sábado, 15 de diciembre de 2012

Revisión de cinco principios historicistas de interpretación apocalíptica


La revista Ministry de enero de 2012 publicó un artículo del Dr. Ángel Manuel Rodríguez titulado: “Problemas en la interpretación de las siete trompetas de Apocalipsis”.  En ella Rodríguez informó a sus lectores que algunos eruditos Adventistas sostienen “diversas opiniones”  o “interpretaciones  divergentes” sobre esta profecía.
Cabe señalar que todas las interpretaciones que Rodríguez evaluó en su artículo, provienen de eruditos que respetan los principios historicistas de interpretación apocalíptica. Este hecho singular debería motivarnos a investigar con mucho cuidado esos principios que Rodríguez presentó como “indispensables” y  ”no negociables”.  Además, la urgencia que tenemos de hallar una solución permanente a estos problemas hermenéuticos de las profecías apocalípticas debería inducirnos también a probar esas reglas en las visiones de Daniel y Apocalipsis para constatar objetivamente si esos principios son absolutos o relativos.
Este ensayo tiene la intención de probar cada uno de esos principios hermenéuticos para asegurarnos de que  son realmente indispensables y no negociables  para la interpretación apropiada de las profecías apocalípticas de la Biblia. Una vez que estos principios sean verificados satisfactoriamente, entonces podremos tomar una postura adecuada acerca de su uso en la interpretación de este tipo de profecías.

LOS CINCO PRINCIPIOS  NO NEGOCIABLES DEL HISTORICISMO
En la revista Ministry Rodríguez subrayó la necesidad de que todo intérprete Adventista permanezca firmemente comprometido a los principios historicistas[i]  en su interpretación de las profecías apocalípticas de la Biblia. Antes de que tomemos una postura a favor o en contra de esta propuesta, quisiera que probemos cada una de ellos en todas las visiones y explicaciones del libro de Daniel para verificar si son “obligatorios”, o solamente principios guiadores.
El primer principio que debemos examinar dice:
  1. La “Profecía apocalíptica [de Daniel y Apocalipsis] cubre todo el lapso de la historia desde la época del Profeta hasta el final de la historia”.  Además, este principio declara que la “recapitulación es central en las profecías apocalípticas (Dan. 2, 7, 8, 11)”.

Para probar la realidad de este precepto hermenéutico necesitamos aplicarlo en cada visión y en cada explicación del libro de Daniel y, luego, evaluarlo objetivamente para constatar si en efecto es un principio obligatorio que debiera ser usado en todas las visiones y explicaciones  de ese libro (2, 7, 8, 9, 10:1-12:4, 12:5-13), o no.

Exploración de la primera regla historicista en el sueño de Daniel 2
Note el lector que la profecía de Daniel 2 incluye tanto el sueño de Nabucodonosor como la explicación de Daniel. El sueño se desarrolla en torno a una estatua que se compone de varios metales y barro. La cabeza de la estatua comienza la historia profética con el reino de Babilonia y los pies la concluyen con el cuarto reino de Roma. Esta estatua finalmente fue destruida por una piedra que fue cortada del monte, pero no por mano humana. La piedra representa al reino de Dios que tomará el lugar de las naciones de la tierra.  Observe que Daniel explica cada uno de los símbolos de la imagen desde la cabeza hasta los pies.  Este hecho nos confirma que el primer principio historicista pasa la prueba tanto en el sueño profético  como en la explicación de ese sueño, porque ambas partes cubren el lapso de la historia desde la época del profeta Daniel hasta el final de la historia humana.  Por lo tanto, la primera regla historicista de interpretación apocalíptica, que fue presentada en la revista Ministry, pasa satisfactoriamente la prueba en la profecía de Daniel 2.
A continuación se ilustra el lapso profético-histórico de la profecía de Daniel 2 y su explicación:
Dan. 2:1-30: Introducción.  Dan. 2:31-35: Descripción del sueño profético de la historia mundial
  •  /El tiempo del profeta                                        -                                 El fin de la historia/
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Dan. 2:36: Introducción.   Dan. 2:37-45:   Explicación del sueño profético
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Exploración de la primera regla historicista en el sueño de Daniel 7
La profecía del capítulo 7 de Daniel también presenta una visión y una explicación de la visión. Ambas partes de la profecía recapitulan o repiten la descripción y explicación de los cuatro reinos del primer sueño de Daniel 2 desde el tiempo del profeta Daniel hasta el fin de la historia humana. Además, ambas partes  agregan algunos detalles que no fueron mencionados en el sueño previo. Todo esto nos indica que ambas partes de la profecía de Daniel 7 cumplen el requisito de la primera máxima historicista que exige que la profecía comience desde la época del Profeta y termine hasta el fin de la historia de este mundo.  Sin embargo, para ser precisos, aclaramos que el primer principio de interpretación historicista pasa la prueba solamente en el sueño profético y en la explicación general de los cuatro animales simbólicos, pero no pasa la prueba en la explicación detallada de esos cuatro animales simbólicos porque el ángel inició su explicación a partir del cuarto reino y concluyó con el juicio divino. En otras palabras, la explicación detallada de los cuatro animales simbólicos no cubrió todo el lapso de la historia desde la época del profeta Daniel hasta el final del mundo, como lo requiere el primer principio. Con esta aclaración, concedemos que el primer principio historicista pasa la prueba en la profecía de Daniel 7.
El lapso profético-histórico del sueño de Daniel 7 y su explicación se ilustra como sigue:
Dan 7:1: Introducción.              Dan. 7:2-14:    Sueño o visión profética de la historia del mundo
  • /Tiempo del profeta                                         -                                  El fin de la historia/
  • /_____________________________________________________________________/
Dan. 7:15-16: Introducción.   Dan. 7:17-18: Explicación general de los cuatro animales simbólicos
  •  /____________________________________________________________________/
Dan. 7:19-22: Introducción.    Dan. 7:23-26: Explicación detallada del cuarto imperio y el juicio
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Examinación de la primera regla historicista en la visión de Daniel 8
La profecía del capítulo 8 de Daniel también describe una visión y ofrece la explicación de la visión. Ambas partes de la profecía recapitulan o repiten la descripción y explicación de los últimos tres reinos o imperios de las profecías anteriores de Daniel 2 y 7. Este hecho implica que ambas partes de esta profecía cumplen con el requisito del primer principio de la escuela historicista que exige que la profecía comience desde la época del Profeta y termine hasta el fin de la historia de este mundo.  Aquí también el primer precepto hermenéutico del historicismo pasa la prueba en ambas partes de la profecía.
El lapso profético-histórico de la visión de Daniel 8 y su explicación se ilustra en la siguiente gráfica:
Dan. 8:1-2: Introducción.      Dan. 8:3-14: La visión profética de la historia del mundo.
  • /El tiempo del profeta                                -                                      El fin de la historia/
  • /_____________________________________________________________________/
Dan. 8:15-19: Introducción. Dan.  8:20-26: La explicación de la visión
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Exploración de la primera regla historicista en la explicación de Daniel 9
La profecía del capítulo 9 de Daniel es diferente de las profecías anteriores porque es una explicación específica del último asunto de la visión de Daniel 8 y de su explicación, a saber, la visión de las tardes y  mañanas o el período de los 2.300 días (8:14, 26). El lector puede darse cuenta que aunque la profecía de Daniel 9:24-27 explica la profecía temporal de Daniel 8, no cubre todo el periodo de esta profecía, sino que las 70 semanas comienzan en el año 457 A.C. y terminan en el año 34 D.C. En otras palabras, el período de las 70 semanas no cubre el lapso de la historia desde el tiempo del profeta Daniel hasta el final del mundo. Por lo tanto, la primera regla hermenéutica del historicismo no pasa la prueba en Daniel 9:24-27 porque no cumple con su propio requisito que ha sido identificado como un principio hermenéutico obligatorio. En otras palabras, si la primera regla del historicismo no pasa la prueba en Daniel 9:24-27, entonces no debería considerarse como un principio inflexible, sino como una pauta interpretativa. Dado que el método histórico-gramatical[ii] respeta las reglas del lenguaje humano y su contexto, debería tener la prioridad en la interpretación de esta profecía.
El lapso profético-histórico de la profecía de Daniel 9 se ilustra en la siguiente gráfica:
Dan. 9:1-23: Introducción.  Dan. 9:24-27: Explicación del periodo profético de las tardes y mañanas
  •                              457 B.C.                -                34 A.D.
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Exploración de la primera regla historicista en la explicación amplia de Daniel 11:2-12:4
La profecía de Daniel 10:1- 12:4 proporciona una explicación más detallada de la visión de Daniel 8 y cubre el periodo de la historia desde la época del profeta Daniel hasta el final de la historia humana.  Por lo tanto, la primera regla historicista de interpretación apocalíptica pasa la prueba en esta profecía explicativa.
El lapso profético-histórico de la profecía de Daniel 10:1-12:4 se ilustra de la siguiente manera:
Dan. 10:1-21 = Introducción.    Dan. 11:1-12:4: Explicación detallada de la visión de Daniel 8
  • /El tiempo del Profeta                                   -                                  El final de la historia/
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Exploración de la primera regla historicista en la explicación de Daniel 12:6-13
La profecía de Daniel 12:6-13 es similar a la profecía de Daniel 9:24-27 en el hecho de que esta profecía es otra explicación del último asunto (12:1-4) tratado anteriormente (11:1-12:4). Este diálogo explicativo comienza con la pregunta de un ángel (12:6) que solicitó más información acerca del fin de las maravillas de Daniel 12:1-4. La respuesta del varón vestido de lino, a la pregunta del ángel, aparece en Daniel 12:7. La primera parte de esta respuesta presenta un periodo que introduce el tiempo del fin. Luego, la segunda parte anuncia la liberación del pueblo de Dios (cf. 12:1)  y, finalmente, la tercera parte de la respuesta afirma que entonces todas las maravillas se cumplirán (cf. 12:1-3). Después de esta respuesta, Daniel hace otra pregunta (12:8). Entonces, el varón vestido de lino le revela a Daniel los últimos acontecimientos de la historia que tendrán que cumplirse en el tiempo del fin (Dan. 12:9-13). Como vemos, esta profecía explicativa expone primeramente un periodo que comienza en el 538 y termina en 1798 (12:7) y, luego, revela los últimos eventos que se cumplirán en el tiempo del fin (12:7 y 9-13). Esta revelación profética nos indica claramente que el requisito de la primera regla del  historicismo no pasa la prueba en esta parte de la visión (12:5-13) y, por tal motivo, no puede ser una regla obligatoria en este lugar. En otras palabras, si la primera regla no pasa la prueba en esta profecía, entonces no debe considerarse como un principio obligatorio e inflexible, sino solamente como una pauta interpretativa.
El lapso profético-histórico de Daniel 12:6-13 se muestra como sigue:
Daniel 12:5, 6a: Introducción.  Daniel 12:6b-13: Diálogo explicativo de las maravillas de Daniel 12:1-3
  •                                                                                 /538 D.C.    -     El final de la historia/
  •                                                                                /_____________________________/

Creo que se ha probado claramente que la primera regla del historicismo no pasa la prueba en la profecía de Daniel 12:5-13 ni tampoco en la profecía de Daniel 9:24-27. Por lo tanto, afirmamos una vez más que la primera máxima del historicismo no puede ser  obligatoria en las dos profecías de Daniel 12:5-13 y Daniel 9:24-27, sino solamente una pauta interpretativa.  Por el otro lado, el método histórico-gramatical debe tener prioridad  en estas dos profecías.
Después de esta breve evaluación, pasemos a probar la segunda regla del historicismo que dice:
  • “La naturaleza apocalíptica de la visión apunta a una realización específica suficiente para ser   localizada en un evento o proceso histórico”. En otras palabras,  la profecía apocalíptica no puede tener más de un cumplimiento.

Considero que esta máxima pasa la prueba en las profecías de Daniel, pero no en el ciclo de las siete iglesias de Apocalipsis. Tradicionalmente se ha entendido que este ciclo es una profecía para las siete iglesias de Asia menor, que estaban activas en el primer siglo. Además, se ha enseñado que esta profecía de las siete iglesias de Asia Menor tiene otro cumplimiento tipológico o secundario a lo largo de la historia de la iglesia cristiana. Si esta enseñanza es correcta, entonces el segundo principio del historicismo no es un “principio innegociable”, sino solamente un principio guiador.
El tercer principio hermenéutico del historicismo dice:
  •  «Las trompetas [del libro de Apocalipsis] no son juicios escatológicos de Dios sobre los   pecadores impenitentes, sino juicios que tienen lugar dentro del flujo de la historia [desde el tiempo del Profeta hasta el final de la historia].»

Si hacemos un análisis de la estructura literaria del ciclo de las siete trompetas (Ap. 8:2-11:18), encontraremos que ésta  es paralela a la estructura literaria de los siete sellos de Apocalipsis 4:1-8:1. El paralelismo de ambos ciclos y el periodo de su historia profética se muestran como sigue:
1844                                                      -                                                                   El final de la historia
Ap. 4 y 5 = Intr. / 6:1-16 = apertura de 6 sellos        / 7:1-8 = Interludio        / 8:1 = 7º sello.
Ap. 8:2-5 = Intr. / 8:6-9:21 = toque de 6 trompetas/ 10:1-11:13 = Interludio/ 11:14-18 = 7ª trompeta
Un estudio a fondo de ambas introducciones revela que ambas escenas están relacionadas con el juicio divino que se inició en 1844, y que tanto el séptimo sello como la séptima trompeta se cumplen al final de la historia. Si esta propuesta es correcta, entonces la primera y la tercera regla de la escuela historicista, que fueron propuestas como obligatorias, no se deberían aplicar a estas dos profecías. Por supuesto, esta sugerencia que está relacionada con las siete trompetas y los siete sellos de Apocalipsis necesita más evidencias para que sea convincente, pero dejaremos esa tarea pendiente para otro artículo.
El cuarto principio del historicismo trata de los períodos apocalípticos y fue presentado como sigue:
  •  ”La mención de períodos de tiempo dentro de las [profecías apocalípticas] debe estudiarse cuidadosamente para determinar si estamos tratando con períodos de tiempo profético o de otra cosa. Si la referencia es de períodos de tiempo profético, deberíamos intentar de encontrar el cumplimiento histórico aplicándoles el principio de un día por año.”

Esta declaración debe aceptarse como se presenta porque permite que el intérprete determine primero si el período de tiempo es simbólico o literal. Es decir, todo período de tiempo debe investigarse primero mediante el método de interpretación histórico-gramatical. Si la investigación indica que el período de tiempo es simbólico, entonces  y sólo entonces, debería entenderse según el sistema de semanas de años o del Jubileo (Lev. 25). Es decir, el periodo debería entenderse aplicando el sistema de que un día representa un año.
El quinto principio del historicismo que apareció en la revista Ministry es como sigue:
  •  ”Este elemento metodológico está basado en el principio hermenéutico que la Escritura se  interpreta a sí misma”.

Aunque esta regla es apropiada, sería bueno aclarar que no debe aplicarse indiscriminadamente. Ella debe aplicarse en armonía con el método histórico gramatical. Es decir, cada palabra, frase o símbolo de las profecías debe interpretarse según su contexto y un estudio lingüístico o semántico apropiado.
Al concluir esta evaluación de los cinco principios más indispensables del historicismo, creo que la aplicación indiscriminada de estos principios en todas las profecías apocalípticas de Daniel y Apocalipsis es una de las causas principales de nuestra inseguridad y de las interpretaciones divergentes entre los intérpretes de esos dos libros. Creo que después de 150 años de estudiar e investigar las profecías apocalípticas de Daniel y Apocalipsis no debería haber incertidumbre ni diversidad de interpretaciones entre los eruditos Adventistas sobre esas profecías del tiempo del fin.  Sin embargo, como podemos ver, la realidad de la interpretación de esas profecías no concuerda con nuestra expectativa.  A pesar de esta realidad, no deberíamos desanimarnos porque todavía hay esperanza.  El libro de Daniel nos asegura que los “maskilim” o los “conocedores” entenderán las profecías de ese libro en el tiempo del fin (12:10). Además, el Señor Jesús prometió a sus discípulos el don de su Espíritu Santo que puede enseñar y revelar la verdad a su pueblo. Por lo tanto, busquemos urgentemente la dirección del Espíritu Santo en la interpretación de las profecías apocalípticas y cumplamos la gran Comisión Evangélica para ver al Señor Jesús viniendo otra vez en las nubes de gloria.
_________________
[i] Ángel Manuel Rodríguez, “Issues in the interpretation of the seven trumpets of Revelation,” Ministry (January 2012):6-10
[ii] El método histórico-gramático (o método histórico-bíblico) es básicamente la aplicación de las reglas gramaticales al texto bajo estudio.  Este método es opuesto al método histórico-crítico del racionalismo.  Para más información sobre estos dos métodos de interpretación vea Richard Davidson, “Biblical Interpretation” in the Handbook of Seventh-day Adventist Theology, ed. Raoul Dederen (Hagerstown, MD: Review and Herald, 2000).

Written by Samuel Nunez

Samuel Nunez
Born in Oaxaca, Mexico, Samuel Nunez finished B.A in Theology in 1971 at Colegio Vocacional y Profesional Montemorelos, Montemorelos, N. L., Mexico; his M.A in Religion in 1978 and his Th. D. degree in 1987 at Andrews University, Berrien Springs, MI. His educational background coupled with his seven years of experience as Professor of Old Testament exegesis and theology at Universidad de Montemorelos, Montemorelos, N. L., México led to his publishing of two books. Nunez’s writings also appear in various Seventh-day Adventist magazines. After 34 years of service, Dr. Samuel Nunez retired from work as a Pastor of the Seventh-day Adventist church in the United States and Mexico. He now dedicates his time to evangelism, giving seminars on the prophecies of Daniel and Revelation, conducting biblical research and publishing the results of his biblical investigation.

domingo, 9 de diciembre de 2012

Cómo conocer la voluntad de Dios para mi vida


Nuestra vida consiste en una serie de decisiones. Aunque algunas son de poca importancia, otras tienen gran significado y traen consecuencias de largo alcance. En cierto momento, cada uno de nosotros define su postura con respecto a tres asuntos fundamentales. Primero, decidimos el papel que Dios y la religión tendrán en nuestra vida. Segundo, escogemos la carrera o profesión con que nos ganaremos el sustento diario. Tercero, resolvemos si nos casaremos o no y quién será la persona con quien formaremos un hogar.
A medida que avanzamos en la vida, seguimos haciendo decisiones. ¿Dónde estudiaremos y qué título obtendremos? Al completar los estudios, ¿buscaremos empleo o trabajaremos de manera independiente? ¿En qué localidad nos radicaremos? ¿De qué manera emplearemos nuestras ganancias? Si nos casamos, ¿tendremos hijos o no? ¿Y cuántos?
A través de los siglos, los seres humanos han utilizado diversos métodos para tomar decisiones. Algunos buscan el consejo de amigos de experiencia o consejeros de confianza. Otros abren la Biblia al azar para encontrar un pasaje orientador o consultan a adivinos.
Como cristianos, queremos hacer la voluntad de Dios cada vez que nos encontramos frente a decisiones significativas. Cuando hablamos con el Señor en oración, a menudo repetimos las palabras del Padrenuestro, que incluye esta petición: “Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Mateo 6:10). ¿Qué nos enseña la Biblia acerca de la voluntad de Dios?

El significado de la palabra voluntad
La palabra “voluntad” tiene tres significados básicos, que se aplican tanto a Dios como a los seres humanos.
Voluntad: la capacidad y el poder de elegir. Dios posee la capacidad de decidir y la ha ejercido siempre. En cierto momento decidió crear el universo y poblarlo con seres inteligentes. También escogió ordenar este planeta y crear a Adán y a Eva para vivir en él. Más tarde eligió a Abraham y a sus descendientes para que fueran su pueblo especial. Asimismo decidió venir a este mundo como ser humano en la persona de Jesucristo para rescatarnos del pecado mediante su muerte y resurrección.
Dios nos creó con la capacidad de tomar decisiones, lo que constituye una parte importante de haber sido formados “a imagen de Dios”. De ahí que podemos elegir obedecerle o desobedecerle con consecuencias previsibles. (Ver Deuteronomio 30:15, 19, 20; Apocalipsis 3:20.) Dios respeta y protege nuestra libertad individual de escoger. Él anhela que, al tomar decisiones, elijamos bien y de esa manera desarrollemos nuestro carácter.
Voluntad: el deseo de realizar algo o de alcanzar un objetivo. Dios, cuyo carácter es perfecto amor y perfecta justicia, siempre desea lo bueno para sus criaturas (Jeremías 29:11) y nunca se siente inclinado hacia el mal (Santiago 1:13). Él desea, por ejemplo, que todos los seres humanos alcancemos la vida eterna (1 Timoteo 2:3, 4) y que crezcamos espiritualmente (Colosenses 1:9, 10).
Los seres humanos también sentimos el deseo de realizar algo o de alcanzar un objetivo en la vida. Con frecuencia, por causa del pecado que nos afecta, elegimos actuar de manera egoísta y perjudicial. El apóstol Pablo era consciente de su inclinación al mal: “No hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago” (Romanos 7:15, 20).
Voluntad: propósito firme, determinación o plan. Pablo se refiere al plan de Dios, quien “hace todas las cosas según el designio de su voluntad” (Efesios1:11). Su plan de salvación, por ejemplo, fue diseñado antes de la creación del mundo (1 Pedro 1:18-20). Cristo vino a este planeta en el momento preciso en la historia de la redención (Gálatas 4:4, 5). Dios conoce el día y la hora en que Cristo regresará en gloria a este mundo (Mateo 24:26, 27). También ha escogido el día en que juzgará a los seres humanos de todos los tiempos (Hechos 17:31). En algunos casos, Dios ha revelado aspectos importantes de su gran plan mediante profecías cuyo cumplimiento es preciso. Y en el capítulo 2 del libro de Daniel, por ejemplo, encontramos una secuencia de los poderes que han venido dominando al mundo desde el imperio babilónico hasta el fin de la historia. Y en el libro de Apocalipsis capítulos 2 y 3 se bosquejan las principales etapas de la historia del cristianismo.
Uno de los temas más interesantes para los cristianos es reflexionar sobre cómo Dios llevará a cabo su plan de acuerdo con su voluntad soberana, mientras permite que cada ser humano ejerza su libre albedrío. Esto inspiró al apóstol Pablo a exclamar: “¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!” (Romanos 11:33).

¿Por qué es importante?
Algún lector podrá preguntarse por qué es importante conocer la voluntad de Dios para nuestra vida.
Debemos reconocer que en nuestra condición natural no nos interesa ni nos importa conocer la voluntad de Dios. Y aunque supiéramos lo que él anhela para nosotros, tenderíamos a rechazar o a oponernos a sus mejores deseos. Por naturaleza, estamos en rebelión contra él. Sin embargo, Dios anhela que cambiemos nuestra actitud. Quiere ser nuestro Salvador y nuestro Amigo. Desea que le conozcamos, amemos y obedezcamos, para que nos vaya bien en la vida. Por eso el Espíritu Santo habla constantemente a nuestra conciencia. Nos invita: “Dame, hijo mío, tu corazón y miren tus ojos por mis caminos” (Proverbios 23:26). Quiere guiar nuestras decisiones para nuestro bien (Salmo 32:8, 9). El apóstol Pablo nos anima a volvernos especialistas en conocer la voluntad de Dios (Efesios 5:16, 17). Si la obedecemos, nos asegura que pasaremos la eternidad en su compañía (Mateo 7:21; 1 Juan 2:17).
Por eso Satanás procura que permanezcamos separados de Dios y en rebelión contra él. Y aunque hayamos decidido obedecer a Dios, Satanás sigue intentando que le desobedezcamos. Este proceso de prueba se conoce con el nombre de tentación y es permitido por Dios. Cada día de nuestra vida se libra en nuestra conciencia este drama de consecuencias eternas. Mediante el Espíritu Santo, Dios nos invita a que alineemos nuestra voluntad con la suya, mientras Satanás trata de convencernos de que Dios no nos ama y no quiere que disfrutemos de la vida. Sin embargo, cuanto más tiempo obedecemos a Dios, tanto más se debilitan las tentaciones, porque Dios fortalece nuestra capacidad de elegir lo bueno.
Cuando entendemos la guerra mortal en que estamos involucrados, también llegamos a comprender por qué Dios está tan interesado en nuestra salud física y mental. El desea que nada afecte nuestra capacidad de elegir consciente y libremente entre obedecerle o desobedecerle. Por eso nos aconseja que mantengamos el cuerpo libre de sustancias que disminuyen nuestra capacidad de razonar y que conservemos nuestra mente libre de las influencias negativas que nos llegan a través de lo que leemos, miramos u oímos. Nada debe impedir que escuchemos con claridad la voz de Dios en nuestra conciencia.

¿Cuáles son las condiciones?
Dios ha establecido tres condiciones básicas para conocer su voluntad para nuestra vida.
Confianza en que Dios existe, que es bueno y justo, y que desea lo mejor para nosotros (Hebreos 11:6).
Obediencia: Decidir obedecer a Dios en todo aquello en que ya haya revelado su voluntad para nosotros. Esto requiere desterrar de nuestra vida todo pecado conocido. Dice el salmista: “Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, el Señor no me habría escuchado” (Salmo 66:18). Por otra parte, “si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye” (1 Juan 5:14).
Sumisión: Estar dispuestos a obedecer lo que Dios nos revele de su voluntad. Esto requiere una actitud especial, porque nuestra tendencia natural es decirle al Señor: “Muéstrame tu voluntad y después déjame que decida si la voy a obedecer o no”. Se cuenta que un joven elevó a Dios una oración parecida: “Señor, quiero servirte como misionero. Estoy listo a ir a cualquier parte que tú me envíes, con tal que el sueldo sea bueno y el clima agradable”. Esta actitud tragicómica se basa en dos falacias: Creer que sabemos mejor que Dios lo que nos conviene y pensar que él no desea nuestra felicidad ni nuestra salvación eterna.
¿Cuáles son los siguientes pasos?

Existen cinco factores que nos ayudan a conocer la voluntad de Dios y aplicarla a nuestra vida. Vamos a repasarlos.

1. La Biblia: En este libro inspirado Dios comunica su voluntad para todos los seres humanos de todos los tiempos. La Biblia nos provee instrucción específica sobre la voluntad de Dios. También encontramos en ella ejemplos sobre las bendiciones de la obediencia y los tristes resultados de la desobediencia. Por eso nos conviene estudiarla cada día, individualmente y en grupos. Ella contiene enseñanzas sobre la salvación, la familia, el trabajo, las finanzas, los hábitos de vida y muchos otros temas importantes.
Pablo dice que en las Escrituras podemos hallar todo lo necesario para vivir una vida digna y alcanzar la vida eterna (2 Timoteo 3:15-17). Los cristianos encontramos en los Diez Mandamientos (Éxodo 20:3-17) los grandes principios morales que definen nuestra relación con Dios y con nuestros semejantes (Lucas 10:27). Cuando aceptamos a Jesucristo como Salvador y Amigo, orientamos nuestra existencia en base a esos principios como una expresión de nuestro amor hacia él (Juan 14:15). Jesús no sólo presentó un modelo perfecto de cómo se viven esos principios, sino que también explicó sus implicaciones para la vida real (ver Mateo capítulos 5 al 7).

2. El Espíritu Santo: Dios se comunica con nosotros mediante el Espíritu Santo hablando a nuestra conciencia. El Espíritu Santo es Dios mismo apelando a nuestra voluntad (Isaías 30:21). Sin embargo, la conciencia no es siempre ni necesariamente la voz de Dios, porque puede estar deformada o cauterizada. Aunque el Espíritu Santo venía actuando en el mundo desde la Creación, cuando Cristo completó su ministerio en esta Tierra y ascendió al cielo, nos dejó el Espíritu Santo para cumplir una misión especial (Hechos 1:8).
Hay momentos cuando escuchamos la voz del Espíritu de Dios con más claridad. Esto sucede cuando oramos y permanecemos silenciosos aguardando la respuesta de Dios. También ocurre cuando estudiamos un pasaje de la Biblia, meditamos sobre su significado y le pedimos al Espíritu Santo que nos enseñe a aplicarlo a la vida. Además, podemos sentir las impresiones de Dios cuando participamos con otros cristianos en la adoración, el canto congregacional, la oración pública y cuando escuchamos la exposición de la Palabra de Dios con poder.
Es el Espíritu Santo quien nos hace entender las verdades espirituales (Juan 16:13) y nos capacita para hacer lo que Dios desea (Filipenses 2:13; Hebreos 13:20, 21. El Espíritu también estimula nuestro pensamiento para imaginarnos el gozo que experimentaremos cuando hagamos la voluntad de Dios (Salmo 37:3-6).

3. Los eventos de la vida: Dios nos ayuda a discernir su voluntad al interpretar con sabiduría lo que nos acontece. Cuando tomamos una decisión que nos parece correcta y avanzamos en cierta dirección, Dios con frecuencia abre o cierra las puertas de la oportunidad delante de nosotros. Por ejemplo: Solicitamos admisión en tres universidades y una de ellas nos acepta y además nos ofrece una beca. Pedimos trabajo en dos empresas y una de ellas nos invita, con el sábado libre. Conocemos a alguien, aparentemente por casualidad, y ese encuentro abre oportunidades inesperadas.
En la Biblia encontramos varios casos en que Dios utiliza los eventos para llevar adelante su plan. Cuando los hermanos de José están a punto de matarlo motivados por la envidia, una caravana de mercaderes pasa cerca de ellos en el momento oportuno y lo compran como esclavo (Génesis 37:12-28). Años más tarde, cuando José había llegado a ser el primer ministro del faraón en Egipto, les dice a sus hermanos que Dios, en su providencia, lo había enviado a esa tierra extraña para salvarles la vida a ellos y a toda su familia (Génesis 45:7, 8).
Rebeca llega a buscar agua para su rebaño justamente cuando Eliezer, siervo de Abraham, se acerca al mismo pozo después de haber orado a Dios para que le ayudara a encontrar una esposa para Isaac (Génesis 24:12-46).
Dos eventos en la vida de Pablo muestran la providencia divina en acción. Durante uno de sus viajes misioneros, el apóstol decide dirigirse a una región de Asia Menor para predicar el evangelio, pero el Espíritu Santo le impide hacerlo y en cambio lo guía hacia Europa con ese fin (Hechos 16:6-10). Algún tiempo después Pablo se propone viajar a Roma para comunicar el cristianismo en la capital del vasto imperio (Hechos 19:21). Eventualmente llega a Roma a predicar las buenas nuevas de salvación, pero como prisionero de las autoridades romanas (Hecho 23:11; Filipenses 1:12, 13).
En cada caso, sin embargo, debemos interpretar los eventos y las circunstancias asegurándonos de que no contradicen los principios de la Biblia y que coinciden con la orientación del Espíritu Santo.

4. Consejeros cristianos: Personas de experiencia y buen juicio que pueden ayudarnos a aplicar los principios de la Palabra de Dios a nuestra vida. Cuando estamos frente a una decisión importante, nos beneficiaremos mucho al escuchar el consejo de quienes nos conocen bien, como nuestros profesores y mentores (Proverbios 11:14). Nuestros padres, si son cristianos, también pueden orientarnos con sabiduría (Proverbios 23:22). De la misma manera, es valioso el parecer de pastores, capellanes y líderes de confianza.1 (El apóstol Pablo prestó atención al consejo de sus amigos durante los disturbios en Efeso y de esa manera probablemente salvó su vida. Ver Hechos 19:30, 31.)
El diálogo con personas de experiencia ofrece la ventaja de que pueden evaluar nuestra situación con cierta objetividad. Además, pueden hacernos preguntas que aclaren nuestro pensamiento y sugerir opciones que no habíamos considerado. Por supuesto, si ya hemos formado nuestro hogar, debemos conversar con nuestro cónyuge e incluso con nuestros hijos, evaluando el pro y el contra, puesto que ellos también serán afectados por la decisión que tomemos.

5. La reflexión personal: Evaluamos con oración los cuatro factores anteriores y tomamos una decisión. Ahora que hemos satisfecho las tres condiciones –confianza en Dios, obediencia a su voluntad y sumisión a lo que él nos indique– integramos los cuatro factores. Tomamos en cuenta los principios bíblicos, las impresiones del Espíritu Santo, el sentido de dirección que nos indican los eventos y el consejo de personas en quienes confiamos. La lista titulada “Antes de tomar una decisión importante” puede ayudarnos en el proceso.
Esto es esencial, porque no debemos confiar demasiado en nuestro juicio, que con frecuencia es parcial y limitado: “No te apoyes en tu propia prudencia. No seas sabio en tu propia opinión” (Proverbios 3:5, 7), aconseja Salomón. “Hay camino que parece derecho al hombre, pero su fin es camino de muerte” (Proverbios 16:25). Sin embargo, la decisión final debe ser nuestra.
A pesar de haber tomado cuidadosamente estos cinco pasos, es posible que cometamos errores y hagamos decisiones incorrectas. Pero Dios es paciente con nosotros (Salmo 103:13, 14). Debemos pedir perdón, volver atrás y comenzar de nuevo el proceso.
Conclusión
Durante su ministerio, Jesús repitió varias veces un relato con variaciones. Es la parábola del dueño de una hacienda que, antes de partir hacia una tierra lejana, llama a su mayordomo y le pide que se haga cargo de toda su propiedad mientras él se encuentra ausente. Cuando el dueño regresa le pide al mayordomo un informe sobre cómo ha desempeñado sus responsabilidades. En otra versión, Jesús cuenta el relato de un hombre rico que confía su fortuna a varios de sus empleados y después de un tiempo les pide cuentas.
La esencia de estos relatos es la misma: Dios nos ha confiado vida, talentos, oportunidades y opciones para la acción. Nos provee orientación y se alegra cuando tomamos buenas decisiones. Su promesa es segura: “Este Dios es Dios nuestro eternamente y para siempre; él nos guiará aun más allá de la muerte” (Salmo 48:14). Por eso, cuando hacemos frente a una decisión importante y queremos conocer la voluntad de Dios, podemos orar como David: “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno” (Salmo 139:23, 24).

Humberto M. Rasi (Ph.D., Stanford University) es el fundador y redactor en jefe de Diálogo Universitario.


REFERENCIAS
1. Los adventistas del séptimo día creemos que los escritos de Elena White, fundamentados en los principios bíblicos, proveen orientación inspirada sobre muchos aspectos de la vida cristiana y los consultamos antes de tomar una decisión importante.
2. Cuestionario adaptado del libro de Dwight L. Carlson, Living God´s Will, pp. 153-156.

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