viernes, 27 de diciembre de 2013

Jesús, el CENTRO de las Escrituras


No se trata de un libro que habla sobre Jesús, sino más bien es Jesús hablándonos a través de un libro.
Él es el tema de todo el libro y el personaje central de todas las historias, fue por su palabra que existieron todas las cosas. Aquellos símbolos y ritos que encontramos en la Biblia están allí sólo para llevarnos a Jesús, y el espíritu de todas las profecías, es decir su inspiración, también es Jesús.
En muchas ocasiones se enseñan las creencias de la iglesia por un lado y la fe y Jesús por otra, como si fuera posible comprender la una separada de la otra. Es importantísimo que entendamos que es imposible continuar si primero no aceptamos esta maravillosa verdad, nada en la Biblia puede entenderse sin Jesús, Él es el centro del mensaje y solo a través de Él es posible entender el propósito y la razón de todo, mejor aún Él lo es todo.
Como lo señalara Morris Venden: 

“Al estudiar las doctrinas a la luz de la vida y el carácter de Jesús, y lo que ellas nos enseñan acerca de él y de nuestra relación con él, le encontramos significado a las enseñanzas distintivas de nuestra iglesia, y nos preparamos para compartir esas verdades con el mundo que espera a nuestro alrededor.”[i]

Solo en la persona de Jesús podemos encontrar sentido a las enseñanzas bíblicas, incluso aquellas prácticas del Antiguo Testamento que hoy parecen tan ajenas a nuestra fe
La palabra de Dios
Un padre que tenía que realizar un largo, pero muy largo viaje, no tendría la oportunidad de ver crecer a su hijo por lo que le escribió una gran cantidad de cartas, una para cada etapa de su vida. Tratando de imaginar cada una de las cosas que su hijo tendría que vivir durante su ausencia, el padre le escribió una carta para su primer día de clases y otra para su primer examen. También había algunas cartas para cuando estuviera enfermo o triste y por supuesto le escribió cartas para cada uno de los cumpleaños en los que él no podría estar.
En cada una de las cartas, el padre, incluía la cantidad de tiempo que aun restaba para su llegada, de esta manera el hijo, cada vez que leía una carta sentía que su padre estaba más cerca.
Esta simple historia nos ayuda a entender lo que Jesús quiere decirnos a través de la Biblia.
Jesús se comunica con nosotros por medio de su palabra y es mediante ella que conocemos su voluntad para nuestra vida, en ella encontramos un mensaje para cada circunstancia de la vida y es la Luz que ilumina nuestro camino en medio de la oscuridad.
Jesús dijo: “las palabras que les he hablado son espíritu y son vida.”[ii]
Esto nos muestra que las palabras de Jesús son diferentes a cualquier otra. Cuando Jesús habla, las cosas cambian. Todo lo que está a tu alrededor existe únicamente por su palabra. El habló e hizo que todo existiera, incluyéndote a ti. Sin su palabra tú y yo simplemente no existiríamos.
Tres conceptos
Al estudiar la Biblia existen tres conceptos que es necesario podamos conocer con relación a ella:
a.       Inspiración: Es un proceso por medio del cual Dios capacita a un hombre o una mujer de su especial elección para recibir y comunicar en forma precisa, competente y fidedignos mensajes de Dios para su pueblo.[iii]
b.      Revelación: es la manera como Dios se muestra al hombre, la forma como se da a conocer. Existen 2 tipos de revelación, la general y la especifica:
·         Revelación general, es el conocimiento del carácter de Dios que se obtiene a través de la historia, la conducta humana, la conciencia y la naturaleza.[iv] Se le conoce como revelación general porque está disponible para todas las personas.
·         Revelación especial, es el contenido del mensaje que Dios transmite a trabes de un profeta por medio del proceso de Inspiración. Este es un mensaje verdadero, digno de confianza y que tiene autoridad sobre nuestras vidas.
Cuando Adán y Eva aun no habían caído aún en el pecado, la relación que mantenían con su creador les permitían verle cara a cara y la naturaleza perfecta trasmitía en todo su esplendor el amor de su creador. Hoy, más de 6000 años después de la entrada del pecado en este mundo no es posible que podamos llegar a conocer a Dios plenamente a través de la naturaleza puesto que contaminada por causa de pecado. Por esta razón Dios en su infinita misericordia nos a dado una revelación especial para poder llegar a conocerle, tanto la Biblia como Jesús, quien es la mayor de todas las revelaciones.
c.       Iluminación: es la obra del espíritu Santo que capacita hoy al oyente, observador o lector para comprender las verdades espirituales guardadas en su palabra y para poder obtener lecciones para su vida en la naturaleza.
Querido amigo, espero de todo corazón que al avanzar en la lectura de este libro descubras que la Biblia es mucho más que un conjunto de reglas o doctrinas. La Biblia: 

“...genera vida, crea fe, produce cambios, asusta al diablo, realiza milagros, sana heridas, edifica el carácter, transforma las circunstancias, imparte alegría, supera la adversidad, derrota la tentación, infunde esperanza, libera poder, limpia nuestras mentes, hace que las cosas existan y garantiza nuestro futuro para siempre.”[v]   

¡Qué maravilloso! no podemos vivir sin su palabra, no podemos estar sin su voz.
Conociéndolo en su Palabra
Si Jesús nos habla por medio de su palabra entonces todos deberíamos tener una Biblia. En realidad nunca hubo tantas biblias como hoy. Pero una Biblia en el estante o abierta sobre la mesa no sirve de nada, carece de valor. Millones de cristiano mueren por falta de palabras de vida. No es posible pretender conocer a Jesús y ser su amigo, si primero no dedicamos tiempo para estar con Él.
Si tú realmente deseas conocer a Jesús estar con Él debe ser tu prioridad, a esto Jesús le llamó “permanecer”. Él dijo: “si ustedes permanecen en mis palabras serán verdaderamente mis discípulos.” (Juan 8:31)
Permanecer en la palabra de Dios día a día, implica por lo menos tres acciones:[vi]
1.      Debo aceptar su autoridad. La Biblia debe llegar a ser máxima autoridad de tu vida: la brújula en la que confíes y que te guíe, el concejero al que escuches para tomas decisiones sabias, y la referencia para evaluar todo. La Biblia debe ser la primera y la última palabra de tu vida. La decisión más importante que puedes tomar hoy aceptar a la Biblia como la máxima autoridad de tu vida, por encima de las costumbres, cultura o tradición. Cuando tengas que tomar una decisión primero pregunta: ¿Qué dice la Biblia? Resuelve que cuando Jesús te diga algo por medio de su palabra, confiaras en ella y lo harás, tenga sentido o no, aunque no tengas ganas de hacerlo.
2.      Debo asimilar su verdad. No basta solo creer en la Biblia sino que debo llenar mi mente de ella para poder ser transformado por su verdad. Para esto hay cinco maneras: 1) Recibirla, recibes las palabras de Jesús cuando la escuchas y aceptas con una mentalidad y actitud receptiva. 2) Leerla. Durante cientos de años solo un grupo muy selecto tenía acceso a la lectura de la Biblia. En aquellos tiempos había algunos que estaban dispuestos a arriesgar su vida con tal de poder leer tan solo un párrafo de la escritura. Hoy todos tenemos libre acceso a ella pero preferimos leer el periódico o mirar televisión. No puedes llegar a ser amigo de Jesús si no le dedicas tiempo. Si tan solo dejas de mirar televisión 15 minutos al día y los dedicas a la lectura de la Biblia, la habrás leído toda al cabo de un año. 3) Investigarla, la diferencia entre leer e investigar esta en formularse preguntas y anotar tus ideas. En realidad no has estudiado la Biblia si no has tomado nota de tus ideas y pensamientos en un papel o cuaderno. 4) recordarla, tu memoria es como un músculo, mientras más lo ejercites más fuerte se pondrá. Los beneficios de memorizar versículos de la Biblia son enormes y solo los descubrirás cuando te atrevas a hacerlo. Al final de cada capítulo he puesto algunos versículos qué harías bien en memorizar. 5) Reflexionar. La idea aquí es que dedique tiempo a la meditación. Muchos creen que meditar es concentrarse en nada o dejar la mente en blanco, pero la meditación bíblica es todo lo contrario, consiste en concentrar el pensamiento. Eliges un texto bíblico y reflexionas en el una y otra vez.
3.      Debo aplicar sus principios. Es completamente inútil recibir, leer, investigar, recordar y reflexionar en la palabra si no la ponemos en práctica. Este es el paso más difícil de todos puesto que a Satanás no le molesta tanto que leamos, investiguemos y meditemos, lo que realmente el no quiere es que lleguemos a practicar aquello que hemos aprendido.

Por
Miguel Ángel Victoriano




[i] Morris Venden. Fe en acción (Buenos Aires: ACES. 1980), 302.
[ii] Juan 6:63 (versión La Biblia de las Américas).
[iii] Ellen G. White, El conflicto de los siglos, viii.
[iv] Gluder Quispe, Grandes temas de la Biblia, 19.
[v] Rick Warren. Una vida con propósito (Miami: Editorial Vida. 2002), 201.
[vi] Warren, 202-207.

lunes, 9 de diciembre de 2013

Navidad: El milagro de la encarnación


Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer (Gálatas 4:4).
El siglo pasado se inauguró con una mala noticia: Dios ha muerto. La dramática declaración del filósofo alemán Federico Nietzsche no hacía más que expresar el fin del pensamiento respecto de Dios. Como si toda la historia de la filosofía, y con ella toda la civilización, confluyera en esa patética verdad.
Pasaron tan solo cuatro décadas del siglo XX para que otro filósofo, ahora francés, publicara una obra que impactara en el corazón de Occidente: El Ser y la Nada. Jean Paul Sartre ponía al hombre frente al abismo. E inauguraba un pesimismo cósmico que sería sellado con la tragedia de la Segunda Guerra Mundial.
Nada podemos esperar. Venimos de la nada y a la nada vamos. Esta es la condición del hombre según los más agudos exponentes del pensamiento occidental.
Con estas noticias, bien podrían las parteras recibir a cada nuevo habitante de este mundo con las palabras que leyó el Dante en las puertas del infierno: “¡Oh vosotros los que entráis, abandonad toda esperanza!”1 O bien podrían ser ciertas las palabras del poeta Nezahualcóyotl: “Meditadlo, señores.../aunque fuerais de jade,/aunque fuerais de oro,/también allá iréis,/al lugar de los descarnados./Tendremos que desaparecer,/nadie habrá de quedar”.2
Tal es la suerte del hombre.
Pero tengo buenas noticias para darle en esta Navidad. Es verdad que “no hay justo, ni aun uno”, (Romanos 3:10), y que, como la paga del pecado es muerte, todos moriremos (Romanos 6:23). Pero el versículo 23 no termina así, sino de este modo: “Mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”. El Creador se apiadó de la criatura: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad” (S. Juan 1:14). Jesús se hizo hombre para darle redención a la humanidad. Estas son las nuevas buenas que debemos recordar en estos días navideños.

La misión

Todas las facultades y energías de Jesús se concentraron en “la obra”, como él mismo llamó a su misión. A sus discípulos, que le ofrecían alimento cuando atendía a los samaritanos, les dijo: “Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra” (S. Juan 4:34). Esta declaración sintetiza el espíritu de su servicio: “Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura” (S. Juan 9:4). Y cuando en postrera agonía exclamó: “Consumado es” (S. Juan 19:30), proveyó el sacrificio que otorga redención al hombre.
Tal como los corderos eran sacrificados sobre el altar hebreo, el “Cordero de Dios” murió en el altar de la cruz. Entonces alcanzó el triple objetivo de su encarnación:
  • En la cruz se reveló ante toda la creación la justicia del Padre que castiga el pecado; y la misericordia de Dios brilló con fulgor infinito cuando el pecado del hombre fue llevado por el propio Hijo.
  • En la cruz la sangre del Salvador proveyó el medio de reconciliación entre el hombre y Dios.
  • En la cruz comenzó a erradicarse el mal de este mundo.3 Porque fue vencido el diablo. Este proceso de erradicación del mal culminará con la redención final en ocasión de la segunda venida de Cristo.
Todos estos sacrificios tuvieron su preludio en la encarnación. Gracias a su inefable amor por sus hijos en desgracia, el Ser infinito se encerró en un cuerpo de tan solo 100 trillones de células,4 y redujo su omnipresencia al alcance de los brazos de un bebé. A causa de ese amor, la mente que contiene los archivos del universo y los secretos del futuro, vino con la memoria en ceros. Por usted y por mí, el Omnipotente se subordinó a ser un carpintero galileo. Por nuestro eterno bien, el que sostiene toda forma de vida, y sustenta 40 mil millones de sistemas solares,5 llegó a depender de un corazón programado tan solo para un millón de latidos.6
Dios se sacrificó. Nos regaló a su Hijo envuelto en piel humana. Es un regalo de sangre, porque es precisamente sangre impoluta y expiatoria lo que necesitamos para ser salvos, ya que “sin derramamiento de sangre no se hace remisión” (Hebreos 9:22).
El Hijo de Dios irrumpió en nuestra historia, se internó en la guarida de los demonios como aliado del hombre. Vino para ser ejecutado como lo serán los perdidos en el juicio final, a fin de que eso no le ocurra a usted. ¡Insondable misterio!
En esta Navidad, “si queremos estudiar un problema profundo, fijemos nuestra mente en la cosa más maravillosa que jamás sucedió en la tierra o en el cielo: la encarnación del Hijo de Dios”.7

por
Ricardo Bentancur
1Dante Alighieri, La divina comedia, Infierno, Canto III, Sentencia 9 en: es.wikiquote.org/wiki/Dante_Alighieri.
2http://www.los_poetas.com/netz1.htm
3Frommel y Gretillat, L´experience chrétienne, citado por Alfred Vaucher en La historia de la salvación (Madrid: Editorial Safeliz, 1988), p. 219.
4Información obtenida de Discovery Channel en español, 2 de septiembre de 2003.
5Ibíd.
6Ibíd.
7Elena G. de White, A fin de conocerle, p. 27.
Fuente: el Centinela

martes, 5 de noviembre de 2013

¿Por qué Dios requería de sacrificios de animales en el Antiguo Testamento?

“¿Por qué Dios requería de sacrificios de animales en el Antiguo Testamento?”

Respuesta: Dios requería el sacrificio de animales, para que la raza humana pudiera recibir el perdón por sus pecados (Levítico 4:35; 5:10). Para empezar, el sacrificio de animales es un tema importante que se encuentra a través de la Escritura. Cuando Adán y Eva pecaron, fueron sacrificados animales para que Dios proveyera la ropa para ellos (Génesis 3:21). Caín y Abel ofrecían sacrificios al Señor. Los de Caín no eran aceptados porque él ofrecía fruta, mientras que los de Abel fueron aceptados porque ofrecía de los “primogénitos de sus ovejas” (Génesis 4:4-5). Después que cedió el diluvio, Noé sacrificó animales a Dios. Este sacrificio de Noé fue de olor grato al Señor (Génesis 8:20-21). Dios ordenó a Abraham sacrificar a su hijo Isaac. Abraham obedeció a Dios, pero justo cuando Abraham estaba por sacrificar a Isaac, Dios intervino y proveyó un carnero para que muriera en lugar de Isaac (Génesis 22:10-13).
El sistema sacrificial alcanza su climax con la nación de Israel. Dios ordenó a la nación ejecutar muchos diferentes sacrificios. De acuerdo a Levítico 1:1-4, debía seguirse un cierto procedimiento. Primero, el animal debía ser sin defecto. Después, la persona que ofreciera el sacrificio debía identificarse con el animal. Luego, la persona que ofrecía el animal debía inflingirle la muerte. Cuando era hecho en fe, este sacrificio proveía el perdón de los pecados. Otro sacrificio llamado el día de la expiación, descrito en Levítico 16, demostraba el perdón y la remisión del pecado. El sumo sacerdote debía tomar dos machos cabríos como la ofrenda por el pecado. Uno de los machos cabríos era sacrificado en expiación por el pecado del pueblo de Israel ( Levítico 16:15), mientras que el otro macho cabrío era llevado y liberado en el desierto (Levítico 16:20-22). La ofrenda por el pecado proveía perdón, mientras que el otro macho cabrío proveía la remisión del pecado.
¿Por qué entonces ahora ya no ofrecemos sacrificios de animales? Los sacrificios de animales han concluido, porque Jesucristo fue el último sacrificio. Juan el Bautista reconoció esto cuando vio a Jesús por primera vez, “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.” (Juan 1:29). Probablemente te estarás preguntando ¿por qué animales? ¿Qué mal hicieron? Ese es el punto, en que puesto que los animales no hicieron mal, ellos murieron en lugar del que ejecutaba el sacrificio. Jesucristo jamás cometió pecado, pero se dio a Sí mismo gustosamente para morir por los pecados de la raza humana (1 Timoteo 2:6). Mucha gente llama “sustitución” a esta idea de morir en lugar de alguien más. Jesucristo tomó nuestro pecado sobre Él mismo y murió en nuestro lugar. Como dice 2 Corintios 5:21, “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en Él.” A través de la fe en lo que realizó Jesucristo en la cruz, el individuo puede recibir el perdón.
En resumen, los sacrificios de animales fueron ordenados por Dios, para que el individuo pudiera experimentar el perdón por sus pecados. El animal servía como sustituto—esto es, el animal moría en lugar del pecador. Los sacrificios de animales cesaron con Jesucristo. Jesucristo fue el último sacrificio sustituto y ahora es el único mediador entre Dios y los hombres (1 Timoteo 2:5). Los sacrificios de animales presagiaron el sacrificio de Cristo a nuestro favor. La única base sobre la cual un animal sacrificado pudo proveer el perdón de pecados, es el hecho de que Cristo se sacrificaría a Él mismo por nuestros pecados, proveyendo el perdón que los sacrificios de animales solo pudieron ilustrar y predecir.
¿Tiene preguntas? Preguntas de la Biblia contestadas

martes, 22 de octubre de 2013

¿Los 144 000 son la gran multitud?


Al comienzo de nuestra obra se creyó que los 144.000 sellados eran un número literal, como todavía hoy sostienen los Testigos de Jehová. Nosotros no podemos saber quiénes son los que formarán parte de este grupo especial de redimidos.[1] Pero sí podemos saber que el número y las descripciones que presenta Juan en el Apocalipsis son simbólicos.

            En primer lugar, las 12 tribus de Israel ya no existen ni forman parte del pueblo de Dios. La única tribu que permanece es la de Judá. Pero, si bien muchos de ellos serán injertados en el pueblo santo, no lo serán como tribu, sino como individuos (Rom. 11:11, 19,21,23,24). Por eso el “Israel” de hoy es espiritual.



            En segundo lugar, es imposible elegir 12.000 de cada tribu, pues de las cuatro listas que aparecen en la Biblia, no hay una que concuerde con las otras. En la lista de Moisés no aparecen las tribus de Leví ni la de José (Núm. 1:4-16; 2). En Josué 13 al 19 están las de Manasés y de Leví, pero no las de José ni Efraín. En Ezequiel 48:31-35 están las de Leví y José, pero no las de Manasés y de Efraín. Y en Apocalipsis 7:4-8 están las de Leví, Manasés y de José, pero no las de Dan y Efraín.


            En tercer lugar, si las 12 tribus no existen sino en sentido figurado, el número “doce” debe ser interpretado con el sentido figurado de totalidad, pues representa algo completo y total dentro de los límites del pueblo de Dios (Éxo. 28:21; 39:14; 1 Rey. 18:31; Eze. 43:16; Mat.10:1; 19:28; 26:53; Mar. 6:43; 8:19; Luc. 22:30; Hech. 7:8; Sant. 1:1; Apoc.12:1; 21:2,14).). Lo mismo el número 1.000, que representa mucho, número incontable ((Deut. 7:9; 1 Crón. 16:15; Sal. 105:8; Eze. 6:6; 7:28; Apoc. 7:4-8; 11:13; 14:13,20; 21:16).). Si son 12.000 de cada tribu, entonces nos daría: 12 X 12 = 144 X 1.000 = 144.000.

            En cuarto lugar, si tomamos en cuenta que Dios nos elige respetando el libre albedrío, es decir conforme a la respuesta humana y no la suya, es imposible que los que estén en condiciones para pertenecer a este grupo especial de redimidos, lleguen a sumar exactamente 12 veces 12.000, ni uno más ni uno menos de cada grupo. Los cambios en el cumplimiento de sus promesas condicionales, se deben justamente a este factor humano que Dios respeta aunque es Todopoderoso.

            En quinto lugar, según leemos en Apocalipsis 14:1-5 y en las revelaciones de Elena G. de White,[2] los 144.000 son los que doctrinalmente no tendrán contaminación alguna con “mujeres” o enseñanzas de las iglesias de Babilonia;[3] serán los sellados después del decreto dominical y el gran zarandeo,[4] vencerán a “la bestia” y a su “imagen” cuando se dé el decreto contra la observancia del sábado; pasarán por el tiempo de angustia de Jacob, es decir sin intercesión por pecados de culpa; verán la “nube pequeña”; serán “trasladados de la tierra, de entre los vivos”; cantarán comprendiendo mejor que los demás redimidos el canto de Moisés y del Cordero; estarán delante del trono como primicias, junto con los tizones arrebatados del incendio —como Pablo, David, etc.—, y serán los únicos que podrán entrar en el templo de siete columnas dedicado a ellos, que se encuentra sobre siete colinas, afuera de la santa ciudad.[5] Desde la resurrección especial, a ellos se les sumarán los que murieron anunciando la segunda venida durante el anuncio del triple mensaje angélico, como Elena G. de White, Guillermo Miller y la Sra. Hastings.[6] Es decir que estarán vivos “con” ellos, pero no pertenecerán a los 144.000.

Últimamente se está extendiendo la idea de que los 144.000 y la gran multitud, son dos nombres de un mismo grupo de personas, que el Señor les promete el cielo. Los argumentos que presentan parecen muy razonables, porque ambos grupos poseen en el Apocalipsis un buen número de características en común,[7] que presento a continuación:
                        a) Guardan los mandamientos de Dios (Apoc. 12:17; 14:12).
                        b) Tienen el testimonio de Jesús (12:17; 19:10).
                        c) Tienen paciencia (13:10; 14:12).
                        d) Tienen fe (13:19; 14:12).
                        f)  Sufren tribulaciones (1:9; 2:9,10; 7:14), como las grandes persecuciones que se sufrió durante la Edad Media (Mat. 24:21; Dan. 12:1).
                        g) Sus vestiduras espirituales no tienen manchas gracias al perdón (Col. 1:22; Apoc. 7:14; 14:4,5).
            Pero, ¿son suficientes estas semejanzas? No, porque es de esperar que todo aquel que se prepare para el cielo, tenga que guardar los mandamientos y aceptar el “testimonio de Jesús” para eliminar toda mancha de sus vestiduras espirituales; y debe tener fe y paciencia, incluso en medio de las tribulaciones. Los exégetas saben muy bien que una interpretación no es correcta a menos que respete toda la revelación. Cuando Satanás se presentó como un ángel del cielo para tentar a Jesús, usó este método; y por lo tanto, debemos tener cuidado. Y al examinar toda la Revelación, tenemos:

1.º  La “gran multitud” es elegida de todas las naciones y las gentes de la tierra de todos los tiempos (Apoc. 7:9). En cambio los 144.000 son elegidos sólo de entre “los siervos de vuestro Dios” para que pasen por el gran sellamiento finalsiendo los únicos a quienes Dios decidirá su destino antes de la muerte y después del fin del tiempo de gracia (7:3-8).
      Hay tres momentos en que Dios elige para sellar a sus elegidos: El primero es al fin del breve proceso de la conversión, cuando después que el pecador arrepentido quiere morir a su viejo hombre, confiesa sus pecados, y por su fe en el Salvador, recibe la confirmación del perdón por obra del Espíritu Santo (2 Cor. 1:22; Efe. 1:13,14). Cuando esto ocurre, él se sienta en el trono de su mente, asociándose con su voluntad, y la renueva en un instante (2 Cor. 5:17,21; Tito 3:5; Efe. 4:23; Rom. 12:2). Con este acto de renovación de la conciencia, queda confirmada la nueva vida hasta la próxima caída. Es decir que la justicia que recibimos de Cristo, queda sellada con la condición de que permanezcamos en él. La observancia del cuarto mandamiento es la prueba más destacada de la permanencia de este sello (Eze. 20:4,20). Es a este sello en el perdón, que la mensajera del Señor hace referencia en 1899, al señalar a unos hermanos ancianos y decir que “el sello de Dios está sobre ellos”.[8]
      El segundo momento ocurre cuando termina la vida del creyente y “en ese mismo día perecen sus pensamientos” (Sal. 146:4).[9] Desde ese momento el Espíritu se levanta del trono de su mente; y en los libros del cielo queda determinado su destino para vida eterna o para la muerte segunda. Sin embargo, este destino se define con el fallo del gran tribunal celestial, cuya obra se inició en 1844.[10]  Es probable que todos los que murieron en Cristo ya hayan sido juzgados, y hoy el juicio continúe con los que van llegando al descanso.
      El tercer momento es el definitivo, y se cumplirá en la iglesia en forma masiva y repentina, es decir mientras los justos todavía sigan vivos (los 144.000), pero totalmente separados de los malos y viviendo de los milagros de Dios hasta la 2ª venida (Apoc. 7:3). Esto significa que no puede ocurrir mientras el justo tenga una oportunidad posterior de cambiar su destino, pues de lo contrario los testigos del universo se encontrarían con un juicio divino que podría ser injusto. El cambio de vida que se vio en el rey Ezequías, después que se le permitió vivir un tiempo más, es un ejemplo claro (2 Rey. 20 con 2 Crón. 32:25; 33:1,2,21,22). Por lo tanto, es un error creer que este sellamiento ocurrirá en cualquier momento de nuestra vida, entre 1844 y el sellamiento final.
      La Revelación nos dice que este gran sellamiento se cumplirá en el futuro[11] en un tiempo “muy corto”,[12] después del decreto dominical, pues será el medio que Dios usará para el gran zarandeo y purificación de la iglesia:
“El Señor me ha mostrado claramente que la imagen de la bestia será formadaantes que termine el tiempo de gracia, porque constituirá la gran prueba para el pueblo de Dios por medio de la cual se decidirá el destino de cada uno [...] “Esta es la prueba que deberán enfrentar los hijos de Dios antes de ser sellados”.[13] 
“Pero cuando se ponga en vigencia el decreto que ordena falsificar el sábado, y el fuerte clamor del tercer ángel amoneste a los hombres contra la adoración de la bestia y su imagen, se trazará la línea entre lo falso y lo verdadero. Entonces los que continúen aún en transgresión recibirán la marca de la bestia”.[14]
“Nadie hasta ahora ha recibido la marca de la bestia”.[15] “La observancia del domingo no es aún la marca de la bestia, y no lo será sino hasta que se promulgue el decreto que obligue a los hombres a santificar este falso día de reposo”.[16]
      Por eso la Hna. White dice que el sellamiento se cumplirá durante “la lluvia tardía” y “la postrera gran amonestación”, y poco antes que en el cielo se exclame: “Hecho es”; se dé el fallo de Apocalipsis 22:11 y concluya el tiempo de gracia. Ella escribió:
“Había recibido la lluvia tardía [...] Por todas partes había cundido la postrera gran amonestación [...] Un ángel con tintero de escribano en la cintura regresó de la tierra [...] quedando sellados y numerados los santos. Vi entonces que Jesús [...] alzando las manos exclamó en alta voz ‘consumado es”.[17] Desde ese momento los justos serán protegidos en forma directa y especial hasta la segunda venida.[18]

2.º  Los 144.000 poseerán cualidades que ningún otro grupo de redimidos ha poseído. Por ejemplo, desde la época apostólica hasta el período cristiano de Laodicea, el pueblo de Dios tuvo que crecer en entendimiento (Da, 12:4; 2 Ped. 3:18; Efe. 4:12,13; Apoc. 2:1-3:22). Por eso hoy conocemos mejor la profecía de los 2.300 años que cualquier profeta bíblico. Sin embargo, Elena G. De White aclaró:
Jesús no puede venir todavía a la tierra. Ellos [los que dicen poseer toda la luz de la verdad] tienen que soportar mayores pruebas por él. Deben renunciar a tradiciones y errores recibidos de los hombres y volverse por completo a Dios y su Palabra”.[19]  Y en 1900 añadió: No cerrará el tiempo de gracia hasta que el mensaje haya sido proclamado con más claridad”.[20]
Esto significa que si continuamos en este “desierto” de pecado, es porque el remanente de hoy todavía está contaminado “con mujeres” o doctrinas de otras iglesias cristianas, y debe “volverse por completo a Dios y su Palabra”. Por eso la crisis doctrinal actual nos dice que todavía  nos falta llegar a “la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios” (Efe. 4:13); por eso todavía los cuatro ángeles detienen los vientos; por eso todavía los 144.000 no han sido elegidos como “vírgenes”, sin mancha y sin mentira (Apoc. 14:4,5) y “Jesús no puede venir todavía a la tierra”.

3.º  Esto explica por qué la Hna. White dijo en 1901 que, a pesar que ya se puede saber si formamos parte de los redimidos —porque en el perdón el Espíritu da testimonio que somos hijos y herederos del cielo, aunque solamente hasta la próxima caída (Rom. 5:1; 8:16; Apoc. 22:14)—, todavía nadie puede saber quiénes formarán parte de los 144.000.[21]

4.º  Los 144.000 serán “redimidos de entre los hombres como primicias para Dios” (Apoc. 14:4). El vocablo “primicia” (ajparch; aparqué) aparece 8 veces en el N.T., como “primero” en orden (Rom. 8:23; 11:16; 16:5; 1 Cor. 15:23; 16:15) y “principal” o primero en jerarquía (1 Cor. 15:20; Sant. 1:18); Apoc. 14:4).  Y viene del A.T. como primero (Prov. 3:9), elegido (Jer. 2:3), apartado para uso sagrado (Eze. 20:40), y como ofrenda especial (Mal. 3:3). Sabemos que los 144.000 no serán los primeros en llegar al cielo (2 Rey. 2:11; Mat. 27:52; Jud. 9). Por lo tanto, en el cielo serán considerados como un presente especial, elegidos de entre la “gran multitud”. Por eso la mensajera del Señor dijo que los 144.000 serán los “especialmente elegidos[22]

5.º  En el cielo hay un templo de siete columnas que está fuera de la santa ciudad. Y aunque creemos que Elena G. De White formará parte del pueblo de Dios, se le reveló que ella no podrá entrar allí, sino sólo los 144.000.[23] Ellos serán los únicos que podrán entender plenamente el canto de Moisés y del Cordero (Apoc. 14:3; 15:3), “pues es el cántico de su experiencia —una experiencia que ninguna otra compañía ha conocido jamás [...] Habiendo sido trasladados de la tierra, de entre los vivos, son contados por ‘primicias’ para Dios y para el Cordero”.[24] 

6.ª  Por eso, en cuanto a la ubicación de la adoración de los redimidos, ellos estarán frente al trono de Dios entre los primeros, junto con los tizones arrebatados del incendio. En cambio en la descripción que da la Hna. White, la gran multitud de redimidos de Apocalipsis 7:9 estará ubicada frente al trono en un cuarto lugar.[25]  Vemos aquí otra clara separación entre los 144.000 y la “gran multitud”.

7.º  Los 144.000 serán los redimidos que ascenderán al cielo sin ver la muerte.[26]La gran mayoría de los redimidos serán resucitados ¾una nueva separación. 

8.º  Si los 144.000 es la “gran multitud”, todos los que pedimos el perdón y somos limpiados “de toda maldad” (1 Juan 1:9) deberíamos aceptar por fe que ya estaríamos formando los 144.000. Pero sabemos que éstos no pueden existir antes del decreto dominical, el gran zarandeo y la lluvia tardía, ya que serán los medios que empleará Dios para que ellos puedan estar preparados para vivir sin pecar desde su sellamiento hasta la segunda venida. Y sólo lo podrán lograr gracias a su completa separación física y espiritual del mundo, y el cuidado especial que brindarán los ángeles de Dios contra las asechanzas de Satanás. Así que de la “gran multitud” de creyentes, hoy nadie puede forma parte de los 144.000 sellados: “Fuera de duda esto lo sabrán dentro de poco los que sean elegidos de Dios” —asegura la pluma inspirada.[27] Por lo tanto, al referirse al pueblo remanente de hoy, “los misericordiosos ojos de Jesús vieron al pueblo remanente sin sellar”.[28] —Se entiende sin sellar en vida, pues todos los redimidos son sellados al morir, que es el fin del tiempo de gracia para los que no pertenecerán a los 144.000. 

Por lo tanto, aunque los 144.000 sumarán un número literalmente mayor, no son los mismos que la “gran multitud, sino que formarán una parte especialmente elegida, por poseer y vivir con características que ningún otro grupo de santos ha poseído jamás.


Por
Leroy E. Beskow



[1]  Francis D. Nichol, ed., Comentario bíblico Adventista del 7º Día (CBA),vol. 7, (Mountain View, California: Publicaciones Interamericanas, 1990), p. 989.
[2] Elena G. de White, El Conflicto de los siglos (CS), (M. V., Calif.: Pub. Inter., 1955), pp. 706-708.
[3] La Hna. White dice que todavía hay asuntos doctrinales que debemos abandonar de la teología humana (––––, Primeros escritos (PE), (M. V., Calif.: Pub. Inter., 1966). P. 243; ––––, Testimonios selectos (TS), (Buenos Aires, Casa Editora Sudamericana, 1936), p. 282).
[4] ––––, Eventos de los últimos días (EUD),(Bs. As.: ACES, 1992), p. 279.
[5] PE, p. 19.
[6] CS, p. 695;  ––––, Mensajes selectos (MS),vol. 2, (M. V., Calif.: Pub. Inter., 1967), pp., 2: 300,301.
[7] Ekkehardt Mueller, “Los 144.000 y la gran multitud”, Documentos, (Internet: Biblical Research Institute).
[8] ––––, Manuscript Releases, vol. 14, pp. 57,58.
[9] MS, 2:301.
[10] Ibíd., 1:145.
[11] Manuscrito (M), 118, 1899.
[12] PE, p. 58.
[13] Carta 11, 1890, citado en CBA, vol. 7, Apoc. 13:14-17; ––––, El evangelismo (Ev),(Bs. As.: ACES, 1975), p. 174; EUD, p. 228.
[14] Ev, p. 174.
[15] EUD,  p. 228.
[16] Idem.
[17] Ibíd., p. 279.
[18] CS, p. 689.
[19] PE, p. 243.
[20] ––––, Joyas de los Testimonios (JT), vol. 2, (Bs. As., ACES, 1956), pp. 373,374.
[21] MS, 1: 205.
[22] ––––, Sermons and Talks (MR), vol 1, pp. 72,73.
[23] PE, p. 19.
[24] CS,p. 707.
[25] Ibíd., p. 723.
[26] Ibíd., p. 707.
[27] MS, 1: 205.
[28] PE, p. 38.

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