterno que no está encuadrado por parámetros genealógicos. El apóstol interpreta el sacerdocio de Melquisedec en función del anuncio del sacerdocio eterno del Mesías que figura en Salmo 110:4 y por el hecho de que Cristo es el cumplimiento de las profecías mesiánicas. Melquisedec fue una figura histórica anticipada destinada a presentar el verdadero sumo sacerdote celestial, el Hijo de Dios.

Dr. Ángel Manuel Rodríguez


martes, 10 de abril de 2012

El significado de la adoración



Uno de los temas que ha despertado mayor controversia dentro del seno de la Iglesia Adventista del Séptimo Día es el de la adoración. Existen diferencias mayormente sobre qué estilo de música debe ser presentada en un servicio de adoración y sobre la respuesta de los adoradores. 

Lo más notable es que muchas veces cometemos un claro error conceptual al definir el significado e importancia del término adoración, propiamente dicho.

ADORACIÓN es un estilo de vida: 
Comenzaremos por definir el término adoración de acuerdo a la enciclopedia Wikipedia(1): la adoración consiste en rendir culto o reverencia a un ser u otro objeto que se considera divino. 

Es decir que la adoración es la actitud o la intención interna del corazón del hombre, entendiéndose esto en muchas religiones como obediencia a los dioses, o el servir a un Dios, “hacer la voluntad” de la divinidad cumpliendo determinados preceptos. 

Antiguamente, adorar una divinidad (aceptar una religión) significaba “aceptar un modo de vida”. La religión marcaba los límites cosmológicos, sociales e ideológicos; guiaba el comportamiento de cada cultura. 

La adoración verdadera es un estilo de vida, no un evento o una actividad. En síntesis, implica que la forma de vida debe estar 'regida' por los preceptos de la deidad. Comúnmente a la adoración religiosa se le llama también culto

Ahora bien, si como acabamos de ver la adoración es un estilo de vida, una elección, y no una mera actividad privada de nuestros sentimientos, ¿como podríamos decir que funciona? 

ADORACIÓN es una relación: 
Carson(2) asegura que la adoración es una respuesta activa a Dios, no pasiva más bien participativa, no un sentimiento sino más bien una declaración. Él también presenta la idea de que adoración tiene que ver con una relación con Dios. Es decir entre Dios y sus criaturas. En otras palabras, cuando hablamos de adoración no lo hacemos de sus elementos constitutivos, sino más bien del compañerismo con Dios que hace que esos elementos sean posibles. 

En este mismo orden Robert Webber(3) presenta ocho principios de adoración: 

1- La adoración celebra a Cristo. El fundamento de nuestra adoración es proclamar a Cristo delante del mundo, destacando su obra redentora en la cruz por la humanidad. 

2- La adoración habla y actúa fuera del culto. Es decir que la adoración es una relación con Dios que va más allá de un determinado tiempo de culto. 

3- En la adoración Dios habla y actúa. Él se expresa a través de nuestra adoración. 

4- Adoración es un acto de comunicación. Ésta ocurre entre el adorador y Dios; se trata de una experiencia que confirma la fe de la gente en Dios y construye la comunidad de Dios. 

5- En la adoración nosotros respondemos a Dios y a los demás. Así, la adoración está basada en proclamación y respuesta. Es la respuesta a lo que Dios hace por nosotros. 

6- La adoración debe ser visible. La adoración, al ser activa, demuestra al mundo entero lo que el adorador proclama. 

7- Toda la creación disfruta adorando. Este principio presenta cómo el Espíritu de Dios y la persona se encuentran en la adoración utilizando diversos caminos, como por ejemplo la naturaleza. 

8- La adoración es un camino de vida. Este principio nos indica claramente que la adoración no termina con la oración final del culto, sino mas bien nuestra adoración debiera ser un estilo de vida, así adoraríamos y serviríamos a Dios en nuestros trabajos, familias y en todas nuestras relaciones. 

Siguiendo en la misma línea de pensamiento, Eleanor Kreider(4) analiza la adoración como algo personal. Si bien también es teológica, práctica y social, pero más allá de todo, ella ve a la adoración como una relación entre la persona y Dios. Para que exista una relación, debe haber una reunión. La pregunta es cómo y dónde puede ser ese encuentro. Si la persona está dispuesta a ver, puede encontrarse con Dios en diferentes circunstancias, como por ejemplo un hermoso atardecer, en la provisión de seguridad de nuestras vidas cada día, en la música, en la amistad. Entonces la adoración consiste en esa reunión, donde se establece la relación que hace captar la visión de Dios, su carácter y que finalmente reflejemos su amor y sus propósitos. 

Norval Pease(5) asegura que en el estudio de la adoración pública el mejor libro es la Biblia, ya que ella está saturada del espíritu de la adoración y está llena de ejemplos de cómo cantar y orar a Dios. Desde Génesis se presenta la razón básica para adorar: Dios es nuestro Creador y nosotros somos sus criaturas. Dios intenta que esta relación sea recordada y por eso establece el sábado como un recordatorio semanal. El primer símbolo de la adoración no fue una roca, un árbol, un edificio o un altar, sino fue un tiempo de 24 horas cada siete días, donde el hombre, la criatura, pudiera estar en perfecta comunión con Dios. Es por eso que esta relación debe ser cercana y la adoración personal. 

William Roy McNutt(6) nos asegura que esencialmente la adoración es un tipo de actividad interior del hombre, es la renovación de nuestra esperanza en la vida con Dios. Este método es esencialmente el desviar nuestros ojos de las distracciones de la vida y del caos reinante a nuestro alrededor. La adoración revela una relación con Dios en todo momento, si Dios no llegara a estar presente no sería una adoración verdadera. 

Como podemos ver hay una conexión de pensamiento entre los diferentes autores en presentar a la adoración como relación, es por eso que Segler(7) presenta a la adoración como la respuesta humana al ofrecimiento mismo de Dios mediante un compañerismo. No es un invento humano, sino que es esa oferta de Dios al hombre. 

En el marco de esa relación, adoramos para que nuestra conciencia se llene de la santidad de Dios, nuestra mente de la verdad divina, la imaginación de la belleza de Dios, para que nuestro corazón se abra al amor de Dios, y tengamos devoción a los propósitos divinos. La adoración cristiana no acepta definición, sino más bien solamente puede ser una experiencia vivida. 

ADORACIÓN es enfocarse en Dios: 
La verdadera adoración está centrada en Dios. Generalmente, la gente tiende a enfocarse en dónde deben adorar, qué música deben cantar en la adoración, y cómo luce la adoración a otras personas. Enfocarse en éstas cosas hace que perdamos completamente lo esencial. Jesús nos dice que los verdaderos adoradores, adorarán a Dios en espíritu y en verdad (Juan 4:24). Esto significa que adoramos con un corazón transparente. La adoración puede incluir la oración, el leer la Palabra de Dios con un corazón abierto, cantar, participar en la comunión, y servir a otros. No está limitada a una sola acción, pero se hace apropiadamente cuando el corazón y la actitud de la persona están enfocadas en Dios. La verdadera adoración no está confinada a cantar en la iglesia o a la abierta alabanza (aunque estas cosas son buenas y en la Biblia se nos recomienda hacerlas), sino es el sincero reconocimiento de Dios y de todo su poder y gloria en las cosas que hacemos, de modo que él sea el centro en todo. 

Asimismo Bernard Scham(8) establece una comparación entre la adoración de los creyentes y los no creyentes; para estos últimos es una derivación de experiencias motivadas por sentimientos e imaginación humana, generalmente su adoración es un mero acto religioso nominal. En cambio para los creyentes la adoración está centrada en Dios, el Ser reverenciado es quien se revela al hombre a través de su amor y su bondad haciendo así de la adoración un acto de fe. La religión no requiere conocimiento o experiencia con Dios, es solo una expresión de sentimientos humanos. En cambio la fe demanda conocimiento de los propósitos de Dios y una experiencia genuina. 

ADORACIÓN es responder a su amor con su amor: 
En el mismo sentido, Jack Moraine(9) afirma que el enfoque de toda la Biblia es la adoración, al menos es uno de los temas principales. La adoración está presente desde Génesis hasta Apocalipsis, desde el jardín del Edén hasta el acto que determinará nuestro destino final. Cuando adoramos a Dios reconocemos y declaramos su amor. Las palabras principales de la Biblia traducidas como adoración ("saha" en el hebreo, "proskuneo" en el griego) enfatizan el acto de postrarse en reverencia. Asimismo afirma que muchas veces la mayoría de nosotros relacionamos la palabra adoración con las cosas que hacemos en una reunión de la iglesia y en nuestros momentos de adoración personal y privada. Estas actividades, como la oración, la alabanza, el cantar, dar gracias, arrodillarnos, etc., son algunas de las maneras de ofrecernos o presentarnos a Dios. Entonces el acto de adorar está relacionado con una ofrenda de adoración: nos ofrecemos nosotros mismos a Dios y nos ponemos a su disposición. En un contexto más amplio, la adoración implica la manera en que hablamos, en que nos movemos, en que nos comportamos, es decir nuestra forma de vivir. 

A su vez James Torrance(10) declara que Dios hizo a todas las criaturas por el poder de su gloria, pero que al hombre además lo formó a su imagen como corona de la creación, con un conocimiento de Dios que no está presente en los otros seres creados, y para que a través de sus labios adore a Dios como reconocimiento del gran amor del Creador. 

Podemos destacar también las palabras de Reggie Kidd(11) quien nos dice que la adoración es el lenguaje con el que reconocemos y brindamos nuestro amor al Creador, es la manera en cómo expresamos nuestros afectos más profundos, el medio por el cual le dedicamos a Dios nuestra obediencia. Según Reggie la Biblia es una biografía de la adoración en la iglesia. La adoración marcaba en Israel el momento de mayor relación entre el pueblo y Dios, entre Israel y su redentor. 

Evelyn Underhill(12), siguiendo con la misma línea de pensamiento asegura que la adoración es la respuesta de las criaturas creadas al Eterno, del hombre finito al Dios Infinito, una relación que va mas allá del miedo y una reverencia obligada, una relación que está basada en el amor. También asegura que la adoración es necesaria para neutralizar el antropocentrismo de la mente humana, y acercarnos en una forma más sobrenatural al Creador. 

Kevin Navarro(13) analiza Romanos capitulo 1 sosteniendo que Dios es el Creador del universo, y que como tal debe recibir adoración; el problema, según Navarro, es que no siempre hemos adorado al Creador sino que hemos adorado su creación, y hasta que no reconozcamos cuan falsa es esta adoración nunca podremos realizar nuestro propósito en nuestras vidas. Todos nosotros somos adoradores, la pregunta es qué estamos adorando. Cuando nosotros adoramos algo fuera de Dios nuestra gratitud es desviada. Y el más elevado objeto de nuestra gratitud se transforma en objeto de nuestra adoración. Sin embargo el objeto de nuestra gratitud llega a ser el objeto de nuestro servicio, desde que inevitablemente servimos a alguien o cualquier cosa pensamos que eso va a llenar nuestras necesidades (Mateo 6: 24). Por esto es que en Romanos 1: 25 adoración y servicio están relacionados. El objetivo de nuestra adoración siempre viene a ser el maestro de nuestra conducta. Esta es una ley de naturaleza humana, Dios nos creó para adorarlo y vivir por él. El pecado de la idolatría, sea en el tiempo antiguo o en el moderno, es adorarnos a nosotros mismos; viene a ser lo mismo que adorar y servir a la criatura en lugar de hacerlo al Creador, inversamente a lo que sería en sí la verdadera adoración. 

Donald Hustad(14) parte claro de que el concepto de adoración no es otro que el de un encuentro relacional entre Dios y el hombre. Donald sostiene que si la adoración es la actividad más importante de la vida humana, como todos los cristianos así lo creemos, no deberíamos esperar poder definirla en pocas palabras. Para eso cita a Martin Buber, un reciente filosofo judío quien sostiene que la esencia de la religión es la relación, por lo que es correcto decir que la adoración es la expresión de la relación del cristiano con Dios. Por otro lado afirma que la adoración es una respuesta que expresa maravilla ante el Dios trascendente, amor sencillo y desbordante del Dios inmanente revelado en Cristo. Según Donald adorar es pensar en Dios y conversar con él, adorar es predicar las buenas nuevas de Dios y ministrar en el nombre de Cristo a una humanidad hambrienta y lastimada. Adorar es servir a Dios como banquero, ranchero o ingeniero, y también como diácono o anciano de iglesia, como maestro de escuela sabática o como integrante del coro, o como jugador de un equipo de fútbol; es decir, en todo.

ADORACIÓN es atribución de gloria: 
Para adorar verdaderamente a Dios, debemos conocerlo y no ser ignorantes de su naturaleza buena y gloriosa (Hechos 17:23). En resumen, adorar es glorificar y exaltar a Dios; demostrar nuestra lealtad y admiración a nuestro Padre Celestial. 

Hablando de una relación cercana y de confianza, Raymond Abba(15) indica que en la misma medida que reconocemos a alguien cuando hizo algo bueno, o algo que haya sido de nuestro agrado, como por ejemplo cuando su esposa cocina algo especial, de la misma manera es la adoración a nuestro Dios, reconociéndolo como un ser supremo, también afirma que la adoración es la única y suficiente evidencia de estar viviendo la religión, por lo que entendemos claramente una vez más que la adoración pasa a ser una forma de vida permaneciendo cerca de Dios y reconociendo su gloria. 

David Peterson(16) se pregunta ¿qué es realmente adoración? En cada día que pasa escuchamos que el término adoración es usualmente identificado con ciertas actividades públicas religiosas, así como también algunas dentro del templo, particularmente cantar himnos, decir oraciones, escuchar oraciones o participar en ritos especiales de la iglesia. La Escritura indica en varios caminos que una genuina relación con Dios puede llegar a ser grandiosa en la vida personal de oración y alabanza. La pregunta que surge al ver estas definiciones es la siguiente: ¿es la adoración esencialmente una experiencia o un sentimiento? ¿Está identificado con un especial sentido de la presencia de Dios o con algún tipo de éxtasis religioso? 

Un comienzo tradicional en la definición de adoración sería la observación del vocablo en ingles, "Worship", que significa atribuir toda la gloria… afirma Peterson, por lo que sugiere como adoración de Dios, reconocer y atribuir toda la gloria a Dios. Según el autor, el tema de la adoración es central y significante en toda la Biblia, está presente desde Génesis hasta Apocalipsis. 

ADORACIÓN es un encuentro: 
Tomas Recalde(17) menciona que al principio Dios tenía una estrecha relación con sus criaturas. Adán y Eva tenían el privilegio del diálogo cara a cara con Dios, pero rotas las relaciones a causa del pecado, el hombre necesita experimentar un encuentro con Dios, un encuentro primero y un encuentro diario permanente. ¿Cómo se concreta esta entrega, este encuentro en el diario vivir, si la tibieza del formalismo rodea la vida del hombre? ¿cómo se rompe este formalismo? El hombre necesita compartir los problemas más íntimos y secretos del alma, pero cómo lo logra. A través del estudio de la Biblia se encuentra que el hombre tiene un solo camino, la adoración privada, es decir una adoración personal, una meditación privada, oración privada. El encuentro privado con su Creador. El hombre no logrará tal experiencia por la vía de la adoración pública, la calidad de ésta depende del encuentro personal a través de una adoración privada. Recalde continúa afirmando que desde el principio mismo de la existencia del hombre, este fue iniciado en la vida con el deseo y la necesidad de adorar. Aun en su estado original de perfección el hombre necesitaba un encuentro diario con su Creador y Dios respondía a esta necesidad descendiendo en el tiempo y espacio del hombre. Dios tenía un encuentro vespertino con su criatura, un encuentro de adoración y meditación. Estas visitas periódicas evidencian un encuentro permanente de parte de Dios con la primera pareja, eran encuentros de adoración e íntima comunión. El Edén paralelamente era el hogar de la pareja y un santuario de adoración a Dios. El hombre no tiene otra manera de practicar la entrega de la vida a Dios sino por medio de un culto y adoración personal y privada. La calidad del culto que el hombre practica públicamente depende de lo que ofrece íntimamente a su Dios. Nuestra primera tarea al inicio de cada día debe ser adorar, experimentar y manifestar gratitud y entrega al Señor. Un ejemplo de alguien que fue instruido desde su niñez a las cosas de Dios e iniciado en la adoración a su Creador es el de Enoc, quien en su caminar con Dios mostró una vivencia de adoración diaria en su vida. 

ADORACIÓN es obediencia: 
Para Russell Burrill(18) la verdadera adoración se define como obediencia a Cristo en cada acto de la vida, la adoración no es algo que la gente haga una vez a la semana el sábado de mañana sino una actividad en la que la gente está comprometida durante toda la semana. La adoración es la vida de obediencia que la gente vive por el Maestro. Pablo da detalles sobre esta teología de adoración: "Por lo tanto hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, les ruego que cada uno de ustedes, en adoración espiritual ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios", (Romanos12:1). Aquí Pablo declara que toda la vida es adoración. Es el ministerio que los cristianos individuales hacen por el Maestro en armonía con sus dones espirituales. Por lo tanto según Pablo, la iglesia no se reúne para adorar a Dios, sino que adora a Dios en todo lo que hace. Esto no significa que la gente no adora cuando va a la iglesia. Sino que adoran allí solo porque esto es parte de su vida. Por consiguiente es un nombre poco apropiado referirse a la principal actividad de la iglesia como servicio de adoración, tal concepto lo distorsiona y lo reduce a una actividad solamente, y de aspecto semanal. Esta idea proviene de la Edad Media, época en que la apostasía entró a la iglesia circunscribiendo la adoración a un acto semanal dejando de lado su verdadero significado que proviene de una obediencia de vida. 

Según la investigación sobre adoración realizada por Teresa Berger(19), el término es utilizado por Pablo en Romanos capitulo 1 como la respuesta humana ofrecida a Dios por su grandeza, poder y divinidad. 

Grey Morris(20) afirma que la adoración es un deber pero también un privilegio que está en cada hombre. Esta adoración está basada en el hecho de que Dios es el Creador del cielo, la tierra y todo lo que en ellos hay. Él extiende la invitación a que todos lo adoren. Este llamado a la adoración comienza en Génesis y se repite en toda la Biblia. Algunos de los puntos que sobresalen en la adoración son: oración, testificación, cantos, predicación, lectura de la Biblia. Todo esto puede ser de forma pública o privada. 

ADORACIÓN es una respuesta: 
Según James White(21) es difícil definir la expresión adoración. ¿Qué distingue a la adoración de otras actividades realizadas por el hombre? ¿Qué define nuestra adoración? ¿Qué es adoración cristiana? Nuestra cultura está llena de otros tipos de adoración. Muchos en nuestro mundo practican adoración, llámense budistas, u otras religiones orientales, obviamente esa no es una adoración cristiana. Una definición de adoración según White sería que la adoración es la respuesta del hombre a la revelación de Dios. Esto es Dios se revela a la humanidad a través de Cristo Jesús y la adoración es la acción de respuesta del hombre a esa revelación de Cristo. Las palabras clave para entender la adoración son dos: revelación (divina) y respuesta (humana). 

Henry Horn(22) por su parte presenta una interesante descripción de lo que a su parecer es una gran crisis que está viviendo la adoración, una crisis que está marcada por el caos y la confusión. La pregunta es cómo adorar en medio de esta crisis utilizando los medios como comunión, oración familiar, predicación de la Palabra. La respuesta es una vez más la misma, en un mundo de crisis nuestra única alternativa y solución es la de mantener una relación estrecha con nuestro Creador, al utilizar elementos como los mencionados anteriormente podemos fortalecer esa relación y hacer que nuestra vida aun en medio de la crisis sea distintiva. 

Robert Rayburn(23) analiza la importancia de la adoración, definiéndola como una de las más importantes actividades del hombre. Él también menciona que al considerar la adoración en los cuatro evangelios sería bueno hacer mención de las palabras de Jesús en especial en el evangelio de Juan y el capítulo 4. Allí se describe el encuentro producido entre Jesús y la mujer samaritana. Rayburn se detiene en especial en el momento en que la conversación derivó en la adoración. Allí Jesús deja en claro que lo más importante no es el lugar físico donde nosotros vamos a adorar, sino más bien el espíritu mismo con el que lo adoramos. Asimismo el autor menciona Salmos 29:2 donde también se nos indica la importancia de la adoración. Allí el salmista enfatiza lo indispensable de la adoración en la vida diaria del ser humano. 

Según Jane Vann(24) en la experiencia de la adoración en la iglesia Presbiteriana de West Raleigh, el llamado a la congregación es el siguiente: 

"Así como la madre no se olvida de su niño recién nacido, así como el padre que corre a dar la bienvenida a su hijo prodigo de la misma manera Dios nos está esperando. Adoremos su nombre". 

En otro sentido la adoración no se trata solamente del canto congregacional, sino más bien en la respuesta de la congregación, eso es lo mas importante en la experiencia de la adoración así como debería ser en la nuestra. 

Es por eso que Alfred Kuen(25) investiga si la adoración es una iniciativa divina o una mera iniciativa humana. Él explica que sin la iniciativa de Dios quien se ha complacido en revelarse a un pueblo y en darle principios acerca de la adoración, nuestra adoración sería igual a la de todas las adoraciones paganas. El hombre no sabría darle una adoración verdadera a Dios si él mismo no se lo permitiera y enseñara. Dios puede ser el objeto de nuestro reconocimiento solo si primero es el Sujeto que nos da el culto. La adoración es un diálogo, pero la interpelación inicial que entabla el diálogo siempre viene de Dios. Si bien es cierto que los cultos de Israel y los de las naciones vecinas se parecían exteriormente, diferían considerablemente en sus significados. Los paganos imaginaban un culto esperando ganarse el favor de los dioses por medio de él, la adoración de los hebreos en cambio era una respuesta a lo que Dios ya había hecho por ellos. Los israelitas no debían ganarse el favor de Dios sino que simplemente reconocer que un Dios de amor les había ofrecido por su soberana iniciativa, su misericordia y su gracia. En la Biblia la acción de Dios precede siempre a la respuesta del hombre haciéndola posible. Si el Dios que adoramos es el Dios de la Biblia entonces es infinitamente grande y majestuoso, es el Creador de los cielos y la tierra, el soberano universal, el todopoderoso; es omnisciente, omnipresente, eterno, infinito e inmutable. Los teólogos reúnen todos estos atributos en el concepto de la trascendencia de Dios, queriendo expresar que Dios esta infinitamente exaltado sobre toda la creación, en su posición de Creador y Señor soberano del universo. El hecho de postrarnos delante de un Señor trascendente tiene como resultado un beneficio inestimable: la adoración nos libera de todas las tiranías, limitadas y despreciables. 

Por otro lado Jones(26) hace mención de la adoración durante el exilio, no había un templo presente para adorar, sin embargo durante esa época tanto Ezequiel como Jeremías enseñaron al pueblo acerca de la importancia de la adoración individual y de la provisión de una comunión con Dios poniendo especial énfasis en la necesidad de una devoción personal con Dios. Muchos cautivos comenzaron a pensar que siendo que el lugar de adoración regular (templo) estaba destruido y ellos en exilio sería el fin de la religión, por eso la insistencia en una relación personal, en esa época además los salmos ayudaban a los adoradores a tener un encuentro con Dios. 

ADORACIÓN y su sentido etimológico: 
Alfred Kuen(27) nos dice que en el Antiguo Testamento el término adorar está presente más de 170 veces a través de la palabra “hawah”, que significa literalmente inclinarse e incluso echarse con el rostro en el suelo delante de alguien o de una divinidad, era una señal de respeto a la autoridad. Adorar a Dios presupone reconocer su autoridad, su superioridad, inclinarse ante él, darse cuenta de la perfección de Dios. En el Nuevo Testamento el término más común al hablar de adoración es “proskuneo” que tiene el mismo significado que el vocablo hebreo. La Biblia a su vez emplea infinidad de términos que hacen referencia a lo que sentimos interiormente y a la expresión de estos sentimientos: exaltar, bendecir, gozarse en Dios, magnificar, glorificar… 

Todos los términos utilizados para la adoración o veneración de Dios implican siempre la idea de una sumisión respetuosa ante Dios, reconocido como infinitamente superior al hombre y de un servicio para Dios.

En conclusión:
Después haber recorrido diferentes posturas y de haber corroborado con varios autores y con la Biblia misma, descubrimos que existe una misma coincidencia sustancial acerca del significado de la palabra "adoración". Es abarcante. Implica toda la existencia del ser humano. Recorre desde centrarse en Dios a través de un relación personal como una respuesta de amor por su amor, hasta el servicio que le damos ofreciéndole nuestra vida entera como ofrenda embargada de gratitud por su eterna salvación. Vista así, existe una diferencia notable y marcada entre los elementos litúrgicos de la adoración, y la adoración en sí misma. Diferencia que se cristaliza en nuestras vidas y en nuestra respuesta a nuestro amante Creador. 

 

Christian Montiveros 

El autor es Licenciado en Teología, 
y colabora como uno de los administradores de HimnovaSión. 
Además de haber sido pastor de jóvenes por 10 años en Oregon, EE.UU.,
es el coordinador general de Vision Worship Ministries, 
ministerio que funciona en Oregon y abarca musica, 
predicación y oración intercesora.

Referencias:

(1) Enciclopedia Wikipedia Online,”Worship”; disponible en http://www.wikipedia.com/worship; Internet (consultada el 2 de octubre de 2011).

(2) D Carson, Worship Adoration and Action, (Michigan: Baker Book House, 1993), 13. 

(3) Robert, Webber, Worship is a Verb, (Nashville, Tennessee: Star Song Publishing Group. 1992), 15. 

(4) Eleanor Kreader, Enter His Gates, (Waterloo, Ontario: Herald Press, 1990), 21. 

(5) Norval Pease, And Worship Him, (Tennessee: Southern Publishing Association. 1967), 11. 

(6) William McNutt, Worship in the Churches, (Philadelphia: The Judson Press.1941), 20. 

(7) Franklin Segler, Christian Worship, (Nashville, Tennessee: Broadman Press. 1967), 4. 

(8) Bernard Scham, The Church at Worship, (Michigan: Baker Book House, 1962), 13. 

(9) Jack Morraine, The importance of Worship, (Gilbert, Arizona: Vineyard Christian Fellowship 1997), 1. 

(10) James Torrance, Worship Community of the Triune God of Grace, (Illinois: Intervarsity Press.1996), 13. 

(11) Reggie Kidd, With One Voice, (Grand Rapids, Michigan: BakerBooks, 2005), 14. 

(12) Evelyn Underhill, Worship, (Nueva York: Harper & Row, 1936.), 3. 

(13) Kevin Navarro, The Complete Worship Service, (Michigan, Grand Rapids: BakerBooks. 2005), 19. 

(14) Donald Hustad, ¡Regocijaos!, (Casa Bautista de Publicaciones. 1998), 117. 

(15) Raymond Abba, Principles of Christian Worship, (New York: Oxford University Press, 1960), 1. 

(16) David Peterson, Engaging with God, (Grand Rapids, Michigan,1992), 17. 

(17) Tomas Recalde, Adoración Privada y Experiencia Religiosa, (Argentina: Seminario Adventista Latinoamericano. (SALT). 1992), 3. 

(18) Russell Burrill, La iglesia revolucionada del siglo XXI, (Florida: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2007), 80. 

(19) Teresa Berger, The Spirit in Worship-Worship in Spirit, (Minnesota: Liturgical Press. 2009), 4. 

(20) Grey Morris, Worship and Music According to the Spirit of Prophecy, (Andrews University. 1974). 10. 

(21) James White, Introduction to Christian Worship, (Nashville: Parthenos Press, 1980), 15. 

(22) Henry Horn, Worship in Crisis, (Philadelphia: Fortress Press, 1972), 3. 

(23) Robert Rayburn, O Come, Let Us Worship, (Grand Rapids, Michigan: BakerBook, 1980), 14. 

(24) Jane Vann, Gathered Before God, (Louisville, London: Westminster John Knox Press, 1989), 15. 

(25) Alfred Kuen, Renovar el Culto, (Barcelona, España,1994), 21. 

(26) Ilion Jones, A Historical Approach to Evangelical Worship, (Nashville, Tennessee), 29. 

(27) Alfred Kuen, El culto en la Biblia y en la historia, (Barcelona, España: Editorial CLIE, 1993), 57.

El corazón de la adoración



               
¿Tiene la Biblia algo que decir con respecto a la música? ¿Hasta qué punto consideramos la Palabra de Dios una autoridad en el campo de la estética, la historia de la música o la musicología? Con demasiada frecuencia los profesionales que utilizamos la Biblia para sostener una filosofía cristiana de la música llegamos a conclusiones diametralmente opuestas; en ocasiones forzando el texto bíblico hasta que se amolde a nuestras opiniones y criterios personales, haciendo un flaco favor al debate que las iglesias, confundidas, mantienen en sus filas.

Lo cierto es que cada iglesia, deliberadamente o no, debe cuestionarse su filosofía de la música casi cada semana, estableciendo criterios para la selección de las participaciones musicales: pistas instrumentales, ¿sí o no? ¿Con o sin percusión? ¿Instrumentos amplificados? ¿Letras en inglés, en rumano, en latín? Y un largo etcétera. ¿Quién asesora a la comisión de música (si la hay) en las iglesias? Y lo que en mi opinión es todavía más importante: ¿Cuán seriamente nos tomamos la música? ¿Hacemos alguna inversión para que jóvenes y adultos de nuestras iglesias tengan formación musical religiosa? ¿Impulsamos y promovemos la creación de grupos vocales o instrumentales, la composición de música para la liturgia y para los proyectos de evangelización, la música para nuestros niños, adolescentes, y para que las diferentes culturas que forman parte de nuestras congregaciones se sientan integradas y cómodas participando en la alabanza? 

El debate sobre la importancia y los criterios de una filosofía de la música en la iglesia no es exclusivo de Iglesia Adventista del Séptimo Día. De hecho, es un debate global que lleva años en la lista de “tareas pendientes” de las denominaciones cristianas en todo el mundo. Somos testigos de un Siglo XXI que enfrenta a una generación adulta, familiarizada con una tradición de himnos —en su mayoría anglosajones—, con la generación “me (mi)”: la que hace uso de Ipod, Itunes, Itouch, etc, para consumir música más selectivamente que ninguna otra generación en la historia.[1] Ha quedado desfasado aquello de comprar un CD y escuchar las canciones favoritas. Hoy te “bajas” aquellas que conectan contigo, y las que no, se quedan para siempre fuera de tu “canon” particular. 

En la iglesia los hijos e hijas de Dios nos reunimos para adorarle, y nos expresamos mediante la oración, la lectura de su Palabra y la música, los tres elementos que, según E. G. de White, son los pilares de la adoración.[2] Compartimos la Palabra de Dios desde diferentes versiones: algunas más rigurosas, otras parafraseadas. Oramos con nuestro vocabulario: unos más intelectuales, otros más emotivos... pero cuando nos disponemos a adorar a través de la música, nos encontramos presos de una serie de asociaciones culturales y códigos generacionales difíciles de conciliar: a menudo los jóvenes encuentran difícil conectar con formas sacras anglosajonas del siglo XIX, y los adultos con baladas populares-religiosas del siglo XXI.

La pregunta sigue vigente: ¿Tiene la Biblia respuestas para la problemática que la adoración plantea en la actualidad?

Hay músicos que consideran que la Biblia no puede ser un referente en el campo de la música o la estética, porque no ha sido escrita con esta finalidad, sino para comunicar al hombre el plan divino de salvación. 

Hay otros músicos que pensamos que, si bien la finalidad de la Biblia no es fundamentar una filosofía del arte, las numerosas referencias del uso de la música en la Palabra de Dios arrojan principios que podemos contextualizar y utilizar para adorar a Dios en el tiempo que nos ha tocado vivir. ¿Por qué? Porque desde el libro de Job (Job 38:7), que hace referencia a las estrellas que alababan a Dios antes de la creación del mundo, hasta el Apocalipsis, que describe el espectáculo de la Segunda venida de Jesús a son de trompetas y coros celestiales (Apocalipsis 14:1-4), la Biblia presenta el lenguaje musical como un lenguaje creado por Dios y usado por Dios para conectar al hombre con Él, a la divinidad con el ser humano, y a los seres humanos entre sí. 

En la Biblia el uso de la música se enmarca en un contexto de adoración. Y el concepto de adoración bíblica se encuadra, a su vez, en el gran marco del conflicto cósmico: la batalla entre el bien y el mal. Nos conviene recordar que, antes de la creación del mundo, las directrices de la adoración celestial fueron creadas por Dios, y el director de los coros celestiales era el mismísimo Lucifer. El origen del pecado se sitúa también en un contexto de adoración, y surge del impulso de Lucifer de suplantar a Jesús como centro de adoración. El enemigo de Dios sigue planteando estrategias para hacer lo mismo en su iglesia: desbancar a Jesús del centro de la adoración, distraer el foco de nuestra adoración de la persona de Jesús. Y no olvidemos que la especialidad de Satanás es, ni más ni menos, la música religiosa.

Dios trascendente - Dios inmanente

“Así dijo el Alto y Sublime, el que habita la Eternidad y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes y para vivificar el corazón de los quebrantados” (Isaías 57:15 RV).

“Porque mis pensamientos no son como vuestros pensamientos, ni mis caminos son como vuestros caminos, dice el Señor. Así como los cielos son más altos que la tierra, así mis caminos son más altos que vuestros caminos y mis pensamientos más altos que vuestros pensamientos” (Isaías 55:8-9 RV).

El objeto de nuestra adoración es un Dios que compara la distancia entre nuestros pensamientos y los suyos a la distancia entre los cielos y la tierra. El ser humano continuamente encuentra nuevas expansiones en el universo, sólo hace falta construir un radar más potente para descubrir que los cielos parecen no acabar nunca. Este es nuestro Dios. Un Dios que es más misterio que revelación, un Dios infinitamente grande que siempre se me escapa. ¿Su esencia? Tres personas en uno. Más misterio... El Dios trascendente. 

Sin embargo este Dios infinitamente grande, creador del universo, no sólo habita en la altura y la santidad sino también con el quebrantado y humilde de corazón. Con la gente como tú y como yo, que vamos por el mundo con el corazón partío... porque se hace difícil caminar por este mundo, donde cada minuto muere un niño por razones que podríamos evitar,[3] sin sentir nuestro espíritu quebrantado. Y ese Dios inmenso, que escapa a mi entendimiento, también habita con los de espíritu quebrantado y humilde. El Dios inmanente.

Esta realidad, la de un Dios trascendente y un Dios inmanente, es la doble realidad del carácter del Dios al que adoramos. Y este es el nudo de la tensión que enfrenta la música religiosa: Conciliar las dos realidades del carácter de Dios: lo trascendente, lo majestuoso, y lo cercano, lo íntimo de Dios. La música que adora a este Dios intenta captar y transmitir su carácter santo y solemne (¿canto gregoriano?) o sencillo y cotidiano (¿pop religioso?), pero el desafío de adorar a un Dios que es tan santo como cercano, ha creado una tensión difícil de resolver para los autores de música religiosa de todos los tiempos.

Un canto nuevo

La iniciativa de la adoración no es humana, sino divina. Cuando adoramos, respondemos al amor de Dios. “Nosotros le amamos a Él porque Él nos amó primero” (1 Juan 4:19).

Por eso la auténtica música religiosa no puede existir desvinculada de una experiencia de relación con Dios. Es, en su esencia, una respuesta a la iniciativa divina de la salvación.

 ¨Cantad al Eterno un cántico nuevo” (Salmo 33:3; 40:4; 96:1; 98:1; 144:9; 149:1; Isaias 42:10; Apocalipsis 5:9; 14:3). “Cantad alegres a Jehová, toda la tierra, levantad la voz y aplaudid, cantad salmos... aclamad con trompetas y sonidos de bocina” (Salmos 98:4, 6).

La Palabra de Dios nos invita a que le cantemos un canto nuevo, fresco, que brote de una experiencia diaria, como el pan fresco que hacemos en casa o que compramos en la panadería cada mañana. Las misericordias de Dios también son nuevas cada mañana, y la experiencia del cristiano consiste en morir y renacer cada día. Dios nos invita a cantar un canto nuevo, recién salido de la frescura de nuestra experiencia con Él. 

Como profesional de la música, entiendo que la responsabilidad de un compositor profesional cristiano es escribir “un canto nuevo” para Dios en el contexto cultural en el que le ha tocado vivir, con los recursos técnicos y tecnológicos que alcancen a la generación de su tiempo.

La referencia de David y el resto de compositores de los salmos, es un ejemplo de músicos profesionales que utilizaron su creatividad y los recursos de su época para escribir música religiosa:

  • Tradujeron su experiencia de alabanza y adoración en obras que emplean gran variedad y demuestran una elevada sensibilidad poética.
  • Usaron instrumentos para acompañar el canto (Salmo 150 1-6), incluso David creó algunos instrumentos exclusivamente para el culto del templo. 
  • Desarrollaron formas musicales que se diversifican en multitud de estilos y géneros: himnos, imágenes mesiánicas, lamentaciones individuales o grupales, escatología, súplicas a Dios confiando en recibir una respuesta, textos didácticos que evocan episodios históricos, cánticos de acción de gracias de individuos o de la nación entera, etc.[4]
En el esfuerzo por mantener viva la tradición de himnos protestantes en nuestra iglesia, en ocasiones se ofrece una resistencia a la inclusión de nuevas formas musicales, nuevos instrumentos —acústicos o amplificados—, letras más contemporáneas, recursos tecnológicos (pantallas, presentaciones multimedia, etc.). La diversidad y la creatividad es una característica sobresaliente de la creación de Dios, y en la Biblia SI encontramos referencias a músicos que incluyen soluciones creativas e integran elementos nuevos en la liturgia. Escribir un canto nuevo, en el contexto de la música religiosa cristiana contemporánea, supone contextualizar el mensaje de la salvación para la gente de hoy con los medios actuales. La herencia de nuestros himnos es una herencia valiosa, pero la propuesta bíblica no se limita a establecer un canon musical cerrado, sino que nos invita a hacer de nuestra adoración una experiencia nueva, lo que supone un constante cambio. El cambio y el crecimiento son una característica de la naturaleza que Dios ha diseñado, incluyendo la naturaleza humana. 

Al componer este “canto nuevo”, esta música de adoración dedicada a Dios, las diferentes denominaciones religiosas han puesto más o menos énfasis en la trascendencia o inmanencia del carácter de Dios. Así, en los cultos de adoración, la liturgia refleja esa tendencia. Las iglesias Anglicana, Ortodoxa y Calvinista, por ejemplo, utilizan una música litúrgica que pone su énfasis en la majestuosidad y solemnidad de Dios Por otro lado la música utilizada en las iglesias Evangélica, Pentecostal, Bautista progresista, etc. refleja un Dios más próximo y cariñoso.[5]

¿Cuál es la perspectiva correcta? ¿Cómo quiere Dios que sea la música religiosa? ¿Qué información encontramos en la Biblia?

Adoración en evolución

El concepto de la música litúrgica (música religiosa usada en el contexto del culto de adoración) en la Biblia no es un concepto fijo, sino evolutivo. Varía, dependiendo de la época, la realidad social y cultural del pueblo de Dios.

Alfred Kuën en Renovar el culto, establece así las etapas del culto en el pueblo de Israel:

  • Israel desde Abraham hasta Egipto: Dios estableció un culto cuyo centro es el altar, y un cordero sacrificado. Es un culto familiar, propio de un pueblo nómada, donde el patriarca es el sacerdote.
  • Israel en el desierto: El centro del culto es el tabernáculo. Todo el sistema de sacrificio en el tabernáculo apunta a la venida del Mesías prometido. Los levitas cumplen las funciones sacerdotales. Cuatro mil levitas son seleccionados para oficiar en la música del templo. Su formación musical duraba diez años y no podían oficiar hasta cierta edad. 
  • Israel sedentario: Culto instituido por David. Los levitas siguen siendo los ministros de música. Es la etapa dorada del sistema litúrgico judío. David es el compositor principal de los Salmos, y la salmodia, aunque denota influencias de las culturas egipcias y cananeas, es la expresión de identidad musical más característica del pueblo de Israel. En los Salmos se nombran instrumentos de cuerda, viento metal, madera y percusión que son usados en la alabanza y adoración. David creó instrumentos específicos para la adoración del pueblo en el templo durante el culto de adoración.
  • Israel en el exilio: Tras la destrucción del templo, el culto se lleva a cabo en la Sinagoga. El centro del culto es la lectura de las escrituras, que señalan la venida del Mesías prometido. La liturgia de la sinagoga judía sólo tiene algunos puntos en común con el culto del templo.
  • Iglesia cristiana primitiva: La liturgia, hasta entonces judía, se enriquece con las nuevas culturas de las naciones evangelizadas. Ya no se ofrecen sacrificios de animales, y se presenta a Jesús como el Cordero de Dios que ha dado su vida por todos los hombres. Se sustituye el templo material por el “templo espiritual”, y se crea una nueva liturgia, con nuevos ritos, instaurados por Jesús mismo. Existen cultos diferentes en Antioquía y en Corinto.
Si bien las formas del culto se adaptan al momento histórico que vive el pueblo, hay una constante que se mantiene en cada etapa: El culto señala a Jesús, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. La liturgia, en la Biblia, siempre apunta a hacer de Jesús el centro de la adoración. 

Las formas del culto deben actualizarse, para comunicar la Palabra de Dios a una sociedad en continuo cambio. Asegurémonos que no nos pase lo que al pueblo de Israel: pusieron tanto esfuerzo en mantener las formas y tradiciones, que cuando vino el Cordero de Dios, el verdadero corazón de la adoración, lo consideraron blasfemo y subversivo.

La música religiosa ¿un medio o un fin?

La música en el contexto bíblico es funcional, es decir, es un medio para transmitir la verdad espiritual y exaltar el carácter de Dios.

Las frutas de Caín eran bellas, y recién salidas de las manos del creador, pero no sirvieron al propósito de la ofrenda de adoración. El cordero de Abel sí. ¿Por qué? Porque simbolizaba al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo: a Jesús, el corazón de la adoración. 

Nuestra ofrenda musical debe tener como centro a Jesús: la belleza de su carácter. ¿Acercamos a la gente a Jesús cuando interpretamos una preciosa obra religiosa en un idioma que la congregación no puede entender? No. Pero... —argumentas— ¡Es que con la traducción se pierde mucho! Tienes razón. Sin embargo, si el propósito es exaltar y comunicar a Jesús, la letra debe ser entendible. Entonces ¿la música religiosa está reñida con la belleza? ¡No! La música religiosa debería ser la más bella de las músicas, pero su fin no es la belleza per se. E. G. de White equipara el canto a la oración.[6] ¿Te imaginas una oración en latín? ¿Recitarías una poesía de Machado en la oración? Aunque Machado sea un gran poeta, Dios no antepone la belleza estética de la expresión de adoración a una expresión que brote de nuestra experiencia fresca con Él. Eso sí... ¡cuanto más bello, mejor!

En espíritu y en verdad (o la no-lista)

Cuando Jesús se encuentra con la mujer samaritana, ella le hace una pregunta sobre el sitio donde se debe adorar. La respuesta de Jesús es genial, aunque no parece responder directamente a la pregunta: ¨Mujer, la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque el Padre tales adoradores busca. Dios es Espíritu; y los que le adoran en espíritu y en verdad es necesario que le adoren” (Juan 4:23)

Con frecuencia, al igual que la mujer del pozo, planteamos a Dios preguntas concretas esperando una respuesta concreta que zanje el debate sobre la adoración, y entonces Dios nos plantea una respuesta que desafía nuestro planteamiento “2+2: 4” 

En su libro Encuentros, Roberto Badenas nos ofrece su visión de este concepto con estas palabras: 
Dios está fuera de nuestros sistemas y es ajeno a nuestras querellas de conventillo. Para encontrarlo no necesitas ni peregrinar al templo ni subir al monte. Basta con que vayas hasta el fondo de tu ser...[7]
La mayor parte de las preguntas que nos planteamos en la iglesia cuando debatimos sobre música y adoración son: percusión, ¿sí o no? ¿Guitarra eléctrica u órgano de tubos? ¿Aceptamos como parte de la liturgia un canto de alabanza si no tiene el carácter de un himno? Y cuando no encontramos en la Biblia las respuestas que esperamos, nos preguntamos por qué Dios se mantiene en silencio frente a preguntas tan cruciales e importantes para nosotros.

¿Es posible que estemos planteando las preguntas equivocadas? ¿No será que pasamos por alto la información que SI tenemos en la Biblia, que va más allá de las formas y se mete en lo profundo de nuestras motivaciones, nuestra relación diaria con el Espíritu Santo, nuestro compromiso con Dios, nuestra vida de oración, nuestro testimonio? Si lo verdaderamente crucial e importante para adorar fuera el estilo de la música o el tipo de instrumento, ¿no nos hubiera revelado Dios lo que necesitamos saber? No existiría una lista de instrumentos lícitos e ilícitos, o de estilos musicales apropiados e inapropiados? Sin embargo la Palabra de Dios, como espada de dos filos, penetra más allá, metiéndose en el fondo de nuestro ser, y revelándonos que lo crucial e importante para Dios es que le adoremos en espíritu y en verdad. La palabra verdad en griego se refiere a la palabra de Dios y a su obediencia.

Ellen G. de White, comenta en el libro El deseado de todas las gentes:
Los hombres no se ponen en comunión con el cielo visitando una montaña santa o un templo sagrado. La religión no ha de limitarse a las formas o ceremonias externas...Debemos nacer del Espíritu divino, eso purificará el corazón y renovará la mente, dándonos una nueva capacidad para conocer y amar a Dios. Nos dará una obediencia voluntaria a todos sus requerimientos. Eso es culto verdadero. Es el fruto del Espíritu Santo.[8]
El canto de la sumisión total

En Apocalipsis 14 el Cordero de Dios, el corazón de la adoración, aparece en escena, volviendo triunfante a buscar a sus hijos, para hacer música por la eternidad, juntos. Y en ese momento —que las palabras no pueden describir, porque escapa hasta a la imaginación— en ese momento suena un canto. Como siempre, Dios empieza. Nosotros siempre venimos después, reaccionando a su iniciativa. Hay una introducción que Juan describe como un trueno, posiblemente porque no conoce otro elemento en su cultura que se pueda comparar a la majestuosidad y la intensidad del sonido que está escuchando. Y a continuación los salvados, cantamos un canto nuevo. “Y nadie podía aprender el canto sino aquellos redimidos de entre la tierra que siguen al Cordero por dondequiera que va” (Apocalipsis 14: 3-4). Son los que están sin mancha delante del trono de Dios. Los que han muerto al yo y saben hacer suya la melodía de la sumisión total a la voluntad de Dios. 

Me gusta pensar que nuestra vida, de este lado de la eternidad, es un ensayo general. El día del estreno de nuestra verdadera vida, la eterna, comprobaremos si hemos ensayado lo suficiente como para entonar la canción nueva de Moisés y del Cordero. La canción de la sumisión de mi voluntad a la voluntad de Dios, la canción en la que Jesús es Cordero de Dios, corazón de la adoración, centro de mi vida, de mi testimonio y de mi música.

Creo firmemente que el problema de fondo de la música religiosa contemporánea no es un problema técnico sino espiritual. Los compositores contemporáneos somos llamados a comunicar el carácter de Dios —trascendente e inmanente, santo y cercano— en nuestras composiciones. Con qué instrumentos, qué formas o estilos musicales, son detalles que no se nos han sido revelados en la Biblia. ¿Por qué? Estoy convencida de que Dios espera que se lo preguntemos a El directamente cada vez que aceptamos el desafío de escribir música para su gloria. Atrevámonos a adorar a Dios reflejando a Jesús como centro, desde la individualidad y originalidad con la que Él nos ha creado. Dios es un Dios de diversidad, y se complace en nuestra alabanza diversa. No he encontrado ningún pasaje en la Biblia que sostenga la idea de que todos debamos adorar de la misma forma, pero sí encuentro que toda la Biblia apunta a Jesús como el corazón de la adoración.

¿Debería la música religiosa contemporánea reflejar a un Dios santo y sublime? ¿O debería comunicar a la generación de hoy un Dios cercano y atractivo? Mi respuesta a ambas preguntas es: ¡SI!


Adriana Perera es Profesora de piano, Licenciada en teoría, solfeo, acompañamiento y Magister en Composición. Actualmente es profesora de Teoría de la música y composición en Oakwood University, Alabama, EE.UU. 

Referencias


[1] Jean Twenge, Generation Me: Why Today's Young Americans Are More Confident, Assertive, Entitled and More Miserable Than Ever Before (Free Press, 2006).

[2] Elena G. de White, La educación (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1964), 168.

[3] http://www.rtve.es/noticias/20100425/cada-minuto-muere-nino-/328810.shtml

[4] Hans Joachim Kraus, Teología de los Salmos  (Salamanca: Sígueme, 1996).

[5] Paul Westermeyer, Te Deum, The Church and Music (Augsburg Fortress, 2009).

[6] Elena G. de White, Mensaje para los jóvenes (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1964), 48.

[7] Roberto Badenas, Encuentros  (5ª ed.; Madrid: Safeliz, 2001), 57.

[8] Elena G. de White, El deseado de todas las gentes (2ª ed.; Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2006), 108.


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