Al comienzo de nuestra obra se creyó que los 144.000 sellados eran un número literal, como todavía hoy sostienen los Testigos de Jehová. Nosotros no podemos saber quiénes son los que formarán parte de este grupo especial de redimidos.[1] Pero sí podemos saber que el número y las descripciones que presenta Juan en el Apocalipsis son simbólicos.
En primer lugar, las 12 tribus de Israel ya no existen ni forman parte del pueblo de Dios. La única tribu que permanece es la de Judá. Pero, si bien muchos de ellos serán injertados en el pueblo santo, no lo serán como tribu, sino como individuos (Rom. 11:11, 19,21,23,24). Por eso el “Israel” de hoy es espiritual.
En segundo lugar, es imposible elegir 12.000 de cada tribu, pues de las cuatro listas que aparecen enla Biblia , no hay una que concuerde con las otras. En la lista de Moisés no aparecen las tribus de Leví ni la de José (Núm. 1:4-16; 2). En Josué 13 al 19 están las de Manasés y de Leví, pero no las de José ni Efraín. En Ezequiel 48:31-35 están las de Leví y José, pero no las de Manasés y de Efraín. Y en Apocalipsis 7:4-8 están las de Leví, Manasés y de José, pero no las de Dan y Efraín.
En segundo lugar, es imposible elegir 12.000 de cada tribu, pues de las cuatro listas que aparecen en
En tercer lugar, si las 12 tribus no existen sino en sentido figurado, el número “doce” debe ser interpretado con el sentido figurado de totalidad, pues representa algo completo y total dentro de los límites del pueblo de Dios (Éxo. 28:21; 39:14; 1 Rey. 18:31; Eze. 43:16; Mat.10:1; 19:28; 26:53; Mar. 6:43; 8:19; Luc. 22:30; Hech. 7:8; Sant. 1:1; Apoc.12:1; 21:2,14).). Lo mismo el número 1.000, que representa mucho, número incontable ((Deut. 7:9; 1 Crón. 16:15; Sal. 105:8; Eze. 6:6; 7:28; Apoc. 7:4-8; 11:13; 14:13,20; 21:16).). Si son 12.000 de cada tribu, entonces nos daría: 12 X 12 = 144 X 1.000 = 144.000.
En cuarto lugar, si tomamos en cuenta que Dios nos elige respetando el libre albedrío, es decir conforme a la respuesta humana y no la suya, es imposible que los que estén en condiciones para pertenecer a este grupo especial de redimidos, lleguen a sumar exactamente 12 veces 12.000, ni uno más ni uno menos de cada grupo. Los cambios en el cumplimiento de sus promesas condicionales, se deben justamente a este factor humano que Dios respeta aunque es Todopoderoso.
En quinto lugar, según leemos en Apocalipsis 14:1-5 y en las revelaciones de Elena G. de White,[2] los 144.000 son los que doctrinalmente no tendrán contaminación alguna con “mujeres” o enseñanzas de las iglesias de Babilonia;[3] serán los sellados después del decreto dominical y el gran zarandeo,[4] vencerán a “la bestia” y a su “imagen” cuando se dé el decreto contra la observancia del sábado; pasarán por el tiempo de angustia de Jacob, es decir sin intercesión por pecados de culpa; verán la “nube pequeña”; serán “trasladados de la tierra, de entre los vivos”; cantarán comprendiendo mejor que los demás redimidos el canto de Moisés y del Cordero; estarán delante del trono como primicias, junto con los tizones arrebatados del incendio —como Pablo, David, etc.—, y serán los únicos que podrán entrar en el templo de siete columnas dedicado a ellos, que se encuentra sobre siete colinas, afuera de la santa ciudad.[5] Desde la resurrección especial, a ellos se les sumarán los que murieron anunciando la segunda venida durante el anuncio del triple mensaje angélico, como Elena G. de White, Guillermo Miller y la Sra. Hastings.[6] Es decir que estarán vivos “con” ellos, pero no pertenecerán a los 144.000.
Últimamente se está extendiendo la idea de que los 144.000 y la gran multitud, son dos nombres de un mismo grupo de personas, que el Señor les promete el cielo. Los argumentos que presentan parecen muy razonables, porque ambos grupos poseen en el Apocalipsis un buen número de características en común,[7] que presento a continuación:
a) Guardan los mandamientos de Dios (Apoc. 12:17; 14:12).
b) Tienen el testimonio de Jesús (12:17; 19:10).
c) Tienen paciencia (13:10; 14:12).
d) Tienen fe (13:19; 14:12).
f) Sufren tribulaciones (1:9; 2:9,10; 7:14), como las grandes persecuciones que se sufrió durante la Edad Media (Mat. 24:21; Dan. 12:1).
g) Sus vestiduras espirituales no tienen manchas gracias al perdón (Col. 1:22; Apoc. 7:14; 14:4,5).
Pero, ¿son suficientes estas semejanzas? No, porque es de esperar que todo aquel que se prepare para el cielo, tenga que guardar los mandamientos y aceptar el “testimonio de Jesús” para eliminar toda mancha de sus vestiduras espirituales; y debe tener fe y paciencia, incluso en medio de las tribulaciones. Los exégetas saben muy bien que una interpretación no es correcta a menos que respete toda la revelación. Cuando Satanás se presentó como un ángel del cielo para tentar a Jesús, usó este método; y por lo tanto, debemos tener cuidado. Y al examinar toda la Revelación, tenemos:
1.º La “gran multitud” es elegida de todas las naciones y las gentes de la tierra de todos los tiempos (Apoc. 7:9). En cambio los 144.000 son elegidos sólo de entre “los siervos de vuestro Dios” para que pasen por el gran sellamiento final, siendo los únicos a quienes Dios decidirá su destino antes de la muerte y después del fin del tiempo de gracia (7:3-8).
Hay tres momentos en que Dios elige para sellar a sus elegidos: El primero es al fin del breve proceso de la conversión, cuando después que el pecador arrepentido quiere morir a su viejo hombre, confiesa sus pecados, y por su fe en el Salvador, recibe la confirmación del perdón por obra del Espíritu Santo (2 Cor. 1:22; Efe. 1:13,14). Cuando esto ocurre, él se sienta en el trono de su mente, asociándose con su voluntad, y la renueva en un instante (2 Cor. 5:17,21; Tito 3:5; Efe. 4:23; Rom. 12:2). Con este acto de renovación de la conciencia, queda confirmada la nueva vida hasta la próxima caída. Es decir que la justicia que recibimos de Cristo, queda sellada con la condición de que permanezcamos en él. La observancia del cuarto mandamiento es la prueba más destacada de la permanencia de este sello (Eze. 20:4,20). Es a este sello en el perdón, que la mensajera del Señor hace referencia en 1899, al señalar a unos hermanos ancianos y decir que “el sello de Dios está sobre ellos”.[8]
El segundo momento ocurre cuando termina la vida del creyente y “en ese mismo día perecen sus pensamientos” (Sal. 146:4).[9] Desde ese momento el Espíritu se levanta del trono de su mente; y en los libros del cielo queda determinado su destino para vida eterna o para la muerte segunda. Sin embargo, este destino se define con el fallo del gran tribunal celestial, cuya obra se inició en 1844.[10] Es probable que todos los que murieron en Cristo ya hayan sido juzgados, y hoy el juicio continúe con los que van llegando al descanso.
El tercer momento es el definitivo, y se cumplirá en la iglesia en forma masiva y repentina, es decir mientras los justos todavía sigan vivos (los 144.000), pero totalmente separados de los malos y viviendo de los milagros de Dios hasta la 2ª venida (Apoc. 7:3). Esto significa que no puede ocurrir mientras el justo tenga una oportunidad posterior de cambiar su destino, pues de lo contrario los testigos del universo se encontrarían con un juicio divino que podría ser injusto. El cambio de vida que se vio en el rey Ezequías, después que se le permitió vivir un tiempo más, es un ejemplo claro (2 Rey. 20 con 2 Crón. 32:25; 33:1,2,21,22). Por lo tanto, es un error creer que este sellamiento ocurrirá en cualquier momento de nuestra vida, entre 1844 y el sellamiento final.
“El Señor me ha mostrado claramente que la imagen de la bestia será formadaantes que termine el tiempo de gracia, porque constituirá la gran prueba para el pueblo de Dios por medio de la cual se decidirá el destino de cada uno [...] “Esta es la prueba que deberán enfrentar los hijos de Dios antes de ser sellados”.[13]
“Pero cuando se ponga en vigencia el decreto que ordena falsificar el sábado, y el fuerte clamor del tercer ángel amoneste a los hombres contra la adoración de la bestia y su imagen, se trazará la línea entre lo falso y lo verdadero. Entonces los que continúen aún en transgresión recibirán la marca de la bestia”.[14]
“Nadie hasta ahora ha recibido la marca de la bestia”.[15] “La observancia del domingo no es aún la marca de la bestia, y no lo será sino hasta que se promulgue el decreto que obligue a los hombres a santificar este falso día de reposo”.[16]
Por eso la Hna. White dice que el sellamiento se cumplirá durante “la lluvia tardía” y “la postrera gran amonestación”, y poco antes que en el cielo se exclame: “Hecho es”; se dé el fallo de Apocalipsis 22:11 y concluya el tiempo de gracia. Ella escribió:
“Había recibido la lluvia tardía [...] Por todas partes había cundido la postrera gran amonestación [...] Un ángel con tintero de escribano en la cintura regresó de la tierra [...] quedando sellados y numerados los santos. Vi entonces que Jesús [...] alzando las manos exclamó en alta voz ‘consumado es”.[17] Desde ese momento los justos serán protegidos en forma directa y especial hasta la segunda venida.[18]
2.º Los 144.000 poseerán cualidades que ningún otro grupo de redimidos ha poseído. Por ejemplo, desde la época apostólica hasta el período cristiano de Laodicea, el pueblo de Dios tuvo que crecer en entendimiento (Da, 12:4; 2 Ped. 3:18; Efe. 4:12,13; Apoc. 2:1-3:22). Por eso hoy conocemos mejor la profecía de los 2.300 años que cualquier profeta bíblico. Sin embargo, Elena G. De White aclaró:
“Jesús no puede venir todavía a la tierra. Ellos [los que dicen poseer toda la luz de la verdad] tienen que soportar mayores pruebas por él. Deben renunciar a tradiciones y errores recibidos de los hombres y volverse por completo a Dios y su Palabra”.[19] Y en 1900 añadió: “No cerrará el tiempo de gracia hasta que el mensaje haya sido proclamado con más claridad”.[20]
Esto significa que si continuamos en este “desierto” de pecado, es porque el remanente de hoy todavía está contaminado “con mujeres” o doctrinas de otras iglesias cristianas, y debe “volverse por completo a Dios y su Palabra”. Por eso la crisis doctrinal actual nos dice que todavía nos falta llegar a “la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios” (Efe. 4:13); por eso todavía los cuatro ángeles detienen los vientos; por eso todavía los 144.000 no han sido elegidos como “vírgenes”, sin mancha y sin mentira (Apoc. 14:4,5) y “Jesús no puede venir todavía a la tierra”.
3.º Esto explica por qué la Hna. White dijo en 1901 que, a pesar que ya se puede saber si formamos parte de los redimidos —porque en el perdón el Espíritu da testimonio que somos hijos y herederos del cielo, aunque solamente hasta la próxima caída (Rom. 5:1; 8:16; Apoc. 22:14)—, todavía nadie puede saber quiénes formarán parte de los 144.000.[21]
4.º Los 144.000 serán “redimidos de entre los hombres como primicias para Dios” (Apoc. 14:4). El vocablo “primicia” (ajparch; aparqué) aparece 8 veces en el N.T., como “primero” en orden (Rom. 8:23; 11:16; 16:5; 1 Cor. 15:23; 16:15) y “principal” o primero en jerarquía (1 Cor. 15:20; Sant. 1:18); Apoc. 14:4). Y viene del A.T. como primero (Prov. 3:9), elegido (Jer. 2:3), apartado para uso sagrado (Eze. 20:40), y como ofrenda especial (Mal. 3:3). Sabemos que los 144.000 no serán los primeros en llegar al cielo (2 Rey. 2:11; Mat. 27:52; Jud. 9). Por lo tanto, en el cielo serán considerados como un presente especial, elegidos de entre la “gran multitud”. Por eso la mensajera del Señor dijo que los 144.000 serán los “especialmente elegidos”[22]
5.º En el cielo hay un templo de siete columnas que está fuera de la santa ciudad. Y aunque creemos que Elena G. De White formará parte del pueblo de Dios, se le reveló que ella no podrá entrar allí, sino sólo los 144.000.[23] Ellos serán los únicos que podrán entender plenamente el canto de Moisés y del Cordero (Apoc. 14:3; 15:3), “pues es el cántico de su experiencia —una experiencia que ninguna otra compañía ha conocido jamás [...] Habiendo sido trasladados de la tierra, de entre los vivos, son contados por ‘primicias’ para Dios y para el Cordero”.[24]
6.ª Por eso, en cuanto a la ubicación de la adoración de los redimidos, ellos estarán frente al trono de Dios entre los primeros, junto con los tizones arrebatados del incendio. En cambio en la descripción que da la Hna. White , la gran multitud de redimidos de Apocalipsis 7:9 estará ubicada frente al trono en un cuarto lugar.[25] Vemos aquí otra clara separación entre los 144.000 y la “gran multitud”.
7.º Los 144.000 serán los redimidos que ascenderán al cielo sin ver la muerte.[26]La gran mayoría de los redimidos serán resucitados ¾una nueva separación.
8.º Si los 144.000 es la “gran multitud”, todos los que pedimos el perdón y somos limpiados “de toda maldad” (1 Juan 1:9) deberíamos aceptar por fe que ya estaríamos formando los 144.000. Pero sabemos que éstos no pueden existir antes del decreto dominical, el gran zarandeo y la lluvia tardía, ya que serán los medios que empleará Dios para que ellos puedan estar preparados para vivir sin pecar desde su sellamiento hasta la segunda venida. Y sólo lo podrán lograr gracias a su completa separación física y espiritual del mundo, y el cuidado especial que brindarán los ángeles de Dios contra las asechanzas de Satanás. Así que de la “gran multitud” de creyentes, hoy nadie puede forma parte de los 144.000 sellados: “Fuera de duda esto lo sabrán dentro de poco los que sean elegidos de Dios” —asegura la pluma inspirada.[27] Por lo tanto, al referirse al pueblo remanente de hoy, “los misericordiosos ojos de Jesús vieron al pueblo remanente sin sellar”.[28] —Se entiende sin sellar en vida, pues todos los redimidos son sellados al morir, que es el fin del tiempo de gracia para los que no pertenecerán a los 144.000.
Por lo tanto, aunque los 144.000 sumarán un número literalmente mayor, no son los mismos que la “gran multitud, sino que formarán una parte especialmente elegida, por poseer y vivir con características que ningún otro grupo de santos ha poseído jamás.
Por
Leroy E. Beskow
[1] Francis D. Nichol, ed., Comentario bíblico Adventista del 7º Día (CBA),vol. 7, (Mountain View, California: Publicaciones Interamericanas, 1990), p. 989.
[2] Elena G. de White, El Conflicto de los siglos (CS), (M. V., Calif.: Pub. Inter., 1955), pp. 706-708.
[3] La Hna. White dice que todavía hay asuntos doctrinales que debemos abandonar de la teología humana (––––, Primeros escritos (PE), (M. V., Calif.: Pub. Inter., 1966). P. 243; ––––, Testimonios selectos (TS), (Buenos Aires, Casa Editora Sudamericana, 1936), p. 282).
[4] ––––, Eventos de los últimos días (EUD),(Bs. As.: ACES, 1992), p. 279.
[5] PE, p. 19.
[6] CS, p. 695; ––––, Mensajes selectos (MS),vol. 2, (M. V., Calif.: Pub. Inter., 1967), pp., 2: 300,301.
[7] Ekkehardt Mueller, “Los 144.000 y la gran multitud”, Documentos, (Internet: Biblical Research Institute).
[8] ––––, Manuscript Releases, vol. 14, pp. 57,58.
[9] MS, 2:301.
[10] Ibíd., 1:145.
[11] Manuscrito (M), 118, 1899.
[12] PE, p. 58.
[13] Carta 11, 1890, citado en CBA, vol. 7, Apoc. 13:14-17; ––––, El evangelismo (Ev),(Bs. As.: ACES, 1975), p. 174; EUD, p. 228.
[14] Ev, p. 174.
[15] EUD, p. 228.
[16] Idem.
[17] Ibíd., p. 279.
[18] CS, p. 689.
[19] PE, p. 243.
[20] ––––, Joyas de los Testimonios (JT), vol. 2, (Bs. As., ACES, 1956), pp. 373,374.
[21] MS, 1: 205.
[22] ––––, Sermons and Talks (MR), vol 1, pp. 72,73.
[23] PE, p. 19.
[24] CS,p. 707.
[25] Ibíd., p. 723.
[26] Ibíd., p. 707.
[27] MS, 1: 205.
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