martes, 22 de octubre de 2013

¿Los 144 000 son la gran multitud?


Al comienzo de nuestra obra se creyó que los 144.000 sellados eran un número literal, como todavía hoy sostienen los Testigos de Jehová. Nosotros no podemos saber quiénes son los que formarán parte de este grupo especial de redimidos.[1] Pero sí podemos saber que el número y las descripciones que presenta Juan en el Apocalipsis son simbólicos.

            En primer lugar, las 12 tribus de Israel ya no existen ni forman parte del pueblo de Dios. La única tribu que permanece es la de Judá. Pero, si bien muchos de ellos serán injertados en el pueblo santo, no lo serán como tribu, sino como individuos (Rom. 11:11, 19,21,23,24). Por eso el “Israel” de hoy es espiritual.



            En segundo lugar, es imposible elegir 12.000 de cada tribu, pues de las cuatro listas que aparecen en la Biblia, no hay una que concuerde con las otras. En la lista de Moisés no aparecen las tribus de Leví ni la de José (Núm. 1:4-16; 2). En Josué 13 al 19 están las de Manasés y de Leví, pero no las de José ni Efraín. En Ezequiel 48:31-35 están las de Leví y José, pero no las de Manasés y de Efraín. Y en Apocalipsis 7:4-8 están las de Leví, Manasés y de José, pero no las de Dan y Efraín.


            En tercer lugar, si las 12 tribus no existen sino en sentido figurado, el número “doce” debe ser interpretado con el sentido figurado de totalidad, pues representa algo completo y total dentro de los límites del pueblo de Dios (Éxo. 28:21; 39:14; 1 Rey. 18:31; Eze. 43:16; Mat.10:1; 19:28; 26:53; Mar. 6:43; 8:19; Luc. 22:30; Hech. 7:8; Sant. 1:1; Apoc.12:1; 21:2,14).). Lo mismo el número 1.000, que representa mucho, número incontable ((Deut. 7:9; 1 Crón. 16:15; Sal. 105:8; Eze. 6:6; 7:28; Apoc. 7:4-8; 11:13; 14:13,20; 21:16).). Si son 12.000 de cada tribu, entonces nos daría: 12 X 12 = 144 X 1.000 = 144.000.

            En cuarto lugar, si tomamos en cuenta que Dios nos elige respetando el libre albedrío, es decir conforme a la respuesta humana y no la suya, es imposible que los que estén en condiciones para pertenecer a este grupo especial de redimidos, lleguen a sumar exactamente 12 veces 12.000, ni uno más ni uno menos de cada grupo. Los cambios en el cumplimiento de sus promesas condicionales, se deben justamente a este factor humano que Dios respeta aunque es Todopoderoso.

            En quinto lugar, según leemos en Apocalipsis 14:1-5 y en las revelaciones de Elena G. de White,[2] los 144.000 son los que doctrinalmente no tendrán contaminación alguna con “mujeres” o enseñanzas de las iglesias de Babilonia;[3] serán los sellados después del decreto dominical y el gran zarandeo,[4] vencerán a “la bestia” y a su “imagen” cuando se dé el decreto contra la observancia del sábado; pasarán por el tiempo de angustia de Jacob, es decir sin intercesión por pecados de culpa; verán la “nube pequeña”; serán “trasladados de la tierra, de entre los vivos”; cantarán comprendiendo mejor que los demás redimidos el canto de Moisés y del Cordero; estarán delante del trono como primicias, junto con los tizones arrebatados del incendio —como Pablo, David, etc.—, y serán los únicos que podrán entrar en el templo de siete columnas dedicado a ellos, que se encuentra sobre siete colinas, afuera de la santa ciudad.[5] Desde la resurrección especial, a ellos se les sumarán los que murieron anunciando la segunda venida durante el anuncio del triple mensaje angélico, como Elena G. de White, Guillermo Miller y la Sra. Hastings.[6] Es decir que estarán vivos “con” ellos, pero no pertenecerán a los 144.000.

Últimamente se está extendiendo la idea de que los 144.000 y la gran multitud, son dos nombres de un mismo grupo de personas, que el Señor les promete el cielo. Los argumentos que presentan parecen muy razonables, porque ambos grupos poseen en el Apocalipsis un buen número de características en común,[7] que presento a continuación:
                        a) Guardan los mandamientos de Dios (Apoc. 12:17; 14:12).
                        b) Tienen el testimonio de Jesús (12:17; 19:10).
                        c) Tienen paciencia (13:10; 14:12).
                        d) Tienen fe (13:19; 14:12).
                        f)  Sufren tribulaciones (1:9; 2:9,10; 7:14), como las grandes persecuciones que se sufrió durante la Edad Media (Mat. 24:21; Dan. 12:1).
                        g) Sus vestiduras espirituales no tienen manchas gracias al perdón (Col. 1:22; Apoc. 7:14; 14:4,5).
            Pero, ¿son suficientes estas semejanzas? No, porque es de esperar que todo aquel que se prepare para el cielo, tenga que guardar los mandamientos y aceptar el “testimonio de Jesús” para eliminar toda mancha de sus vestiduras espirituales; y debe tener fe y paciencia, incluso en medio de las tribulaciones. Los exégetas saben muy bien que una interpretación no es correcta a menos que respete toda la revelación. Cuando Satanás se presentó como un ángel del cielo para tentar a Jesús, usó este método; y por lo tanto, debemos tener cuidado. Y al examinar toda la Revelación, tenemos:

1.º  La “gran multitud” es elegida de todas las naciones y las gentes de la tierra de todos los tiempos (Apoc. 7:9). En cambio los 144.000 son elegidos sólo de entre “los siervos de vuestro Dios” para que pasen por el gran sellamiento finalsiendo los únicos a quienes Dios decidirá su destino antes de la muerte y después del fin del tiempo de gracia (7:3-8).
      Hay tres momentos en que Dios elige para sellar a sus elegidos: El primero es al fin del breve proceso de la conversión, cuando después que el pecador arrepentido quiere morir a su viejo hombre, confiesa sus pecados, y por su fe en el Salvador, recibe la confirmación del perdón por obra del Espíritu Santo (2 Cor. 1:22; Efe. 1:13,14). Cuando esto ocurre, él se sienta en el trono de su mente, asociándose con su voluntad, y la renueva en un instante (2 Cor. 5:17,21; Tito 3:5; Efe. 4:23; Rom. 12:2). Con este acto de renovación de la conciencia, queda confirmada la nueva vida hasta la próxima caída. Es decir que la justicia que recibimos de Cristo, queda sellada con la condición de que permanezcamos en él. La observancia del cuarto mandamiento es la prueba más destacada de la permanencia de este sello (Eze. 20:4,20). Es a este sello en el perdón, que la mensajera del Señor hace referencia en 1899, al señalar a unos hermanos ancianos y decir que “el sello de Dios está sobre ellos”.[8]
      El segundo momento ocurre cuando termina la vida del creyente y “en ese mismo día perecen sus pensamientos” (Sal. 146:4).[9] Desde ese momento el Espíritu se levanta del trono de su mente; y en los libros del cielo queda determinado su destino para vida eterna o para la muerte segunda. Sin embargo, este destino se define con el fallo del gran tribunal celestial, cuya obra se inició en 1844.[10]  Es probable que todos los que murieron en Cristo ya hayan sido juzgados, y hoy el juicio continúe con los que van llegando al descanso.
      El tercer momento es el definitivo, y se cumplirá en la iglesia en forma masiva y repentina, es decir mientras los justos todavía sigan vivos (los 144.000), pero totalmente separados de los malos y viviendo de los milagros de Dios hasta la 2ª venida (Apoc. 7:3). Esto significa que no puede ocurrir mientras el justo tenga una oportunidad posterior de cambiar su destino, pues de lo contrario los testigos del universo se encontrarían con un juicio divino que podría ser injusto. El cambio de vida que se vio en el rey Ezequías, después que se le permitió vivir un tiempo más, es un ejemplo claro (2 Rey. 20 con 2 Crón. 32:25; 33:1,2,21,22). Por lo tanto, es un error creer que este sellamiento ocurrirá en cualquier momento de nuestra vida, entre 1844 y el sellamiento final.
      La Revelación nos dice que este gran sellamiento se cumplirá en el futuro[11] en un tiempo “muy corto”,[12] después del decreto dominical, pues será el medio que Dios usará para el gran zarandeo y purificación de la iglesia:
“El Señor me ha mostrado claramente que la imagen de la bestia será formadaantes que termine el tiempo de gracia, porque constituirá la gran prueba para el pueblo de Dios por medio de la cual se decidirá el destino de cada uno [...] “Esta es la prueba que deberán enfrentar los hijos de Dios antes de ser sellados”.[13] 
“Pero cuando se ponga en vigencia el decreto que ordena falsificar el sábado, y el fuerte clamor del tercer ángel amoneste a los hombres contra la adoración de la bestia y su imagen, se trazará la línea entre lo falso y lo verdadero. Entonces los que continúen aún en transgresión recibirán la marca de la bestia”.[14]
“Nadie hasta ahora ha recibido la marca de la bestia”.[15] “La observancia del domingo no es aún la marca de la bestia, y no lo será sino hasta que se promulgue el decreto que obligue a los hombres a santificar este falso día de reposo”.[16]
      Por eso la Hna. White dice que el sellamiento se cumplirá durante “la lluvia tardía” y “la postrera gran amonestación”, y poco antes que en el cielo se exclame: “Hecho es”; se dé el fallo de Apocalipsis 22:11 y concluya el tiempo de gracia. Ella escribió:
“Había recibido la lluvia tardía [...] Por todas partes había cundido la postrera gran amonestación [...] Un ángel con tintero de escribano en la cintura regresó de la tierra [...] quedando sellados y numerados los santos. Vi entonces que Jesús [...] alzando las manos exclamó en alta voz ‘consumado es”.[17] Desde ese momento los justos serán protegidos en forma directa y especial hasta la segunda venida.[18]

2.º  Los 144.000 poseerán cualidades que ningún otro grupo de redimidos ha poseído. Por ejemplo, desde la época apostólica hasta el período cristiano de Laodicea, el pueblo de Dios tuvo que crecer en entendimiento (Da, 12:4; 2 Ped. 3:18; Efe. 4:12,13; Apoc. 2:1-3:22). Por eso hoy conocemos mejor la profecía de los 2.300 años que cualquier profeta bíblico. Sin embargo, Elena G. De White aclaró:
Jesús no puede venir todavía a la tierra. Ellos [los que dicen poseer toda la luz de la verdad] tienen que soportar mayores pruebas por él. Deben renunciar a tradiciones y errores recibidos de los hombres y volverse por completo a Dios y su Palabra”.[19]  Y en 1900 añadió: No cerrará el tiempo de gracia hasta que el mensaje haya sido proclamado con más claridad”.[20]
Esto significa que si continuamos en este “desierto” de pecado, es porque el remanente de hoy todavía está contaminado “con mujeres” o doctrinas de otras iglesias cristianas, y debe “volverse por completo a Dios y su Palabra”. Por eso la crisis doctrinal actual nos dice que todavía  nos falta llegar a “la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios” (Efe. 4:13); por eso todavía los cuatro ángeles detienen los vientos; por eso todavía los 144.000 no han sido elegidos como “vírgenes”, sin mancha y sin mentira (Apoc. 14:4,5) y “Jesús no puede venir todavía a la tierra”.

3.º  Esto explica por qué la Hna. White dijo en 1901 que, a pesar que ya se puede saber si formamos parte de los redimidos —porque en el perdón el Espíritu da testimonio que somos hijos y herederos del cielo, aunque solamente hasta la próxima caída (Rom. 5:1; 8:16; Apoc. 22:14)—, todavía nadie puede saber quiénes formarán parte de los 144.000.[21]

4.º  Los 144.000 serán “redimidos de entre los hombres como primicias para Dios” (Apoc. 14:4). El vocablo “primicia” (ajparch; aparqué) aparece 8 veces en el N.T., como “primero” en orden (Rom. 8:23; 11:16; 16:5; 1 Cor. 15:23; 16:15) y “principal” o primero en jerarquía (1 Cor. 15:20; Sant. 1:18); Apoc. 14:4).  Y viene del A.T. como primero (Prov. 3:9), elegido (Jer. 2:3), apartado para uso sagrado (Eze. 20:40), y como ofrenda especial (Mal. 3:3). Sabemos que los 144.000 no serán los primeros en llegar al cielo (2 Rey. 2:11; Mat. 27:52; Jud. 9). Por lo tanto, en el cielo serán considerados como un presente especial, elegidos de entre la “gran multitud”. Por eso la mensajera del Señor dijo que los 144.000 serán los “especialmente elegidos[22]

5.º  En el cielo hay un templo de siete columnas que está fuera de la santa ciudad. Y aunque creemos que Elena G. De White formará parte del pueblo de Dios, se le reveló que ella no podrá entrar allí, sino sólo los 144.000.[23] Ellos serán los únicos que podrán entender plenamente el canto de Moisés y del Cordero (Apoc. 14:3; 15:3), “pues es el cántico de su experiencia —una experiencia que ninguna otra compañía ha conocido jamás [...] Habiendo sido trasladados de la tierra, de entre los vivos, son contados por ‘primicias’ para Dios y para el Cordero”.[24] 

6.ª  Por eso, en cuanto a la ubicación de la adoración de los redimidos, ellos estarán frente al trono de Dios entre los primeros, junto con los tizones arrebatados del incendio. En cambio en la descripción que da la Hna. White, la gran multitud de redimidos de Apocalipsis 7:9 estará ubicada frente al trono en un cuarto lugar.[25]  Vemos aquí otra clara separación entre los 144.000 y la “gran multitud”.

7.º  Los 144.000 serán los redimidos que ascenderán al cielo sin ver la muerte.[26]La gran mayoría de los redimidos serán resucitados ¾una nueva separación. 

8.º  Si los 144.000 es la “gran multitud”, todos los que pedimos el perdón y somos limpiados “de toda maldad” (1 Juan 1:9) deberíamos aceptar por fe que ya estaríamos formando los 144.000. Pero sabemos que éstos no pueden existir antes del decreto dominical, el gran zarandeo y la lluvia tardía, ya que serán los medios que empleará Dios para que ellos puedan estar preparados para vivir sin pecar desde su sellamiento hasta la segunda venida. Y sólo lo podrán lograr gracias a su completa separación física y espiritual del mundo, y el cuidado especial que brindarán los ángeles de Dios contra las asechanzas de Satanás. Así que de la “gran multitud” de creyentes, hoy nadie puede forma parte de los 144.000 sellados: “Fuera de duda esto lo sabrán dentro de poco los que sean elegidos de Dios” —asegura la pluma inspirada.[27] Por lo tanto, al referirse al pueblo remanente de hoy, “los misericordiosos ojos de Jesús vieron al pueblo remanente sin sellar”.[28] —Se entiende sin sellar en vida, pues todos los redimidos son sellados al morir, que es el fin del tiempo de gracia para los que no pertenecerán a los 144.000. 

Por lo tanto, aunque los 144.000 sumarán un número literalmente mayor, no son los mismos que la “gran multitud, sino que formarán una parte especialmente elegida, por poseer y vivir con características que ningún otro grupo de santos ha poseído jamás.


Por
Leroy E. Beskow



[1]  Francis D. Nichol, ed., Comentario bíblico Adventista del 7º Día (CBA),vol. 7, (Mountain View, California: Publicaciones Interamericanas, 1990), p. 989.
[2] Elena G. de White, El Conflicto de los siglos (CS), (M. V., Calif.: Pub. Inter., 1955), pp. 706-708.
[3] La Hna. White dice que todavía hay asuntos doctrinales que debemos abandonar de la teología humana (––––, Primeros escritos (PE), (M. V., Calif.: Pub. Inter., 1966). P. 243; ––––, Testimonios selectos (TS), (Buenos Aires, Casa Editora Sudamericana, 1936), p. 282).
[4] ––––, Eventos de los últimos días (EUD),(Bs. As.: ACES, 1992), p. 279.
[5] PE, p. 19.
[6] CS, p. 695;  ––––, Mensajes selectos (MS),vol. 2, (M. V., Calif.: Pub. Inter., 1967), pp., 2: 300,301.
[7] Ekkehardt Mueller, “Los 144.000 y la gran multitud”, Documentos, (Internet: Biblical Research Institute).
[8] ––––, Manuscript Releases, vol. 14, pp. 57,58.
[9] MS, 2:301.
[10] Ibíd., 1:145.
[11] Manuscrito (M), 118, 1899.
[12] PE, p. 58.
[13] Carta 11, 1890, citado en CBA, vol. 7, Apoc. 13:14-17; ––––, El evangelismo (Ev),(Bs. As.: ACES, 1975), p. 174; EUD, p. 228.
[14] Ev, p. 174.
[15] EUD,  p. 228.
[16] Idem.
[17] Ibíd., p. 279.
[18] CS, p. 689.
[19] PE, p. 243.
[20] ––––, Joyas de los Testimonios (JT), vol. 2, (Bs. As., ACES, 1956), pp. 373,374.
[21] MS, 1: 205.
[22] ––––, Sermons and Talks (MR), vol 1, pp. 72,73.
[23] PE, p. 19.
[24] CS,p. 707.
[25] Ibíd., p. 723.
[26] Ibíd., p. 707.
[27] MS, 1: 205.
[28] PE, p. 38.

jueves, 3 de octubre de 2013

La poligamia y la Biblia


“Yo tuve que hacer la promesa —dijo Vera, con una sonrisa—, pero tenía los dedos cruzados cuando la hice”. A Vera le quitaron sus hijos en 1956 cuando las autoridades del Estado de Utah la obligaron a prometer, para recuperar a sus hijos, que renunciaría a la poligamia. Hizo la promesa, pero la rompió a los pocos días. La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días todavía mantiene la creencia del pacto con Dios mediante la poligamia.1
La poligamia es condenada por la sociedad sobre el principio de que el matrimonio legal está conformado por una mujer y un hombre. ¿De dónde viene esta idea? La historia del mundo occidental tiene sus raíces en la Biblia, es decir en el judaísmo y el cristianismo. La historia de los orígenes nos dice que Dios creó al hombre y luego a la mujer: “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Génesis 2:24).
Este consejo no fue seguido por la mayoría de los personajes bíblicos; la sociedad de aquel tiempo en realidad era polígama. Tanto es así que la ley de Moisés reglamentó la repartición de la herencia cuando se tenía hijos en un matrimonio polígamo: “Si un hombre tuviere dos mujeres, la una amada y la otra aborrecida, y la amada y la aborrecida le hubieren dado hijos, y el hijo primogénito fuere de la aborrecida; en el día que hiciere heredar a sus hijos lo que tuviere, no podrá dar el derecho de primogenitura al hijo de la amada con preferencia al hijo de la aborrecida, que es el primogénito; más al hijo de la aborrecida reconocerá como primogénito, para darle el doble de lo que correspondiere a cada uno de los demás; porque él es el principio de su vigor, y suyo es el derecho de la primogenitura” (Deuteronomio 21:15-17).
En este pasaje bíblico se defiende el derecho del primogénito, aun cuando sea hijo de la mujer no favorecida por el hombre. ¿Por qué razón hemos de condenar como sociedad lo que Dios aceptó implícitamente al reglamentar la herencia del primogénito en una relación de poligamia? La verdad bíblica de la historia de la creación está entrelazada con la historia del pecado y el abuso de un ser humano contra otro; de manera más común manifestada en los abusos del hombre contra la mujer.
Dios siempre estuvo dispuesto a aceptar al ser humano, aun en medio de sus errores. ¿Será que todo lo que Dios permitió es lo mejor para la humanidad? “El les dijo: Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres; mas al principio no fue así” (S. Mateo 19:8). Es obvio que la ley de Moisés que regula las relaciones de la poligamia no representa una declaración de la virtud de esta institución; es más bien una declaración “de la dureza del corazón de ellos”.
En relación al matrimonio polígamo, la mejor pregunta no es si Dios lo permitió. Esta pregunta nos lleva al mínimo aceptable. Es decir, a los valores más bajos e inferiores en relación a lo que el Creador espera de los seres humanos. El divorcio es aceptado por Dios y codificado por las leyes del Antiguo y del Nuevo Testamento (vea S. Mateo 19:8, S. Marcos 10:4 y Deuteronomio 24:1-4). ¿Cómo comprobamos que la poligamia, al igual que el divorcio, representa la aceptación divina de una práctica fuera del plan de Dios? Estas regulaciones no salen del plan divino; salen de la degradación del diseño original, y de la adaptación que Dios acepta como inevitable al enfrentar el pecado de los hombres. Por lo tanto, sugiero que el mejor argumento en contra de la poligamia no es que Dios la condena, sino que no representa el plan original. Es una consecuencia del pecado.
¿En qué es superior el plan original de Dios del matrimonio monogámico respecto de la poligamia? Nos enfocaremos en tres aspectos del matrimonio en los cuales vemos la superioridad de la pareja sobre el grupo. Estos tres argumentos parten de la historia de la creación, al mismo tiempo que son corroborados por la psicología contemporánea. Primeramente, Génesis 1:27 dice: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó”. La idea de seguir un modelo divino en el diseño del matrimonio está grabada en el concepto de “imagen”. Este término significa el reflejo de un ser en otro ser.
Ser únicos demanda un reconocimiento que exige singularidad. Singularidad en paridad se consigue a través de la relación entre dos iguales que se complementan. Esta complementación exige una danza de poder compartido que ha sido violada de muchas maneras. Los hombres han sido generalmente los que violentan esta paridad, al subyugar a la mujer a un rol de sirviente u objeto para su satisfacción. La Biblia relata el desagrado de Dios por la violencia y el abuso sexual contra la mujer (Deuteronomio 22:25-27). Ahí está el caso de Amnón, hijo de David, y de su hermana Tamar (2 Samuel 13:6-14).
La violación a Tamar tuvo consecuencias nefastas para Amnón y para toda la familia de David (2 Samuel 13:20-33). El Dios Eterno mira el abuso desde su trono, y aunque Dios no interviene en cada caso particular, deja una señal inequívoca de que habrá una intervención final en la que todos los abusadores, violadores y adúlteros, que ven a las mujeres como objeto sexual, recibirán la paga por su transgresión: ¡El juicio de la “muerte segunda” (Apocalipsis 21:8)!
Solo dos pueden ser uno para otro en paridad. Es matemática y psicológicamente imposible ser iguales en una relación de un hombre y dos o más mujeres. Por definición, el hombre estará permanentemente en una posición de superioridad. Será superior a cada una de las mujeres. Estará con una y no con la otra, escogerá una y negará la otra permanentemente. ¡Solo hay uno de él y dos o más de ellas!
Dios creó a ambos a su imagen; varón y hembra llevan la imagen de Dios. No es aceptable someter a uno de los dos a una posición desigual.
La segunda razón para aborrecer la poligamia como un modelo inferior y degradante, que no promueve la felicidad máxima para ninguno de sus miembros, está basada en el concepto de pertenencia. “Por tanto dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán una sola carne” (Génesis 2:24). La pertenencia que tenían los padres como progenitores se transfiere a los miembros de la pareja, el uno pertenece al otro en igualdad. Se abandonan las alianzas anteriores para tener una alianza superior, ahora el cónyuge ya no se debe primero a sus padres sino al otro.
Resulta obvio que la familia sigue siendo importante y que los esposos siguen siendo hijos y hermanos; primos y sobrinos. Además se añaden todas las relaciones familiares del cónyuge. En vez de disminuir, la familia aumenta; en vez de minimizarse la interrelación familiar, se multiplica. La idea central no es que solo se pertenece uno al otro, sino que ahora, primariamente, se debe uno al otro. Esta designación divina otorga la seguridad máxima de pertenencia que conoce el ser humano en la sociedad. La entrega de un cuerpo a otro para llegar a ser una sola carne es singular.
Solo se puede entregar singularmente en una relación de dos. No pueden ser singulares y afirmar la pertenecía en una relación de tres o más. La desigualdad de una entrega de tres o más no permite el disfrute completo de una entrega singular. Esta entrega singular asegura exclusividad. La exclusividad significa que uno dejó a todos los demás, incluidos los padres como seres primarios, para entregarse al cónyuge. Esta es la base psicológica de la seguridad de una aceptación incondicional.
El Instituto Nacional de Salud de los Estados Unidos (NIH) publicó un artículo donde declaraba que las parejas casadas son más felices, tienen mejor salud mental y viven más años que los solteros.2 La causa de estas ventajas psicológicas y físicas se encuentra en la relación permanente entre un hombre y una mujer; los que se divorcian y se casan de nuevo no reciben este mismo beneficio. Si bien es cierto que no podemos inferir directamente de este estudio que la monogamia es mejor que la poligamia, sí podemos decir que está comprobado científicamente que la relación singular y permanente entre un hombre y una mujer trae beneficios que no se verifican en otro tipo de relación.
El tercer factor del diseño de exclusividad está definido por compartir los sufrimientos y las penas de esta vida en igualdad y en armonía. La historia bíblica no es inocente de las consecuencias del pecado. La historia de los orígenes señala que el hombre y la mujer fueron advertidos acerca de los sufrimientos que les esperaban.
A la mujer se le dijo: “Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti”. Y al hombre se le dijo: “Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él, maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos y cardos te producirá y comerás plantas del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres y al polvo volverás” (Génesis 3:16-19).
Génesis 3:16-19
ConsecuenciasPara la mujerPara el hombre
DOLOR: por razones biológicas naturales, el nuevo estado sería de dolor.“Multiplicare en gran manera los dolores en tus preñeces”.“Maldita será la tierra por tu causa”.
DOLOR: por razones de funciones humanas, el nuevo ambiente sería hostil.“Con dolor darás a luz los hijos”.“Con dolor comerás de ella todos los días de tu vida”.
DIFICULTADES: por razones de relaciones interpersonales, estarían sujetos al otro.“Tus deseo será para tu marido”.“Espinos y cardos te producirá”.
DIFICULTADES: por razones de relaciones de poder, estarían bajo el poder del otro.“Él se enseñoreará de ti”.“Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra”.
MUERTE: fin “natural” del pecado.Ella también muere.“Porque de ella [la tierra] fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás”.

Al examinar cuidadosamente las palabras habladas por Dios al hombre y a la mujer, notamos paridad y reciprocidad. Ambos sufrirían dolor, multiplicado por causas biológicas que antes eran indoloras, tales como el acto de procrear y producir alimentos de la tierra. Ambos estarían sujetos a su ambiente, y por ende el uno al otro. ¡Ambos estarían en necesidad de apoyo para enfrentar las dificultades de una vida cuyo fin “natural” es la muerte!
La imagen de Dios en cada uno de los cónyuges, la igualdad de derechos y deberes de uno hacia otro, y la necesidad de apoyo completo y cabal,demandan una relación exclusiva y no compartida. Al no promover cada uno de estos factores, la poligamia disminuye el potencial humano de placer y empatía. Esta disminución no beneficia a nadie; solo se degrada el potencial humano y se potencia el sufrimiento en relaciones conyugales no complementarias. La historia de David testifica acerca de esta realidad trágica.
Por 
Johnny Ramírez-Johnson y Clara Jorge Ramírez
1Scott Anderson, "The Polygamists," National Geographic,http://ngm.nationalgeographic.com/2010/02/polygamists/anderson-text, Febrero, 2010.
2 Linda J. Waite y Evelyn L. Lehrer. (2003). "The Benefits from Marriage and Religion in the United States: A Comparative Analysis", Population and Development Review, 29(2):255–276. Se puede leer en el Internet an la siguiente dirección:http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2614329/?tool=pmcentrez.


El autor es profesor de Psicología, Cultura y Religión en la Universidad de Loma Linda, California. La autora es directora del programa de español de la misma universidad.