He leído que el sábado mencionado en Génesis 2:1 al 3 no es el mismo sábado que el del cuarto Mandamiento. Por favor, explíqueme.
Responde: Dr. Ángel Manuel Rodríguez, BRI
Algunos protestantes argumentan que Génesis 2:1 al 3 no prescribe el mandamiento sabático; sencillamente describe lo que Dios hizo el séptimo día de la semana de la Creación. Argumentan que el mandamiento del sábado fue dado a los israelitas como parte del pacto, y que fue reemplazado por el nuevo pacto. Este es un intento obvio de minar la autoridad del sábado para los cristianos. En Génesis 1 y 2, entre otras cosas, Dios está modelando para los seres humanos la necesidad y la naturaleza del trabajo. La naturaleza ejemplar de su actividad divina incluye el descanso sabático. Esto puede ser fundamentado por varias razones.
1. La imagen de Dios y el sábado: El relato de la Creación describe a los seres humanos como criaturas inteligentes y únicas, creadas a la imagen de Dios (Gén. 1:27). Debían reflejar el carácter de Dios y representarlo ante el resto de la creación. La narración contiene varios conceptos importantes.
En primer lugar, el hecho de que Dios haya descansado de sus obras atribuye a Dios necesidades humanas con el fin de demostrar cómo Dios planea suplir esa necesidad. El relato de la Creación demuestra claramente la preocupación de Dios por el ser humano, que no solo necesita trabajar sino también separar un tiempo particular para gozar de la comunión con su Creador.
Segundo, es el Creador, no la criatura, quien determina el tiempo y la naturaleza de ese descanso. Los intentos humanos por establecer su propio momento de descanso son un rechazo de la naturaleza ilustrativa del descanso de Dios y debilita el significado del ser humano como creado a la imagen de Dios.
Tercero, si Dios hubiera descansado sin la compañía de los seres humanos, habría abandonado a su propia suerte a los seres humanos y al mundo que él creó; se hubiera ausentado de su creación, dejándola sin su poder sustentador. Descansó en compañía de los que había creado a su propia imagen, en una celebración gozosa del misterio de su creación. Deseaba gozar de la compañía del ser humano durante el séptimo día.
2. Dios bendijo el sábado: En el relato de la Creación, Dios describe al séptimo día como una bendición. Esto significa, como lo sugiere el uso del mismo verbo en Éxodo 20:11, que por medio del descanso sabático Dios transmite bendiciones a su pueblo. El hecho de que su bendición sea indefinida implica sus riquezas sin límites. El verbo “bendecir” expresa la idea de beneficios derramados sobre alguien o algo. Cuando Dios bendijo el sábado, lo dotó de beneficios que serían disfrutados por los que se le unieran en su placentero descanso. En la Biblia, un día no bendecido es un día privado de contenido positivo para los seres humanos (ver Jer. 20:14). La bendición pronunciada por Dios sobre el séptimo día no fue para su propio beneficio, sino para el de los que estaban junto a él, disfrutando de la comunión y el compañerismo con el Señor, dentro de la fracción de tiempo llamada séptimo día.
3. Dios declaró santo al séptimo día: La Biblia contiene rituales para la santificación de las personas, las cosas y los lugares. Pero no existe un ritual prescrito para la santificación del sábado. Únicamente la historia de la Creación nos informa que su santidad es el resultado de una declaración divina. A lo largo del Antiguo Testamento, la santidad de ese día es presupuesta. Para los escritores del Antiguo Testamento, al igual que para el pueblo de Dios, el sábado de la Creación era el mismo que el sábado del séptimo día mencionado en el Decálogo. Los seres humanos eran responsables de mantenerlo santo al obedecer el cuarto Mandamiento.
La santidad del sábado no consistía en un estado provisional que se agotara al final del día. No hubo un ritual de “des-santificación” para el séptimo día después de que fuera declarado santo. Al santificarlo, Dios lo separó permanentemente para un uso religioso particular. Dado que, de acuerdo con el relato de la Creación, Adán y Eva habían sido creados en el sexto día, experimentaron la santidad del séptimo día en presencia de Dios mismo. El sábado es lo primero que Dios santificó sobre este planeta, y ha permanecido santo desde entonces.
Todo intento de aislar el Mandamiento del sábado del descanso de Dios durante el séptimo día, con el fin de argumentar que pertenece al antiguo pacto y que los cristianos no deberían guardarlo, es sencillamente una ilusión, que trae como resultado el deterioro de la imagen de Dios en los seres humanos.
Por
Dr. Ángel Manuel Rodríguez, BRI
Fuente: Eduardo Bailón
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