El hombre desde siempre ha buscado sus orígenes. Este rastreo ansioso de sus raíces es quizá síntoma de una búsqueda mas profunda : La búsqueda del sentido de la vida. Lo que mas teme el hombre moderno no es la destrucción total, sino la total falta de sentido de su existencia.
La ciencia y la tecnología modernas nos han proporcionado extensa investigación, abundancia de bienes de consumo, comunicación inmediata e innumerables inventos. Sin embargo, lo que puede dar sentido a la vida no es la extensión de la investigación sino la profundidad del pensamiento; no la cantidad de los objetos, sino la calidad de los objetivos; no la rapidez de las comunicaciones sino la solidez de las convicciones; no la ingeniosidad de las ciencias sino la validez de las creencias.
El sentimiento de vacío, desencanto y falta de sentido que experimentan muchas personas no puede ser superado por medio del reencuentro con las mas profundas raíces del hombre, o por un mejor desarrollo de los sistemas político, económico, científico; se necesitaría el redescubrimiento de una fe enraizada mas allá de los limites de lo humano. Una fe tridimensional capaz de abarcar el origen trascendente del hombre, el sentido de su presente, y su destino ultimo.
PARTE I: VALOR DEL SABADO
1. Bases para una fe universal
El valor del sábado para el hombre de hoy reside en su capacidad para sustentar esa fe tridimensional. Las facetas del sábado que vamos a estudiar engloban la creación, la redención y la restauración final; el pasado, el presente y el futuro; el hombre, la naturaleza y Dios. La simbología cósmica del sábado proporciona al creyente la base para una fe universal; una fe que abarca realidades pasadas, presentes y futuras.
El lugar más lógico para iniciar esta investigación sobre el valor trascendental del sábado es el relato bíblico de su origen. Generalmente el origen de una institución determina su importancia. Cualquier lector, por poco familiarizado que este con la Biblia, sabe que en ella el origen del sábado esta explícitamente relacionado con el hecho de la creación. El estudio de la estructura del primer relato de la creación (Génesis 1: 1-2:3) revela, que el séptimo día representa la majestuosa culminación de la creación. Según el relato bíblico, en los 6 primeros días creo Dios los espacios ( cielo, tierra, mar) y los habitantes de esos espacios (peces, aves, animales terrestres y el hombre); y después, “El séptimo día terminó Dios lo que había hecho y descansó. Entonces bendijo el séptimo día y lo declaró día sagrado, porque en ese día descanso de todo su trabajo de creación” Génesis 2:2-3.
2. Celebración de los orígenes de la humanidad
Es significativo que el pasaje acerca del séptimo día este situado en el punto divisorio entre el final de la primera narración de la creación (Génesis 1: 1-2:3) y el principio de la segunda, especialmente centrada en el hombre y su primer hogar (Génesis 2: 4-25). Esta ubicación del séptimo día como línea divisoria le confiere la función particularmente importante de celebrar e inaugurar la historia humana. En el primer relato de la creación, el séptimo día es presentado en estrecha vinculación con el origen de la pareja humana, precediendo inmediatamente a la formación y bendición de esta como culminación ultima de la creación y además estos temas son tratados con mayor extensión que cualquier otro acontecimiento de la creación. Esto muestra la importancia y la interdependencia de ambos asuntos.
El primer día completo en la vida de Adán fue el sábado, día que empleó – como legítimamente podemos suponer – no trabajando sino celebrando junto con su Divino Autor la inauguración de la creación completa y perfecta. Esta suposición se basa en la declaración bíblica de que el hombre fue creado para vivir según la “imagen” y el ejemplo de su creador (Génesis 1:26). Además, el Señor mismo declaró enfáticamente que “el sábado fue hecho para el hombre” (Marcos 2:27). La palabra hebrea usada para hombre es “Adam”, término que se designa tanto a una persona especifica – Adán – como al conjunto de la humanidad (Génesis 5:2). En el relato de la creación, el séptimo día marca la celebración del origen de este mundo en general y la del hombre en particular. Por eso Filón, el gran filosofo judío, se complace en llamar al sábado “el aniversario del mundo”.
3. Inauguración de la historia Humana
La segunda parte del texto sobre la creación, que describe el origen y los albores de la historia de la humanidad, también aparece íntimamente relacionada con el séptimo día, puesto que se inicia en el contexto de esta institución. De hecho, el relato comienza inmediatamente después de la celebración del primer sábado (Génesis 2:2-3) con las palabras: “Estos son los orígenes (“Toledoth”) de los cielos y la tierra”. “Toledoth” puede traducirse tanto por “generación” u “origen” como por “informe,” “relato” o “historia”.
¿Por qué el relato del principio de la vida humana toma como punto de partida la institución del sábado? Indudablemente porque ese día celebra la inauguración de la historia de la humanidad. Su función consiste en conmemorar la culminación de la creación e inaugurar la historia humana, o dicho en otras palabras, celebrar el origen del hombre.
PARTE II: TEORIAS SOBRE EL ORIGEN DEL SABADO
Sin menospreciar el valor del relato bíblico, a menudo los historiadores han preferido rastrear los orígenes del sábado en fuentes extra-bíblicas limitándose a “las cosas que el historiador puede ver”. Las teorías más destacadas sitúan el origen del sábado:
1. En torno a la época de Moisés.
2. Después del establecimiento de Israel en Canaán.
3. En torno al exilio Babilónico.
Las principales razones aducidas para esos orígenes del sábado podrían ser clasificadas como:
1. Astrológico- Astronómicas.
2. Sociales- Económicas.
3. Mágico- Simbólicas.
1. Origen en torno a la época de Moisés
Saturno. La teoría del origen mosaico del sábado se apoya principalmente en el supuesto de la influencia mesopotamica de periodos de 7 días relacionados con el planeta Saturno y las fases de la luna. Una antigua teoría, hace derivar al sábado del Antiguo Testamento del día de Saturno observado por los Kenitas (o ceneos), una tribu con la que Moisés entró en contacto por matrimonio durante su estancia en Madian (Jueces 4:11,17).
El error básico de esta teoría está en que se apoya en el supuesto de que los kenitas tenían una semana de 7 días dedicados respectivamente a los dioses planetarios. Sin embargo, sabemos que la introducción de la semana planetaria ocurrió mucho mas tarde, aproximadamente al principio de la era cristiana. Además no existe ninguna indicación en el Antiguo Testamento o en la antigua literatura hebraica que relacione de algún modo el sábado con el culto a Saturno.
Las fases de la luna. Esta teoría lunar vincula el origen del sábado con los días asociados a las 4 fases de la luna. Estos días aparentemente gozaron de significado religioso en la antigua mesopotamia, el lugar de origen de Abraham. La prueba de la existencia de tales días se extrae de un calendario asirio encontrado en el museo Británico en 1896. Este calendario parece ser la transcripción de un original babilonico mas antiguo que enumera los 30 días de un decimotercer mes y señala los días 7, 14, 19, 21 y 28 de ese mes como días ümë lemnüti (días nefastos), en donde el sacerdote y el medico debían abstenerse de realizar ciertas actividades para no ofender a los dioses. El origen de estos días nefastos se atribuye a las cuatro fases de la luna que ocurre aproximadamente cada 7 días. Los hebreos habrían derivado su sábado del antiguo ciclo lunar mesopotámico.
Esta teoría muy sugestiva, revela tres inconsistencias. En primer lugar, dado que la duración del mes lunar (lunación) no es de 28 días (4x7) sino de más de 29 (un periodo que no se puede subdividir en cuatro semanas de 7 días cada una), cualquier relación entre el séptimo día y las fases de la luna debe ser considerada no como primariamente original, sino como un desarrollo secundario. En segundo lugar, si los babilónicos contaban los días nefastos en ciclos semanales (cosa que aparentemente nunca hicieron), sus ciclos tenían que interrumpirse por fuerza al principio de cada mes, puesto que el primer día ocurría 8 o 9 días después del último día nefasto del mes anterior, creando un ciclo muy irregular (dependiente del ciclo lunar anterior de 28 o 29 días), que difícilmente pudo dar origen al ciclo semanal hebraico formado por semanas invariables de siete días contados independientemente del ciclo lunar o solar. En tercer y último lugar, no se hallado nada en los textos cuneiformes indicando que los babilonios usasen estos días nefastos como divisiones “semanales” del tiempo civiles. Los preceptos conocidos para estos días afectaban solamente al rey y a los sacerdotes y no al pueblo en general.
Sabattu. En varios documentos de la antigua Mesopotamia aparece el termino sabattu, que tiene un sorprendente parecido fonético con la palabra hebrea sabbat (sábado). En varias tablillas el sabattu es definido como üm nüh libbi (día del descanso del corazón) o el “día del apaciguamiento”. El sabattu era por consiguiente el día de la luna llena que ocurre una vez al mes, cuando los dioses eran apaciguados o calmados. La semejanza entre estas dos palabras: sabattu acadio y el sabbat hebraico han llevado a algunos historiadores a deducir que el sábado en su origen era una festividad mensual y no semanal, relacionada con la celebración de la luna llena. La transformación del sábado mensual a semanal se habría realizado más tarde en el tiempo de Ezequiel, como respuesta a una necesidad de trabajo.
Esta teoría es infundada puesto que no hay una sola palabra en Ezequiel que prescriba algún nuevo modo de celebrar el sábado; al contrario, Ezequiel se queja constantemente (20:12; 22:8; 23:38; 44;24) de que durante muchos años... Israel ha fallado en la observancia del sábado en su significado tradicional. Los defensores de la teoría de la luna llena también ignoran textos tan antiguos como 2 Reyes 4:23 y 2 Reyes 11:4-12 que hablan del sábado mas de 2 siglos antes de la época de Ezequiel.
2. Ocupación de Canaan
Institución Social. El fracaso de las fuentes extrabiblicas en explicar el origen del sábado ha forzado a los especialistas a volverse nuevamente en sus investigaciones a los textos del A.T. esta nueva orientación de estudios ha llevado a la conclusión que el sábado fue instituido después de la ocupación de Canaan. Las principales razones alegadas para esta introducción son esencialmente de orden social y económico. La necesidad de conceder un día de descanso a los esclavos y la conveniencia de tener un día de mercado libre. Con el tiempo, según esta hipótesis, el sábado sufrió una evolución, pasando de ser una institución social a una religiosa.
En apoyo de esta teoría se han adelantado textos que presentan al sábado en términos sociales, particularmente Éxodo 23:12 y 34:21. El primero prescribe el descanso en el séptimo día “para que descansen tu buey y tu asno y recobren sus fuerzas tus esclavos y el extranjero.” El segundo insiste en la necesidad de observar el séptimo día incluso en plena temporada de trabajo agrícola: “descansaras aun en tiempo de siembra y cosecha.”
La lógica de esta argumentación no se puede negar, pero se basa en unas premisas injustificadas. Se da por sentado que las inquietudes humanitarias precedieron a las reflexiones teológicas y por consiguiente los textos del pentateuco que hablan del séptimo día deben reflejar la forma originaria de la observancia del sábado, mientras que los textos que contienen implicaciones religiosas o teológicas deben ser fechados en un periodo cronológico posterior.
Los días de mercado y el número siete. Para explicar cómo los Israelitas escogieron el séptimo día como día de descanso después de la ocupación, se han aducido que tuvieron relación con influencias cananeas del día de mercado o del número siete. ¿Adoptaron los israelitas el sábado de los cananeos?. Esta posibilidad parecería cierta puesto que los cananeos influyeron considerablemente sobre los israelitas.
El hecho es, sin embargo, que no se ha encontrado ningún vestigio relacionado con el sábado ni entre los cananeos ni entre sus principales vecinos, los fenicios.
Este rápido vistazo nos ha permitido observar algunas de las inconsistencias de los actuales criterios usados para defender el origen del sábado como una institución social originada durante el asentamiento de Israel en canaan. Estas teorías no aportan ninguna alternativa convincente que explique el origen del sábado, porque se basa en una arbitraria selección de textos y en una hipotética influencia de un posible día de mercado.
3. El Exilio
¿Innovación o consolidación? El periodo del exilio judío en babilonia (605- 539 A.C.) ha sido considerado de crucial importancia para la historia del sábado. Se cree que allí se le dio origen y otros piensan que el exilio representa el punto de partida del desarrollo teológico y litúrgico del sábado. No nos detendremos en la primera opción , pues como hemos visto, es desmentida abiertamente por las referencias bíblicas pre-exilicas acerca del sábado. La segunda tesis merece tomarse en consideración. Se pretende en ella que el exilio contribuyó a transformar el sábado de una institución social (día de descanso para los esclavos y ganado) en una festividad religiosa (día para el culto divino). Por una parte, la perdida de la patria, los bienes y los esclavos habría eliminado las razones sociales para el descanso sabático, al tiempo que habría inducido a los israelitas a buscar otras justificaciones teológicas. Por otra parte, la perdida de un lugar sagrado propio (el Templo de Jerusalén, 586 A.C.) habría sido compensada por un tiempo sagradopropio (el sábado) capaz de proporcionarles un marco para la adoración, incluso en el exilio.
El Antiguo Testamento (A.T.) no corrobora esta teoría. Los profetas del exilio no introdujeron ninguna innovación en la teología o la observancia del sábado. Ezequiel no prescribe nada nuevo sobre el sábado. Al contrario llega a considerar la profanación del sábado en el pasado como la causa principal de las calamidades que habían caído sobre Israel (Ezequiel 20:15-16, 21, 36; 22:26, 31).
¿Se convirtió el séptimo día en un tiempo sagrado como resultado de la perdida de un lugar sagrado (el templo de Jerusalén)? Nuevamente, las declaraciones de Ezequiel se oponen a ello. La carencia de un lugar de culto durante el exilio no parece haber contribuido tanto a la introducción de grandes innovaciones ideológicas o rituales como a la consolidación de las instituciones ya existentes, entre ellas, el sábado. Así lo corroboran los mensajes dados por Jeremías y las medidas tomadas por Nehemias después del exilio, por ejemplo, para impedir las actividades comerciales en Jerusalén durante el sábado (Jeremías 17:19-27; Nehemias 10: 31, 33; 13: 15-22). Estas medidas no van encaminadas a transformar el carácter del sábado sino a corregir a sus transgresores.
Con estas observaciones no pretendo negar que mas tarde el concepto del sábado no sufrió cambio alguno. De hecho, el sábado llegó a ser tenido por los judíos como un don exclusivo de Dios para Israel. Este exclusivismo fue alimentado tanto por el judaísmo rabínico como por el sectario, ambos empeñados en levantar en torno a ese día barreras protectoras para asegurar su correcta observancia. Desgraciadamente, como declaran los Evangelios, esas barreras se convirtieron en una pesada carga legalista en vez de una guía espiritual para la genuina celebración del sábado.
¿Que conclusiones podemos sacar de este breve examen de las principales hipótesis sobre el origen del sábado?. Hemos visto que todas las conjeturas relativas a la época (Moisés, asentamiento, exilio) y a las causas (astronómicas, sociológicas, mágicas) del origen de la celebración del sábado, complican mas el problema de lo que lo aclaran. No se puede presentar ninguna prueba que el sábado derive del culto a Saturno, de las fases de la luna o de los días de mercado. Me pregunto si muchos de estos esfuerzos por reducir el sábado a un fenómeno mítico o sociológico no seria un reflejo del deseo – consciente o no – de algunos, de liberarse a si mismos de la necesidad de enfrentarse con el sentido y la observancia de ese día.
PARTE III : EL SABADO DE LA CREACION
1. Objeciones y objetores al sábado de la creación
Las teorías acerca del origen del sábado que acabamos de ver reflejan las conclusiones de la critica reciente. Pero, por extraño que parezca, la relación entre el sábado y la creación ya había sido impugnada desde mucho antes por sectores tan “conservadores” como los judíos de Palestina, los padres de la Iglesia, algunos reformadores y . mas recientemente, los modernos dispensacionalistas. ¿cuales son las razones de ese continuo rechazo del origen edénico del sábado a pesar de las reiteradas declaraciones del pentateuco (Génesis 2:1-3; Exodo 20:11; 31:17)?
Crisis de identidad. El imperioso deseo de conservar su identidad judía en un tiempo en que la presión Helenística les impelía a abandonar el judaísmo, llevó a algunos rabinos de Palestina a reducir el alcance del sábado, haciéndolo pasar de una norma establecida en la creación para toda la humanidad a un precepto dado a Moisés exclusivamente para Israel. Los esfuerzos del Rey Asirio Antioco Epifanes en llevar a cabo su programa de HELENIZACION de los judíos favorecieron especialmente esta evolución. Como resultado de la prohibición de ofrecer sacrificios y de guardar el sábado ( 175 A.C.), muchos judíos rechazaron la fe “sacrificando a los ídolos y profanando el sábado” (1 Macabeos 1:43). La necesidad de preservar su identidad religiosa en tiempo de crisis fomento una visión nacionalista y exclusivista del sábado. En el libro de los Jubileos se lee : “ El (Dios) no permitió a ningún otro pueblo observar el sábado en ese día sino solo a Israel; a el solo le fue otorgado celebrarlo” (2:31). Si se encuentra alguna mención de la observancia del sábado por los patriarcas, se la considera como una excepción “antes de que (el sábado) fuese dado” a Israel.
Esta noción del sábado como una institución exclusivamente judía establecida no en la creación y para toda la humanidad, sino por Moisés y para Israel solo, hace aparecer a Dios como culpable de favoritismo y discriminación. Este pensamiento representa solo una tendencia del pensamiento judío. Surgió en oposición al concepto del sábado en el Judaísmo Helenístico (Griego), en el que se lo consideraba como un legado dado en la creación a la humanidad entera.
Ausencia de la palabra “sábado”. En el texto de Génesis 2:2-3 se encuentra una triple referencia al “séptimo día”, pero no se menciona la palabra “sábado.” Para algunos esta ausencia indica que el sábado no fue instituido en la creación sino en tiempos de Moisés. Es cierto que el termino “sábado” no aparece en el pasaje, pero también lo es que la forma verbal utilizada es SABAT (cesar, descansar, reposar) y, tal como ha señalado Cassuto, esta forma “contiene una alusión al nombre sábado”.
Ausencia de un mandamiento. La ausencia en Génesis 2:2-3 de un mandato especifico sobre la observancia del séptimo día, se ha interpretado como una prueba adicional de que el sábado no tiene que ver con ningún precepto divino ni con ninguna norma ética destinada a la humanidad entera, siendo tan solo una institución ceremonial introducida por Moisés en Israel y justificada con un presunto origen en la semana de la creación. Este argumento acusa a Moisés de distorsionar la verdad, o por lo menos, de haber cometido el grave error de pretender que el sábado era una creación divina, cuando en realidad era su propia creación. Tal acusación pone en duda no solo la integridad de Moisés, sino también la fiabilidad del texto bíblico.
¿Qué es lo que da a un mandato divino su carácter moral y universal? ¿No se considera ley moral aquella que refleja la naturaleza divina?. Si es así, ¿Pudo revelar Dios de un modo mejor la naturaleza moral del sábado que convirtiendo en precepto su propia conducta divina? ¿Hay algún principio que establezca que el ejemplo divino tiene menor autoridad moral que su mandato? ¿No tienen mas valor los actos que las palabras? “El modo de actuar de Dios”, describe John Murray, “ es el modelo que sirve de ejemplo para la actuación humana.”
El hecho de que el sábado sea presentado en el texto de la creación como un ejemplo divino y no como un mandato, puede muy bien expresar la intención divina de que el sábado fuese entendido en un mundo sin pecado, no como una imposición alienante sino como una respuesta libre del hombre ante la bondad de su creador.
Ausencia de ejemplos. El argumento mas antiguo y el mas fuerte que se haya avanzado contra la procedencia edénica del sábado es la ausencia de menciones explícitas de su observancia durante todo el periodo patriarcal desde Génesis 2 hasta Exodo 16. ¿A que se debe este aparente silencio? ¿Es posible que desde Adán hasta Moisés, el sábado dejase de ser observado? Un caso parecido a este ocurrió con la fiesta de las cabañas, que dejó de celebrarse desde el tiempo de Josué hasta Nehemias, durante casi mil años (Nehemias 8:17). También es posible que la costumbre de guardar el sábado no se haya mencionado por considerarla demasiado evidente. Esta ultima posibilidad parece mas verosímil por varias razones.
Primera. Encontramos otro caso semejante en la Biblia, pues tampoco se menciona el sábado desde Deuteronomio hasta 2 Reyes. Este silencio difícilmente puede interpretarse como prueba de no observancia del sábado, ya que la primera referencia que rompe este silencio (2 Reyes 4:23), lo hace considerándolo una festividad comúnmente celebrada.
Segunda. El libro de Génesis no contiene leyes (como Exodo), sino un esquemático relato acerca de los orígenes. Al no mencionar ninguno de los otros mandamientos, su silencio en cuanto al sábado no es nada excepcional.
Tercera. A lo largo del Génesis y primeros capítulos de Exodo hay varias referencias a la semana de siete días, que implican, por consiguiente, la existencia del sábado. El periodo semanal de 7 días se menciona cuatro veces en el relato del diluvio ( Génesis 7:4, 10; (8: 10, 12). Un idéntico periodo de tiempo dedicaron los amigo de Job para expresar sus condolencias al patriarca enfermo (Job. 2:12). Probablemente los ceremoniales referidos terminan con la llegada del sábado.
Cuarta. El sábado es presentado en Exodo 16 y 20 como una institución ya existente. Las instrucciones para recoger doble porción de mana en el sexto día presuponen el conocimiento del significado del sábado. “En el sexto día prepararán para guardar el doble de lo que suelen recoger cada día” (Exodo 16:5). La falta de explicación sobre la necesidad de recoger doble cantidad el sexto día seria incomprensible si los israelitas no hubiesen tenido ya un conocimiento previo del sábado.
En Exodo 20, el mandamiento no dice: “Desde ahora guardarás el sábado” sino “Acuérdate del sábado para santificarlo” (Exodo 20:8), lo que implica que ya era conocido. Mas aun, el mandamiento presenta al sábado como originado en la creación (Exodo 20:11) y por lo tanto no deja opción a la idea de una festividad introducida tardíamente.
Especular sobre el modo en que los patriarcas guardaron el sábado seria un esfuerzo estéril, pues se basaría mas en la imaginación que en los datos. Considerando, sin embargo, que la esencia del sábado no es un lugar a donde ir para cumplir con unos ritos, sino un tiempo para dedicar a Dios, a los demás y a si mismo, es perfectamente verosímil que los patriarcas ocupasen este tiempo junto a los suyos en actos religiosos tales como la oración (Génesis 12:8; 25), los sacrificios (Génesis 12:8; 13:18; 26: 25; 33:20) y la enseñanza (Génesis 18:19) .
Tendencias legalistas. Las anteriores objeciones han sido planteadas por muchos cristianos en reacción contra la manera excesivamente legalista de cómo el sábado ha sido guardado. Su reacción es desde luego justificada. Lo que no se puede justificar es el rechazo de un PRECEPTO por el hecho de que alguien lo haya PERVERTIDO. Desgraciadamente los legalista tienden a olvidar que Cristo, por su enseñanza y ejemplo, hizo del sábado un día de “gracia” y no de “sacrificio” (Mateo 12:8); un tiempo destinado a amar a Dios y al prójimo y no a exhibir la piedad personal cumpliendo ciertos ritos.
Una compresión correcta de la experiencia del sábado puede ser un buen antídoto contra el legalismo. Porque el sábado nonos enseña a trabajar a favor de nuestra salvación (legalismo) sino a descansar de todos nuestros trabajos, para que como muy bien dijo Calvino: “Dios pueda trabajar en nosotros.”
Conflicto con la ciencia moderna. La ciencia moderna no puede reconciliar el sábado creacionista con las teorías actuales sobre los orígenes (evolución). La teoría mas generalmente extendida propone que al final de miles de millones de años la vida apareció “espontáneamente” en la superficie de la tierra y fue evolucionando desde su forma unicelular mas simple, hasta las formas actuales. Para conciliar esta idea con el relato de la creación algunos teólogos han interpretado la semana de la creación, no como un periodo de seis días literales, sino como seis eras geológicas. Es obvio que esta interpretación rechaza el sentido del sábado, puesto que presuponen que Dios no santificó realmente ni el séptimo día ni ningún otro.
El problema que encontramos en la lógica científica es, como muy bien lo plantea Herold Weiss, que esta “Se niega a dejarse informar por la teología.” Cuando alguien se limita a ver solo lo que puede demostrarse en los laboratorios, ha optado por seguir la pista de sus raíces descendiendo hasta el mas bajo espécimen biológico, en vez de seguirla ascendiendo hasta la imagen de Dios. La trágica consecuencia de tal filosofía es que acaba por vaciar la vida y la historia humana de todo sentido, despojando a ambas de su origen y destinos divinos. La vida se reduce a un mero ciclo biológico cuyo principio y fin solo se explican por el azar. El registro de la creación, con el sábado como memorial, es un reto a este nihilismo. Es un desafío a cada generación – este alienada por las supersticiones o la técnica – a reconocer que el mundo es una creación y un don de Dios al hombre, y que la vida humana tiene sentido porque esta enraizada en Dios.
¿Es realmente necesario tener que explicar la semana de la creación a la luz de las teorías actuales para poder aceptar el sábado como un precepto divino? ¿Tiene la ciencia contemporánea los conocimientos e instrumental necesarios para determinar cuanto tiempo se necesita para “crear” un sistema solar como el nuestro con todas sus multiformes manifestaciones de vida?
Algunos se olvidan que la ciencia solo puede observar y medir los procesos de conservación y desintegración en curso; y al suponer que estos procesos actuales han funcionado desde siempre en el pasado, esta excluyendo la posibilidad del proceso creador del FIAT divino (Dios llamando a los seres a la existencia). De modo que el problema no es como reconciliar la semana de la creación con la teoría evolución, sino como conciliar la doctrina bíblica de la creación divina con los supuestos “científicos” de la generación espontanea. ¿Es posible armonizar ambas posiciones? Evidentemente no, puesto que las dos parten de premisas que se excluyen mutuamente. Una solo acepta causas naturales, mientras que la otra reconoce a Dios como una causa sobrenatural: “Por la fe entendemos que el universo fue creado por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía” (Hebreos 11:3).
Si aceptamos por la fe que Dios creo este mundo, ¿porque rechazar entonces lo que El nos ha revelado acerca del tiempo que utilizo para crearlo? Alguien podría objetar que la noción de un Dios que crea y descansa dentro de los limites de una semana literal va en contra de su naturaleza eterna y omnipotente. Es evidente que el Dios todopoderoso no necesita ni días literales ni eras geológicas para crear nuestro mundo: su deseo basta para traerlo a la existencia (Salmos 33:6).
La intención divina al situar la creación en un marco limitado de tiempo humano, ¿no seria la de dar al hombre un ejemplo del equilibrio semanal ideal entre trabajo y descanso? ¿No seria ya un indicio de su divina voluntad de entrar incluso en los limites de la naturaleza humana para llegar a ser “Enmanuel”, “Dios con nosotros”? Pero esta dimensión del sábado la estudiaremos mas adelante. El poner en duda el origen divino del sábado a fin de armonizar la semana de la creación con las teorías evolucionistas lleva consigo no solo el rechazo del mensaje de Génesis 1: 1,2:3, sino también del cuarto mandamiento, que habla de seis días literales de creación y un día literal de descanso santificado por Dios cuando acabó de crear al mundo (Exodo 20:!!).
2. EL SABADO DE LA CREACION EN LAS ESCRITURAS
Hasta ahora hemos visto textos procedentes del Génesis y Exodo para exponer el origen del sábado de la creación. Esto podría dar la impresión de que el resto de las escrituras y de la historia no mencionan el tema. Sin embargo, existen referencias bíblicas y extrabiblicas apoyando el origen edénico del sábado. Vamos a exponer brevemente algunas de estas referencias para que el lector tenga una visión mas completa del asunto en sus perspectivas bíblica e histórica.
Marcos 2:27. Dos significativas declaraciones de Jesucristo, registradas en Marcos 2:27 y Juan 5:17, aluden al sábado de la creación. En el texto de Marcos, Cristo dice: “ El sábado fue hecho para el hombre, no el hombre para el sábado” (2:27). El contexto de esta afirmación es que los discípulos, para saciar su hambre, habían recogido y comido espigas de trigo en un campo, por lo que habían sido acusados de transgredir el sábado. Para refutar tal acusación y para demostrar que la función principal del sábado es proteger y no mermar el bienestar físico y espiritual del hombre, Cristo apela al propósito inicial de ese día, diciendo: “El sábado fue hecho para elhombre; y no el hombre para el sábado” (Marcos 2:27).
El vocabulario utilizado en este pasaje es muy revelador. El verbo “hacer” (ginomai) alude a la “creación” del sábado y el sustantivo “hombre” (anthropos) se refiere a la humanidad en general. De modo que para establecer el valor universal y humano del sábado, Cristo apela a su origen inmediatamente posterior a la creación del hombre. ¿Porque? por que para Dios la ley instituida en el origen es suprema.
Juan 5:17. El cuarto Evangelio recoge otra significativa declaración de Jesús acerca del sábado. Acusado por haber realizado una curación en sábado, se defiende diciendo: “Mi padre hasta ahora obra y yo obro” (Juan 5:17). Algunos estudios sobre este pasaje han interpretado el “obrar” de Dios como una referencia a su cuidado providente (cura continua) o a la creación continua (creatio continua), dándole al adverbio traducido por “hasta ahora” el significado de “continuamente” o “siempre”. Basándose en esta interpretación, se ha sostenido que la alusión al continuo trabajo de Dios, ya sea creando o conservando, ignora y anula la ley del sábado.
Tal conclusión es errónea, al menos por dos razones. Primera, porque en el Evangelio de Juan la obra y el obrar de Dios no se identifican con la creación o la providencia, sino explícita y repetidamente con la labor redentora de Cristo (cf. Juan 4:34; 6:29; 10:37-38; 14:11; 15:24; 9:3). Segunda, porque el adverbio “hasta ahora” no resalta la constancia, sino la iniciación y culminación de la obra de Dios. En otras palabras, Dios esta actuando desde el primer sábado hasta este mismo momento, y hasta la conclusión de su obra en el sábado final. El adverbio “hasta ahora” presupone un “principio” y “un fin”. El principio es el primer sábado cuando Dios terminó la creación, y el fin es el ultimo sábado cuando la redención se haya concluido.
Hebreos 4:1-11. En este texto Pablo explica la naturaleza universal y espiritual del descanso sabático citando juntos dos textos del Antiguo Testamento: Génesis 2:2 y Salmo 95:11. El primer texto remonta el origen del descanso sabático a la creación, cuando “Dios descanso en el séptimo día de todas sus obras” (Hebreos 4: 4, cf. Génesis 2: 2-3). El ultimo (Salmos 95:11) muestra que el descanso divino incluye también el gozo de la salvación que se encuentra al entrar personalmente en el “descanso de Dios” (Hebreos 4:3, 5,10). El contexto indica claramente que el autor se refiere a las “obras” de la creación, puesto que explica que las obras de Dios “fueron acabadas desde la fundación del mundo” (Hebreos 4:3). Así, pues, en Hebreos 4 no solo se acepta el sábado de la creación, sino que se lo presenta como la base para entender el propósito ultimo de Dios para con su pueblo.
3. EL SABADO DE LA CREACION EN LA HISTORIA
La tradición Judía. Pasando de las fuentes bíblicas a las extra-biblicas, encontramos un amplio reconocimiento del origen creacionista del sábado, tanto en la historia de judaísmo como en la del cristianismo. Los judíos desarrollaron dos posiciones diferentes en cuanto al origen del sábado. Que se distinguen por su procedencia geográfica y por su terminología.
El judaísmo Palestino (Hebreo), redujo el sábado al nivel de un precepto exclusivamente judío relacionado con el origen de Israel como nación en tiempos de Moisés. Este punto de vista no representa la tradición original sino un desarrollo ulterior que fue favorecido por la necesidad de preservar la identidad judía frente a las presiones Helenísticas (especialmente en tiempos de Antioco Epifanes, 175 A.C), encaminadas a hacer abandonar la religión judía. Y así, incluso en la literatura palestina, hay referencias al origen creacionista del sábado. Por ejemplo el libro de los Jubileos (140-100 A.C) dice que Dios permitió guardar el sábado “solo a Israel” (Jub. 2:31) y por otra parte afirma que Dios “guardó el sábado en el séptimo día y lo santificó por todas las edades, y lo puso por señal de todas sus obras” (Jub. 2:1).
En la literatura judía helenística (Griega), el sábado es unánimemente considerado como una institución para todos los hombres que se remonta a la creación. Aristobulo, el predecesor de Filón , por ejemplo, escribe en el siglo segundo A.C., que “Dios el creador de todo el mundo nos ha dado también el séptimo día para descansar, porque la vida de todos los hombres esta llena de fatigas.” Dos siglos mas tarde, Filón trató ampliamente el tema del sábado. No solo remonta el origen del sábado a la creación, sino que se complace en llamarlo “el aniversario del mundo.” Refiriéndose al relato de la creación, escribe lo siguiente: “Se nos dice que el mundo fue hecho en seis días y que el séptimo día cesó Dios de su obra para contemplar lo que tan perfectamente había creado, y por lo tanto ordenó a los que deberían vivir como ciudadanos de este mundo seguir su ejemplo en esta como en otras cosas.”
La Iglesia primitiva. El reconocimiento del origen creacionista del sábado se encuentra también en documentos de la Iglesia primitiva, incluso en casos en que sus requerimientos son discutidos o aplicados al domingo. En la DIDASCALIA SIRIACA (250 D.C) la controversia entre el sábado y el domingo gira en torno a cual de los dos días tiene prioridad con respecto a la creación. El domingo es “superior” al sábado porque le precedió en la semana de la creación. Como primer día de la creación, el domingo representa “el principio del mundo.”
En el tratado Sobre el Sábado y la Circuncisión (Atanasio, 296-373 D.C), se argumenta la superioridad del domingo sobre el sábado contraponiendo la creación a la redención: “El sábado fue el final de la primera creación; el día del Señor fue el principio de la segunda, en la cual El renovó y regeneró la antigua.”
El hecho de que tanto los observadores del sábado como los del domingo hayan apelado a la creación como argumento para defender la legitimidad del reposo en un día o en otro, demuestra la importancia que tenia para ellos la cuestión de su origen.
En las Constituciones de los Santos Apóstoles (380 D.C) se amonesta a los cristianos a “observar el sábado y la fiesta del Día del Señor; porque aquel es memorial de la creación y esta el de la resurrección.”
El tema del sábado creacionista, como observó Jean Danielou, se encuentra “en el centro del pensamiento de San Agustín” como lo podemos leer en sus Confesiones: “!Oh Señor Dios, Tu que nos has dado todo, concédenos también tu paz, la paz del sábado, la paz sin atardecer! Porque este tan hermoso orden de las cosas pasará cuando haya cumplido el propósito que les has señalado. Todas ellas fueron hechas con una mañana y una tarde. Pero el séptimo día no tiene atardecer, porque tu lo has santificado para que dure eternamente. Tu descanso en el séptimo día después de contemplar tus obra, nos anuncian a través de la voz de tu libro, que nosotros también, cuando terminemos nuestras obras por tu gracia, en el sábado de la vida eterna descansaremos en ti.” Esta interpretación espiritual y escatológica del sábado muestra el profundo aprecio que Agustín tenia por su significado, aun cuando no aceptase la observancia literal del cuarto mandamiento.
Edad media. La concepción Agustiniana del sábado fue seguida con mayor o menor aproximación a lo largo de la Edad Media. Pero a partir del año 321, con la ley dominical de Constantino apareció una nueva interpretación. Para darle una sanción teológica a la legislación imperial que exigía la cesación del trabajo en domingo, las jerarquías eclesiásticas apelaron a menudo al precepto creacionista del cuarto mandamiento, pero adaptándolo a la observancia del domingo. Crisostomo (347- 407) anticipa este desarrollo sobre Génesis 2: 2: “Dios bendijo el séptimo día y lo santificó” pregunta: “?Que significa realmente LO SANTIFICÓ?” (Dios) nos enseña que entre los días de la semana uno debe ser puesto aparte y completamente dedicado al servicio de las cosas espirituales. La transformación del sábado de la creación – la especifica observancia del séptimo día – en el simple reposo un día de cada siete hizo posible aplicar el mandamiento del sábado a la observancia del domingo.
En la teología medieval tardía, la aplicación literal del mandamiento del sábado a la observancia del domingo fue justificada con una nueva interpretación que consistía en separar en el cuarto mandamiento su aspecto moral y ceremonial. Tomas de Aquino (1225- 1274) ofrece en su Suma Teológica la mas elaborada exposición sobre esta artificial y abusiva distinción. Allí argumenta que “el mandato de guardar el sábado es moral... en la medida en que ordena al hombre dedicar parte de su tiempo a las cosas de Dios... pero es un proceso ceremonial... en cuanto a la determinación del tiempo. ¿Como puede el cuarto mandamiento ser ceremonial en su especificación del séptimo día, pero moral en su obligación se apartar un día para el descanso y la adoración? Sin duda porque para Tomas de Aquino el aspecto moral del sábado se apoya en la ley natural, es decir, en el principio de destinar periódicamente un tiempo al descanso y a la adoración esta de acuerdo con la razón natural. El aspecto ceremonial del sábado, por otra parte, se basa en el simbolismo del séptimo día: conmemoración de la creación y prefiguración del “reposo del alma en Dios, en la vida presente por medio de la gracia, o en la vida futura en gloria.”
Uno se pregunta que tendrá que ver el aspecto ceremonial (transitorio) del sábado con su significado de perfecta creación divina y de reposo en Dios en esta vida y en la venidera. ¿No es precisamente este significado el que provee la base para consagrar un tiempo a la adoración de Dios? Rechazar como ceremonial el mensaje original del séptimo día, concretamente que Dios es el creador perfecto que ofrece descanso, paz, y compañía a sus criaturas, implica desechar también toda razón moral para dedicar un tiempo determinado al culto divino. La creencia en Dios como creador, constituye la piedra angular de la fe y cultos cristianos. Aparentemente el mismo Tomas de Aquino reconoció la deficiencia e su razonamiento puesto que hizo una distinción entre el sábado y otras festividades del Antiguo Testamento, como la pascua, “un signo de la futura Pasión de Cristo.” Pare el estas festividades eran “temporales y transitorias... por lo tanto solo el sábado y ninguna otra de las solemnidades y sacrificios, es mencionado en los preceptos del decálogo.”
La inseguridad de Tomas de Aquino acerca del aspecto ceremonial del sábado se refleja también en su comentario de que Cristo anuló no el precepto del sábado, sino “la interpretación supersticiosa de los fariseos, quienes pensaban que había de abstenerse de hacer incluso obras de caridad en sábado, lo cual iba en contra de la intención de la ley.”
Esta incertidumbre de Tomas de Aquino fue ampliamente olvidada, pero su distinción entre los aspectos moral y ceremonial del sábado se convirtieron en una razón fundamental para defender el derecho de la iglesia a introducir y regular la observancia del domingo y de otras fiestas religiosas. El resultado fue un elaborado sistema legal muy semejante a la legislación rabínica sobre el sábado, pero aplicada al domingo.
Luteranismo. Los reformadores del siglo XVI (16) sostuvieron diversos puntos de vista sobre el origen y la naturaleza del sábado. Lutero y algunos radicales, en su intento por convatir el sabatismo medieval fomentado no solo por la iglesia Católica sino también por otros elementos de la reforma (Andreas Karlstadt), atacaron el sábado como una “institución Mosaica especialmente destinada al pueblo judío.” En el Gran Catecismo (1529) Lutero explica que el sábado “es algo superado, como las demás ordenanzas del Antiguo Testamento que estaban sujetas a determinadas costumbres, personas y lugares, pero ahora hemos sido liberados por Cristo.” Esta postura aparece todavía mas claramente elaborada en el articulo 28 de la Confesión de Augsburgo (1530): “la escritura ha abrogado (anulado) el sábado; pues enseña que desde la revelación del Evangelio todas las ceremonias mosaicas quedan eliminadas.”
Estas declaraciones quizá den la impresión de que Lutero rechazó el origen creacionista del sábado, reduciéndolo a una simple institución judía. Pero tal conclusión no es correcta, pues Lucero afirma en el propio Gran Catecismo que “el día (sábado) no necesita ser santificado en si mismo, puesto que ya ha sido creado santo. Desde el principio de la creación fue santificado por su creador.” Del mismo modo, en su comentario sobre Génesis 2:3 Lucero dice: “Dado que las Escrituras mencionan el sábado mucho antes de que Adán cayese en pecado, ¿no habrá que deducir que ya se le había indicado que debía trabajar seis días y descansar el séptimo? Así es, sin duda alguna.”
Melanchthon, el sucesor de Lutero, expresó el mismo punto de vista en su Loci Communes (1555): “ Desde los tiempos de Adán los primeros padres guardaron (el sábado) como un día en el que dejaban a un lado el trabajo de sus manos y se reunían con otros para la predicación, la oración de agradecimiento y los sacrificios, tal como Dios había ordenado.” Melanchthon hace una distinción entre la función del sábado antes y después de la caída del hombre en pecado. Antes de la caída el sábado tenia por objeto, permitir que Dios encontrase “reposo, morada, gozo y delicia” en sus criaturas. “Después de la caída – escribe Melanchthon – el sábado fue reestablecido por Dios cuando prometió que su paz volvería a reinar cuando el hijo diese su vida y descansase en la muerte hasta la resurrección. Por eso ahora, en nuestro sábado, nosotros también debemos morir y resucitar con el Hijo de Dios para que Dios pueda volver a encontrar morada, paz y gozo en nosotros.”
¡Que profunda percepción del significado del sábado bíblico! Un día para permitir que el creyente muera y resucite con Cristo. Un día para dejar que Dios encuentre “morada y paz en nosotros.” La intención de este libro es estudiar temas como ese, contenidos en el sábado.
Entonces uno se pregunta, ¿Cómo Lutero y Melanchthon pudieron contemplar el sábado como una norma dada en la creación y a la vez como una institución Mosaica? La explicación esta en que adoptaron y desarrollaron la distinción hecha por Tomas de Aquino entre la ley natural y la ley mosaica (ley moral y ley ceremonial). ¿Como el principio de consagrar un día de la semana “para el servicio y la predicación” puede catalogarse como moral, pero la especificación del séptimo día (sábado), como ceremonial, y valida solo para el pueblo de Israel? Objetar que el SABADO ES CEREMONIAL porque no tiene una explicación evidente en la razón humana (Ley natural) es un argumento de doble filo, porque tampoco la lógica humana lleva por si misma a descubrir el principio de que se debe consagrar un día a la semana a dedicarlo al “servicio de la predicación y al culto publico.” En realidad, esto ultimo ni siquiera se puede deducir explícitamente del cuarto mandamiento, que dicho sea de paso, no menciona la necesidad de asistir a servicios públicos de culto, sino solo la necesidad de descanso (Exodo 20:10). La idea de que el Decálogo (Diez Mandamientos) esta basado en la ley natural es una elaboración del escolasticismo (influido por la filosofía moral clásica). En la Biblia, el sábado y el resto de los Diez Mandamientos no aparecen como un fruto de la razón humana, sino de una revelación divina especial. El hecho de que la razón humana pueda descubrir por si misma muchos de los valores éticos del Decálogo prueba su racionalidad, pero no su origen.
Catolicismo. El punto de vista Católico acerca del sábado se mantuvo en el siglo XVI básicamente en la postura Tomista, distinguiendo entre la ley mosaica y la ley natural. En el Catecismo del Concilio de Trento (1566), llamado también “Catecismo Romano.” En el cuarto capitulo explica la diferencia entre el sábado y el resto de los mandamientos, diciendo: “Los demás preceptos del decálogo pertenecen a la ley natural, y son perpetuos e inalterables... porque concuerdan con la ley de la naturaleza, cuya fuerza impele a los hombres su observancia; pero el mandamiento relativo a la santificación del sábado, en lo que al tiempo señalado (para su observancia) se refiere, no es inmutable ni alterable, sino susceptible de cambio, ya que no pertenece a la ley natural, sino a la ceremonial... puesto que solo a partir del tiempo en que el pueblo de Israel fue liberado de la opresión del Faraón se observó el sábado.” Y concluye diciendo que “la observancia del sábado (como séptimo día) ha sido abolida... al mismo tiempo que los demás ritos y ceremonias hebreas, a saber, a la muerte de Cristo.”
Ya mostramos la falta de lógica que existe en considerar la especificación del Séptimo día en el cuarto mandamiento como una ley mosaica y ceremonial. Solo añadiremos que sobre la base de la ley natural también debería ser considerado como ceremonial el segundo mandamiento, pues la prohibición de adorar “imágenes” (representaciones iconográficas o pictóricas) de la divinidad (Exodo 20:3-6) tampoco es explicable recurriendo solo a la razón humana. Por eso, sin duda, la Iglesia Católica ha suprimido el segundo mandamiento (Exodo 20:3-6) de su decálogo. Ahora bien, ¿Es la razón humana un criterio legitimo para aceptar o rechazar los preceptos del decálogo? Aparentemente esa es la posición tomada por la Iglesia Católica para defender su derecho a introducir no solo la observancia del domingo, sino la de otros días. Hay abundantes ejemplos de ello, especialmente en los documentos Católicos del Siglo XVI. Así Johann Eck (1486- 1534), en su Enchiridion, escrito contra algunos reformadores, dice que “Si la Iglesia ha tenido el poder de cambiar el sábado de la Biblia por el domingo y decretar la observancia del domingo, ¿Por qué no va a tener también poder sobre los demás días?... Si uno prescinde de la Iglesia y se limita a aceptar solo la Biblia, entonces debe guardar el sábado como los judíos, como ha sido guardado desde el principio del mundo.”
Es interesante observar que Eck, aun cuando apoya la autoridad de la Iglesia Católica para cambiar el sábado por el domingo, no deja de reconocer el origen creacionista del sábado, al decir “que ha sido guardado desde el principio del mundo.” La misma opinión aparece expresada en un documento Católico mas oficial, el Catecismo del Concilio de Trento (1566): “ El sábado – se explica allí – fue llamado así por el Señor en el Exodo, porque habiendo acabado y completado la creación del mundo, Dios descansó de toda su obra (Génesis 2: 2-3).” Mas adelante el sábado es considerado “una señal, como un memorial de la creación de este admirable mundo.” Este franco reconocimiento del sábado como institución y memorial de la creación desafía y contradice lo afirmado en el mismo documento acerca del derecho de la Iglesia a cambiar el sábado: “Ha placido a la Iglesia de Dios transferir la celebración religiosa del sábado al día del Señor.” Esta patente contradicción, como veremos mas tarde, volverá a ser planteada en términos similares en la tradición protestante.
Sabatarios. Los sabatarios constituían un grupo respetable en tiempos de la Reforma. Algunos Catálogos Católicos de sectas los clasifican inmediatamente después de los Luteranos y los Calvinistas. Erasmo (1466- 1536) menciona a los sabatarios de Bohemia: “Ahora han aparecido entre los Bohemios una nueva clase de judíos, a quienes llaman Sabbatarii, y quienes guardan el sábado con gran superstición.” Lutero confirma la existencia de grupos sabatarios en Moravia y Austria. En 1538 escribió una Carta contra los Sabatarios (Brief wider die Sabbathers), argumentando en contra de su observancia del sábado.
Oswal Glait (1527), ex-sacerdote Católico convertido en pastor luterano y mas tarde anabaptista, comenzó a propagar con éxito sus ideas sabatarias y escribió un Tratado sobre el sábado (Buchlenn vom Sabbath) fechado en torno a 1530: “ El sábado fue ordenado y guardado desde la creación; Dios enseño a Adán en el paraíso a celebrar el sábado, por lo tanto el Sábado ... es para siempre un signo de esperanza y un memorial de la creación... un pacto eterno... que esta en vigor mientras el mundo exista.” Glait tuvo que sufrir el exilio, la persecución y finalmente la muerte, ahogado en el Danubio (1546).
La muerte de Glait, no detuvo la expansión de la doctrina del sábado. En el siglo XVII su presencia fue particularmente notoria en Inglaterra. Los Bautistas del Séptimo Día se convirtieron en la principal Iglesia observadora del sábado en Inglaterra. En 1671 fundaron su primera comunidad en América en Newport (Rhode Island). Los Adventistas del Séptimo día reconocen con gratitud su deuda hacia los Bautistas del Séptimo Día por haberles llevado al conocimiento del sábado en 1845. Pocos años mas tarde (1860), la Iglesia de Dios del Séptimo día aceptó también el valor del sábado. Mas recientemente esta creencia ha sido aceptada por la Iglesia Universal de Dios e importantes sectores de otras denominaciones.
La tradición reformada. Las Iglesias reformadas tradicionales tales como lo Puritanos ingleses, Presbiterianos, Congregacionalistas, Metodistas y Bautistas, han adoptado lo que podríamos llamar “una posición de compromiso,” reconociendo por una parte que el sábado es una norma establecida en la creación, mientras que por otra defienden el domingo como una legitima sustitución del sábado llevada a cabo por la Iglesia. Esta ultima idea ya la vimos, su principal promotor y pionero fue Calvino.
Calvino reconoció que el sábado había sido instituido por Dios en la creación. En su Comentario sobre Génesis 2:3 escrito en 1554, afirma: “Así pues, en primer lugar Dios descansó, luego bendijo este descanso, para que siempre fuese sagrado entre los hombres; por lo tanto dedicó al descanso cada séptimo día, para que su propio ejemplo fuese una ley perpetua.” Un año antes de su muerte (1564), reitera esta misma convicción en su Armonía del Pentateuco, diciendo: “Ciertamente Dios se reservó para si mismo el séptimo día y lo santificó cuando terminó la creación del mundo, para que mantuviese a sus siervos unidos y libres de todo cuidado para la contemplación de la belleza, excelencia y perfección de sus obras.”
¿Como reconcilia Calvino su aceptación del sábado como una norma dada por Dios en la creación a la humanidad con su creencia de que “Con la venida de Cristo la parte ceremonial de la ley fue abolida?. En otras palabras, ¿ Como puede ser el sábado a la vez una norma Universal y una parte del ceremonial judío abolido por Cristo? Calvino intenta resolver este conflicto recurriendo a la distinción tomista entre los aspectos moral y ceremonial del sábado. El intento de Calvino por superar el conflicto entre el sábado “Norma perpetua desde la creación” y “Ley ceremonial temporal” no es convincente. ¿Acaso el sábado no realiza las mismas funciones practicas para los judíos que para los cristianos?
CONCLUSIONES
Nuestro estudio hasta ahora nos ha mostrado que, según el consenso unánime de las Escrituras, el origen del sábado esta fundamentado en los eventos de la creación y señala la inauguración de la historia humana. ¿Cuales son algunas de las implicaciones de esta enseñanza bíblica? En primer lugar significa que la observancia del sábado no es una ceremonia temporal judía, sino una disposición permanente destinada a todos los hombres. En segundo lugar, significa – como dijo Elizabeth Platt – que los seres humanos “Tenemos nuestras raíces arraigadas en el sábado, y que este nos pertenece según el plan de Dios, desde el Génesis hasta la eternidad.” Por ultimo, significa que nuestro mundo y nuestra existencia son valiosos porque no son un producto de azar sino una creación personal de un Dios que nos ama.
Es cierto que ya no vivimos en aquel principio perfecto, sino en un imperfecto intermedio: un tiempo lleno de injusticia, codicia, violencia, corrupción, sufrimiento y muerte. Rodeados de todo esto buscamos paz, esperanza y sentido para nuestras vidas. El sábado nos trae cada semana seguridad y esperanza. Nos recuerdan que nuestro origen y nuestro destino nos unen a Dios. El sábado nos invita a descansar en Dios en medio del inquieto intermedio de nuestra vida mientras esperamos el descanso final (y sin fin) y la paz perfecta de Dios (Hebreos 4: 9) para la que fuimos creados. Este es el mensaje del sábado: la gozosa celebración de nuestro origen.
Fuente: REPOSO divino para la INQUIETUD humana. Estudio teológico sobre la actualidad del mensaje del sábado, Capítulo I
Por
El Dr. Samuele Bacchiocchi es el primer no católico graduado de la Universidad Gregoriana Pontificia de Roma. Su admisión en la Gregoriana en el otoño de 1969, seria la primera de un “hermano separado” en los 400 años de historia de dicha Universidad. Fue galardonado por el papa Pablo VI con una medalla de oro por haber conseguido la distinción académica de summa cum laude. Es autor del “Best seller” From Sabbath to Sunday (Del Sábado al Domingo), encomiado por numerosos eruditos de varias confesiones religiosas. El Dr. S. Bacchiocchi enseña Teología e Historia de la Iglesia en la Universidad de Andrews, Berrien Springs, Michigan 49104, EE.UU.
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