jueves, 4 de octubre de 2012

Profeta



"Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron" " , a fin de que por ellas "tengamos esperanza" (Rom. 15: 4). Pero no debiéramos olvidar que aunque "estas cosas" fueron escritas para amonestarnos, también "acontecieron como ejemplo" " (1 Cor. 10: 11). Muchas declaraciones proféticas, muchos incidentes históricos, muchos símbolos que señalaban claramente al Mesías también tenían un sentido más inmediato para aquellos que oyeron esas cosas y fueron testigos de ellas. Los mensajes proféticos dirigidos al pueblo de Israel fueron pronunciados respecto a las circunstancias históricas que los provocaron, y fueron ordenados por Dios para llenar las necesidades de su pueblo en el momento cuando fueron dados. 

Las predicciones de los profetas del AT pueden dividirse en cuatro categorías: 

1. Predicciones que surgieron de la situación histórica inmediata y que sólo se relacionaban con ella o con los acontecimientos que estaban a punto de ocurrir. Tales fueron las profecías de Jeremías en cuanto a los yugos de hierro y de madera (cap. 28), su compra simbólica de un campo cerca de Anatot (cap. 32), y su predicción de la muerte del falso profeta Hananías (cap. 28: 15-17). Así también Ezequiel sitió en forma simbólica un adobe en el mercado de Tel-abib (caps. 4 y 5). Amós amenazó a las naciones vecinas a Israel (caps. 1 y 2), y Nahúm predijo la caída de Nínive (caps. 2 y 3). 

2. Predicciones que anticipaban manifiesta y exclusivamente hechos relacionados con la venida del Mesías, tales como las declaraciones proféticas de Isa. 9: 6, 7; 40: 3-5; 53; 61: 1-3; Dan. 9; Zac. 9: 9; 13: 1, 6, 7. 

3. Las profecías del libro de Daniel que tienen que ver en primer lugar con los acontecimientos históricos del futuro lejano. Es decir, con la era cristiana y el tiempo del fin, según lo afirman las profecías mismas (Dan.2:44; 7: 27; 8: 14; 10: 14; 11: 40; 12: 4). 

4. Profecías que tienen doble aplicación: primero, a una situación local e histórica; segundo, al Mesías y a su reino. Las profecías de esta cuarta categoría son las que más fácilmente resultan mal entendidas y mal aplicadas. Esto ocurre a menudo por no comprender 1031 que ciertas profecías tienen un aspecto doble. 

En las Escrituras abundan las ilustraciones de profecías que tienen doble aplicación. La promesa hecha a Abrahán de que tendría "descendencia" (Gén. 12: 7; 13: 15; 22: 18), señalaba claramente a Cristo (Mat. 1: 1; Gál. 3: 16), pero halló también un cumplimiento real y verdadero en el nacimiento de Isaac (Gén. 13: 16; 15: 4, 5, 13; 17: 7, 16, 19-21; 18: 10; 21: 1, 3). En verdad, el primer cumplimiento correspondiente a Isaac, simbolizaba el cumplimiento completo en Cristo. Una promesa similar, hecha a David, fue manifiestamente una profecía en cuanto a Cristo (2 Sam. 7: 12, 13; Mat. 1: 1; Hech. 2: 30), y sin embargo se aplicaba también al nacimiento de Salomón (1 Rey. 8: 20). Cuando Moisés estaba por dejar sus deberes como dirigente, y el pueblo se preguntaba quién ocuparía su lugar, hizo la predicción inspirada: " "Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios" " (Deut. 18: 15). Por el contexto resulta evidente que esta promesa tuvo aplicación inmediata en la dirección profética de Israel en los años que siguieron a la muerte de Moisés (Deut. 18: 18; cf. Exo. 20: 19; Deut. 5: 25-27; Núm. 27: 18-23; Deut. 34: 9, 10; Ose. 12: 10, 13), y sin embargo la Inspiración declara que " "nunca más se levantó profeta en Israel como Moisés" " (Deut. 34: 10; cf. Núm. 12: 6-8). Sólo Cristo podía llenar plenamente las condiciones presentadas por Moisés en su predicción (ver Juan 1: 21; 6: 14; 7: 40). 

De modo similar el cordero pascual simbolizaba, en primer lugar, la liberación literal e histórica de Israel de Egipto y, en segundo lugar, la liberación espiritual del pecado, prometida a todo el pueblo de Dios mediante el Mesías (1 Cor. 5: 7). La roca golpeada en el desierto proporcionó agua literal para un pueblo sediento, y así se convirtió en símbolo de la Roca, Cristo Jesús, quien ofrecería gratuitamente el agua de la vida a todos los hombres (Juan 4: 10; 7: 37; 1 Cor. 10: 4). Así también el maná caído del cielo proporcionó pan para satisfacer el hambre de Israel, pero Jesús afirmó mucho más tarde, que él era el "verdadero pan del cielo" " (Juan 6: 31-33). El sumo sacerdote Josué fue coronado con coronas literales, en anticipación profética de la coronación de Cristo como sacerdote y rey (Zac. 6: 9-13; 9: 9). 

Al referirse a la liberación de Israel de la esclavitud, Oseas dijo que Dios llamó a su hijo de  Egipto (Ose. 11: 1), pero Mateo vio en las palabras de Oseas una profecía referente a Cristo (Mat. 2: 15). La referencia de Jeremías a "Raquel que lamenta por sus hijos" (Jer. 31: 10, 11, 15, 16, 20) se aplicó originalmente al cautiverio babilónico, como lo revela claramente el contexto, pero el evangelista encontró en esa declaración una profecía acerca de la matanza de los niños de Belén por orden de Herodes (Mat. 2: 18). Isaías describió en forma vívida el estado espiritual de Israel en sus días (Isa. 6: 9, 10; 29: 13), pero Cristo declaro que esas palabras proféticas describían su generación (Mat. 13: 14, 15; 15: 7-9), diciendo: "Se cumple en ellos la profecía de Isaías". La exégesis hecha por Pablo de los incidentes históricos y de las declaraciones proféticas registrados en el AT se ajusta al molde trazado por Cristo y los evangelistas. En verdad, Pablo interpreta muchos pasajes de una manera que no siempre se hace evidente si sólo se usa el AT (ver Hech. 13: 32, 33; 2 Cor. 8: 15; Gál. 3: 13, 16; 4: 22-31; 1 Tim. 5: 17, 18; Heb. 1: 5-8; 10: 5). De esa manera los escritores del NT continuamente desarrollan, explican e interpretan las declaraciones proféticas del AT. 

Estas, y otras numerosas ilustraciones que podrían presentarse, demuestran que las declaraciones bíblicas, que luego aparecen como profecías mesiánicas, tuvieron muchas veces sin sentido literal y más inmediato para el pueblo que las oyó en primera instancia y fue testigo de los acontecimientos descritos. Posiblemente su escasa visión haya limitado esas declaraciones inspiradas a sus propios días. Pero más tarde los santos profetas, guiados por la inspiración, vieron en esas mismas declaraciones un sentido profético más extenso (Luc. 24: 25-27, 32; Juan 16: 13; 1 Ped. 1: 10-12). Muchas veces sólo cuando Cristo o el Espíritu Santo "les abrió el entendimiento" , los hombres de la era cristiana pudieron comenzar a entender las Escrituras del AT en toda su plenitud (Luc. 24: 45). Antes de eso, al igual que sus compatriotas incrédulos, pasaron por alto muchas profecías que señalaban al primer advenimiento y aplicaron mal otras que se referían exclusivamente al segundo advenimiento (DTG 22, 722). 

Además se hace evidente que ciertas profecías del AT que señalan la venida del Mesías 1032 y el establecimiento de su reino, se aplican en parte al primer advenimiento, y en parte al segundo. Así Cristo, en su primer sermón predicado en Nazaret, citó Isa. 61: 1-3, diciendo que se cumplía "hoy" (Luc. 4: 16-21), pero en forma significativa omitió la referencia al "día de venganza del Dios nuestro" " (Isa. 61: 2) -por la sencilla razón de que el "día de venganza" sólo ocurre en ocasión de la segunda venida. La obra encomendada a Elías de volver los corazones de los israelitas a su Padre celestial (1 Rey. 18: 36-40) es usada por profetas posteriores como símbolo de la obra de Juan el Bautista (Isa. 40: 3; Mal. 3: 1; 4: 5, 6; Juan 1: 23; Mat. 11: 9-17; 17: 10-13; Mar. 9: 11-13; Luc. 7: 24-27). Pero la predicción de la presencia de Elías " "antes que venga el día de Jehová, grande y terrible" " (Mal. 4: 5) hallará cumplimiento nuevamente en nuestro tiempo (3T 62). En Pentecostés (Hech, 2: 16-21), Pedro afirmó que en ese día se cumplía Joel 2: 28-32; pero las palabras de Joel habrán de hallar su segundo cumplimiento en nuestro tiempo (PE 143; HAp 44, 45). De la misma manera, ciertas predicciones de Mat. 24 anticipaban tanto la destrucción de Jerusalén en el año 70 DC, como el fin del tiempo (DTG 582; CS 24, 28). 

Es natural que surja la pregunta: ¿Cómo podemos saber cuándo puede considerarse que cierto incidente histórico tiene su equivalente en un acontecimiento posterior, o cuándo una declaración profética tiene doble aplicación? La respuesta es ésta: cuando un autor inspirado hace tal aplicación. El ir más allá de lo que está claramente expuesto por la Inspiración es entrar en el reino de la opinión personal. En esta época cuando sopla todo viento de doctrina, es necesario que nos aseguremos de que nuestra comprensión de la Escritura descansa sobre un firme y claro "así ha dicho Jehová" (ver Deut. 29: 29; Isa. 50: 11; Jer. 2: 13; Mat. 7: 24-28; 1 Cor. 2: 4, 5, 12, 13; Efe. 4: 14; Col. 2: 2-4, 8; 2 Ped. 1: 16; Apoc. 22: 18). En la interpretación bíblica, la única regla segura es comparar unos con otros los diferentes pasajes de las Escrituras. De ninguna otra manera podremos estar seguros de evitar las explicaciones fantásticas, y hasta grotescas, de las profecías del AT propuestas por algunos. 

Aunque en el momento de ser dada la profecía posiblemente nadie entendió más que la aplicación local e inmediata, sin embargo, en la presciencia de Dios, también se dispuso que esa profecía se aplicase completa y finalmente a Cristo, o a las señales que predicen su segundo advenimiento o al establecimiento de su reino. El hecho de que los profetas mismos no se hubiesen percatado de que sus declaraciones inspiradas, en algunos casos, tenían una doble aplicación, de ninguna manera perjudica la validez de esa aplicación. Por el contrario, da testimonio de que la sabiduría que inspiró la declaración fue más que humana. Abrahán no fue el único de quien Cristo pudo haber dicho que vio "mi día ... y se gozó" " (Juan 8: 56), porque los profetas mismos muchas veces estudiaron con diligencia sus propios mensajes, a fin de entender mejor el sentido mesiánico que en su primer momento no captaron sino débilmente (1 Ped. 1: 10-12). 

De ninguna manera la fuerza de una profecía concerniente a Cristo se debilita porque las palabras del profeta se apliquen en primer lugar a una situación histórica más inmediata. Muchas veces el cumplimiento primero y más inmediato no sólo sirve para confirmar y aclarar el segundo cumplimiento, sino que también puede ser una condición previa del mismo. Cuando un escritor del NT aplica la declaración de un profeta del AT a los tiempos del NT, o a tiempos posteriores, el negar la validez de tal aplicación equivale a negar la inspiración de dicho autor. Pero cuando el contexto de una declaración del AT hace evidente que se aplica también a una situación histórica inmediata, el negar esta aplicación sería violar una regla básica de interpretación: la que afirma que el estudio del contexto y del marco histórico es fundamental para llegar a la comprensión correcta de cualquier pasaje. 

Puesto que creemos que tanto los autores del NT como los del AT fueron plenamente inspirados, para ser consecuentes debemos creer que ciertas profecías tienen doble aplicación. Las promesas hechas originalmente en el AT al Israel literal han de cumplirse, en principio al menos, con relación al Israel espiritual. Y así como el Israel literal anhelaba un "reposo" en la Canaán terrenal, pero no entró en él, tenemos el privilegio de anticipar, con fe y esperanza, un reposo eterno en la Canaán celestial (Heb. 4: 8-11; ver también Mat. 25: 34). 

La palabra traducida "profeta" viene del 1033 verbo "contar", "anunciar". Difícilmente podría considerarse que la predicción de aconecimientos futuros sea la tarea principal del profeta. Su tarea más importante es hablar, en lugar de Dios, palabras de consejo, amonestación y reprobación. La palabra "profeta" viene del Gr. profétes , "hablar en favor de", o en lugar de otro. Este es el concepto bíblico de un profeta. Es el portavoz de Dios.

Fuente: Comentario Bíblico Adventista, "Deutoronomio 18", Tomo 1.

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