viernes, 3 de julio de 2009

LA VERDADERA MISIÓN DE LA IGLESIA


I. LA MISIÓN DE LA IGLESIA
¿Cuál es la misión de la iglesia? Responder esta pregunta constituye el punto de partida para polarizar la iglesia probablemente.
Algunos responderán diciendo: “predicar el evangelio”, “evangelizar el mundo”, “preparar al pueblo de Dios para la segunda venida de Jesús”, “preservar las verdades bíblicas” y la reciente que escuché: “llevar a los que han aceptado a Cristo al cielo”.
En la actualidad, se puede observar a la mayoría de iglesias en una ardua labor por evangelizar al mundo, como la mayor de sus prioridades a nivel eclesiástico. Otro grupo significativo sin embargo, y disconforme con la posición anterior, justifica que, la razón de la iglesia es la adoración a Dios.
Se evidencia a partir de este punto que en expreso, hay dos grupos: los que creen que la misión de la iglesia es evangelizar al mundo y los que aseveran que la misión de la iglesia es adorar a Dios. Frente a estos dos puntos antagónicos se genera otra pregunta, que resulta repetida tal vez: ¿Por qué se instituyó la iglesia? Así, entramos a un terreno un tanto complicado por una sencilla razón: Ambos grupos tienen razones y/o fundamentos.

La adoración: misión de la iglesia
Robert E. Webber declara que “la obra primaria de la iglesia es adorar a Dios”.[1] Así mismo, que el culto es “la tarea primordial de la iglesia”.[2]
Merley J. Whitney menciona que la adoración en los Adventistas del Séptimo Día es el centro de su teología y es ella la razón de sus cultos cristocéntricos.[3]
En Apocalipsis el mensaje del primer ángel que tiene el evangelio eterno es: “Teman a Dios y denle gloria, porque ha llegado la hora de su juicio. Adoren al que hizo el cielo, la tierra, el mar y los manantiales” (Ap. 14:6, 7). Mostrado que la iglesia remanente debe adorar a Dios.
En realizad muchos autores creen que la razón de la iglesia es definitivamente la adoración. Los que creen en este postulado entienden que el meollo del asunto en el Gran Conflicto no es el de predicar el evangelio sino el adorar a Dios o a Satanás. “La primera tarea, entonces, de una iglesia no es el evangelismo, no son las misiones, no es la benevolencia; es la adoración”.[4] Esta idea entiende que el fin de la iglesia no es el hombre sino Dios. Es decir, que la iglesia no se ha creado para gloria del hombre sino para Dios.

La evangelización: misión de la iglesia
Mateo 28: 19,20, es probablemente el texto más utilizado para sustentar que la razón de la iglesia es: Predicar el evangelio. Elena G. de White declara: “LA IGLESIA es el medio señalado por Dios para la salvación de los hombres. Fue organizada para servir, y su misión es la de anunciar el Evangelio al mundo.”[5] Con estas citas hay razón suficiente para creer que la misión de la iglesia o el porqué de la iglesia es anunciar el evangelio.
Además, una de las creencias fundamentales expresa que la I.A.S.D es “la comunidad de los creyentes que confiesan que Jesucristo es el Señor y Salvador”,[6] esto es evangelismo.

II. ADORACIÓN Y EVANGELIZACIÓN: ¿CÓMO DEBERÍA ENTENDERSE?
Tras lo expuesto en el punto anterior, se hace necesaria una respuesta: ¿Cuál es la misión de la iglesia? Este candente debate de gran trascendencia se puede resolver si se parte desde las Escrituras, como bien aseveró Horne P. Silva, en su definición de culto. [7]
En primer lugar, polarizar ambas opiniones es simplemente ignorar la gran importancia de ambos postulados, en esencia.
El peligro que se corre al enfatizar que la razón principal de la iglesia es adorar únicamente, tristemente se corre el riesgo de hacer de esa iglesia una iglesia sin frutos, empapado de conocimientos y de teoría sin práctica. Y esto es ajeno a los casos bíblicos.
En cambio, el peligro que se corre al enfatizar que la razón principal de la iglesia es únicamente evangelizar, tristemente se corre el riesgo de hacer de esa iglesia una iglesia que opta por un estilo evangelizador de culto a la “carta”, que consiste en un patrón simple de canciones, predicaciones e invitaciones.[8]
Así, lo que se pretende es entender bien, cómo se relacionan ambos asuntos, no separándolos como polos opuestos sino uno consecuencia de otro.
Adoración y evangelización: “polos” complementarios
Sin duda, los extremos no son saludables. En primer lugar, para entender la relación entre la adoración y evangelización como misión de la iglesia, se debe empezar por el origen de ambos.

¿Cuál es primero, la adoración o evangelización?
La adoración es primera en el contexto del Gran Conflicto. Todo era perfecto en el universo y la adoración era dirigida a Dios únicamente. Los ángeles y seres inteligentes de todo el cosmos tributaban su adoración y loor al dados de la vida y creador de todo cuanto existe. Sin embargo, un día un ser “perfecto en todos sus caminos desde el día en que fuiste creado” (Ez.28: 15), que deseó la adoración que le pertenecía a Dios (Is. 14:13,14).
Si Lucifer no hubiera actuado rebeldemente queriendo a como dé lugar la adoración que le pertenecía exclusivamente a Dios, jamás se hubiera hecho necesario la evangelización, pues la evangelización es por causa del pecado.
El pecado ingresó al mundo a través de Adán y Eva al desobedecer a Dios. El plan de salvación se puso en acción y se debía anunciar siempre el evangelio, así el primer mensaje evangelístico se registra después de la caída por parte de Dios (Gn. 3:15).
El evangelismo es segundo entonces, el evangelio “buenas nuevas”, son buenas nuevas porque son de esperanza y el evangelio no es nada más y nada menos que Cristo como nuestro salvador y redentor. Así, al evangelizar estamos anunciando que existe esperanza para el mundo pecador.
Por lo tanto entender estos asuntos separados es ser incoherentes respecto al Gran Conflicto.

¿Cómo se relacionan entonces?
En primer lugar, es difícil entender que exista un adorador que no evangelice. Entonces, la misión de la iglesia es adorar a Dios, porque le rendimos culto y es esa la invitación que hace Apocalipsis 14: 6 y 7 mostrando que la iglesia evangeliza para que la gente adore a Dios. Es decir vienen a la iglesia a Adorar a Dios como se merece y ellos a la vez, después evangelizarán para el mismo fin.
Isaías ilustra mejor este asunto en su visión de la majestuosidad de Dios. Él reconoce a Dios y le adora, sin embargo cuando Dios hace una invitación a la evangelización, el profeta responde automáticamente diciendo “Heme aquí envíame a mí” (Is.6:8,9). Es decir, no hay adoración a Dios sin evangelismo. No se puede entender que existan adoradores de Dios sin que evangelicen al mundo. Pues si no se adora a Dios, se adora únicamente a otro dios.
De esta manera, evangelizamos para llevar a todos lo que aceptan el evangelio a adorar a Dios. Esta es la dinámica de la adoración y evangelización. No hay evangelización sin adoración y no hay adoración sin evangelización. Esto marca simplemente equilibrio e integración correcta. Separarlos es no comprender la enseñanza bíblica.[9]

III. A MANERA DE CONCLUSIÓN
La adoración no excluye la evangelización, la integra y la hace más fuerte, mejor y de acuerdo con los principios bíblicos.
El debate contemporáneo respecto a misión de la iglesia se resuelve entendiendo la dinámica integradora de adoración y misión como complemento el uno del otro.
Los adoradores de Dios, que son la iglesia, están llamados a evangelizar, “enseñándoles a que guarden todas las cosas que yo les he enseñado” (Mt. 28:20a), estos es adoración (al hacer la voluntad de Dios estamos adorando). Los que son evangelizados entonces, adorarán a Dios y se convertirán en evangelistas, siguiendo así la cadena.
Por lo tanto, ante la pregunta ¿cuál es la misión de la iglesia? Se puede responder: Adorar a Dios, para evangelizar al mundo y evangelizar al mundo para adorar a Dios. Así el fin de la iglesia se convierte Dios y no el hombre y no se hacen cultos para agradar al hombre a fin de evangelizarlos, sino a Dios, quien se merece toda la adoración.
Este asunto es real en el Gran Conflicto, si no se entiende en este marco no se hace mucho. Estamos llamados a adorar a Dios, no a evangelizar, pero un verdadero adorador de Dios no puede no evangelizar, pues este último es un asunto de adoración, ya que la voluntad de Dios es que cada adorador suyo proclame su evangelio.
Entonces, la misión de la iglesia es la adoración.

[1]Robert E. Webber, Worship is a Verb: Eighit Principles for a Highly Participation Worship (Nashville TN.: Abbott Martyn, 1993), 7.
[2]Ibid., 18.

[3]Merle J. Whitney, “Adventist Churches”, en The Complete Library of Christian Worship. The Ministries of Christian Worship, ed. Robert E. Webber (Nashville, TN.: Star Song, 1966), 1:3

[4]Walter T. Connor, The Gospel of Redemption (Nasville, TN.: Broadman Press, 1945), 227.

[5]Elena G. de White, Los hechos de los apóstoles (Buenos Aires: ACES, 1977), 9.

[6]Asociación Ministerial de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día, Creencias fundamentales de la Iglesia Adventista del Séptimo Día (Buenos Aires: ACES, 1981), 1: 154.

[7]Horne P. Silva, “Un modelo de culto”, Ministerio Adventista (mayo-junio), 2000, 21.

[8]Daniel Oscar Plenc, El culto que agrada a Dios (Buenos Aires: ACES, 2007), 123.

[9]Plenc, 123.

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