martes, 30 de junio de 2009

La verdadera LIBERTAD

“Las primeras letras del himno nacional del Perú rezan: “Somos libres, seámoslo siempre…” La pregunta clave es: “¿SON LIBRES LOS PERUANOS?”. No solo en el Perú, la declaración universal de los derechos humanos de igual modo, proclaman que el hombre debe ser libre. Es un principio ético.

Pero, hay tantos jóvenes como tú Gabriel, que dicen: “soy libre, no le rindo cuentas a nadie, vivo la vida y no dejo que la vida me vida, voy a donde quiero, hago lo que quiero, bebo y como lo que quiero, fumo, estoy con las chicas que quiero, miro y pienso lo que me place, etc.”Sin embargo como Gabriel, a corto, mediano o largo plazo trágicamente entienden su desgracia: “son prisioneros”, y lo son no porque llevan grilletes, o cadenas sino porque quisieran hacer lo bueno en algún momento, y no lo hacen. Quisieran ser buenos jóvenes y no pueden, y no pueden no porque no quieren, sino que quieren pero no pueden. En otras palabras se convierten en meros esclavos.

Ahora no es común ver esclavos. Pero en la antigüedad el asunto era más que terrible.

En la Biblia Jesús un día habló de la verdadera libertad diciendo: “Y conoceréis la verdad y la verdad los hará libres” (Jn. 8:32).

“Jesús estableció un principio que aún hoy es difícil aceptar: Los seres humanos no nacen libres, llegan a serlo.”[1] Quiere decir que desde que el hombre nace, nace esclavo, porque solamente al llegar a conocer la “Verdad” se hará libre. Desde este punto surgen dos interrogantes:

La primera: ¿Esclavos de qué somos?

La segunda: ¿Esclavos de quién somos?

La Biblia se encarga de respondernos en ese mismo pasaje: “… todo el que comete pecado, es esclavo del pecado” (Jn. 8:34). Es decir que somos esclavos del pecado al cometer pecado.

Y en cuanto a la segunda cuestión, si cometemos pecado llegamos a ser esclavo de: … Juan, en su primera carta nos dice: “En cambio, el que practica pecado es del diablo, porque el diablo peca desde el principio…” (1Jn. 3:8). Es decir, al ser esclavos del pecado, somos esclavos de Satanás, el enemigo de Dios.

Por lo tanto, todo hombre es esclavo del pecado y de Satanás desde que nace. Ello explica porqué muchas veces los jóvenes (en realidad todos los seres humanos), se encuentran viviendo una vida desgraciada. Sumergidos en vicios, hábitos y sufrimientos que poco a poco los van aniquilando.

En los tiempos de Jesús, un esclavo no era una “persona”, un esclavo era una “cosa”, a los ojos de la ley. No tenía absolutamente derechos; su “amo” o “dueño”, lo podía vender, regalar, expulsar, golpear y hasta matar. Su amo le ponía nombre. Su amor era su propietario, y si llegaba a casarse, su esposa llegaba a ser esclava; de igual modo sus hijos. Es decir un esclavo no tenía derecho a nada, sólo hacía lo que el amo quería, era una herramienta viva. El esclavo no tenía tiempo para él, sino sólo para su “amo” o su señor, todo lo que hacía, todo su trabajo era monitoreado y enfocado para su amo, lo que comía, bebía era lo que el amo le daba. El esclavo no tenía tiempo para él, sólo para su amo.

El joven o ser humano que es esclavo de Satanás, jamás podrá ser feliz. Un esclavo no puede ser feliz. Dios nos creó para vivir libres, libres realmente, no esclavos, no prisioneros, pero esa libertad se alcanza, conociendo la verdad, y la verdad nos hará libres. ¿Quién es la verdad? Jesús lo dijo: “…Yo soy el camino, la verdad y la vida…” La verdad no es un concepto. La verdad es Alguien, y es: Jesús, Dios.

Entonces, se llega ser libre únicamente cuando conoces a Jesús, a Dios. No hay otro camino, no hay otra forma. El ser humano es libre cuando conoce a Jesucristo. Surge entonces otra ingénita:

¿Quién no conoce a Jesús? Casi todos los seres humanos han escuchado sobre Jesús. Lo llevan en la billetera, en el cuello, en las estampillas. ¿Quién no conoce a Jesús? Y si “todos” conocen a Jesús ¿porqué siguen viviendo como esclavos?

SIMPLE, lo conocen por teoría. Conceptualmente claro que sí. Pero de la forma real, no. Conocer a Jesús no es de palabras. Conocer a Jesús no es ir a la iglesia simplemente sino que es mucho más, es vivir, gustar de él. Es vivir como él vivió, en estrecha comunión con Dios. Conocer la verdad es conocer a Jesús.”




[1] Miguel Ángel Núñez, Libres para elegir (Lima: Fortaleza Ediciones, 2008), 95.

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