jueves, 8 de octubre de 2009

La búsqueda de inteligencia extraterrestre. Por Dr. Urias Echterhoff Takatohi

La búsqueda de inteligencia extraterres- tre (SETI) involucra una cantidad de proyectos. Todos ellos tienen el objetivo de encontrar evidencia de inteligencia extraterrestre por medio de señales de radio del espacio. El primero de estos proyectos fue dirigido en 1960 por el profesor Frank Drake, astrónomo y actual director del Instituto SETI. El proyecto Phoenix es la principal iniciativa del instituto, con un presupuesto anual de cuatro a cinco millones de dólares. Utiliza grandes radiotelescopios para recibir señales electromagnéticas de estrellas cercanas como el sol, que están a menos de 200 años luz de distancia. Además del Instituto SETI, otras instituciones de investigación que trabajan en proyectos similares incluyen: SERENDIP (Búsqueda de emisiones de radio extraterrestres de poblaciones inteligentes); SETI @Home en la Universidad de California, Berkeley; SERENDIP del Sur en Australia; Grupo SETI de Harvard; y otros.1

¿Por qué dedican los científicos tantos esfuerzos a estas actividades? Una rápida mirada a la historia del pensamiento humano nos ayudará a comprenderlo. Hasta el siglo XIX, la mayoría del mundo cristiano creía que el cosmos y todo lo que contiene era el resultado de la creación divina. Los científicos prestaban poca atención a las preguntas acerca del origen del universo y de la vida.

Sin embargo, desde el siglo XVII, los científicos descubrieron regularidades en la naturaleza que podían ser explicadas por leyes generales, a veces expresadas en una forma matemática precisa. Estas leyes naturales y teorías permitían predicciones de fenómenos y el desarrollo de tecnologías para controlar aun a la misma naturaleza. Como resultado, a mediados del siglo XIX, se desarrolló la idea que era innecesario un Dios creador para explicar los fenómenos naturales. El cosmos llegó a ser la realidad última. En esta cosmovisión, llamada naturalismo o materialismo, la búsqueda de una explicación del origen de todo, sin referencia a un Creador, era una necesidad lógica.

Esta búsqueda de los orígenes resultó en la teoría de la diversidad biológica, la que finalmente llevó a la publicación de Del origen de las especies, de Carlos Darwin, en 1859. Casi al mismo tiempo, Pasteur abordó la cuestión del origen de la vida de manera experimental, demostrando que las ideas antiguas de la generación espontánea eran defectuosas. Aun así la cosmovisión naturalista exigía que la vida apareciera por una combinación no dirigida de elementos químicos, siguiendo las leyes de la física y la química, sin la guía de una agencia creadora inteligente. Ernst Haeckel, un biólogo alemán, y Thomas H. Huxley, el partidario de Darwin, esperaban que el proceso fuera simple, ya que hasta entonces eran desconocidos los detalles de la célula viva. Pese al primer optimismo, no se ha provisto una teoría adecuada acerca del origen de la vida, aun cuando los textos de biología todavía citan la hipótesis de Oparín, el bioquímico ruso (c. 1930), y los experimentos de Stanley Miller, en la Universidad de Chicago (1952), como avances en esa dirección.

Aunque estos experimentos fallan en explicar el origen natural de la vida, la suposición naturalista o materialista requiere la creencia de que la vida apareció sin la ayuda de un Dios inteligente. Considerando la teoría citada generalmente en cuanto a la historia del universo y de la Tierra, la aparición de la vida en el planeta sucedió más bien rápidamente. (La edad del universo es de 10 a 20 mil millones de años, la corteza del planeta Tierra podría tener 4,5 mil millones de años y la vida apareció hace alrededor de 3 mil millones de años). Considerando la existencia de aproximadamente 400 mil millones de estrellas en nuestra galaxia, y alrededor de 100 mil millones de galaxias, sería razonable que muchas de estas estrellas podrían tener planetas como nuestra Tierra en la cual la vida se hubiera desarrollado como lo hizo aquí, resultando en civilizaciones tecnológicas capaces de emitir mensajes de radio. Este razonamiento basado en una cosmovisión naturalista es la motivación subyacente de los proyectos SETI.

La metodología

Varios proyectos SETI buscan señales de radio de banda angosta, con una frecuencia definida como las señales de radio o TV. Las fuentes naturales de ondas de radio del espacio generalmente producen señales de banda ancha, mientras que las emisoras de radio o TV presentan una frecuencia específica. Haciendo una analogía con las ondas sonoras, una estación de radio o TV emite una sola nota, como una flauta, mientras que las fuentes naturales de las ondas de radio producen un sonido como una catarata. Los extraterrestres inteligentes, se espera, harían transmisores de radio similares a los nuestros. También se espera que cualquier ser inteligente que quisiera transmitir ondas electromagnéticas a través del espacio usaría una frecuencia cercana a 1420 Mhz.2 Si se detecta una señal con tales características, uno debiera verificar que no es de una fuente humana, desde que nuestros dispositivos de radar, satélites de comunicación y otras clases de fuentes humanas emiten tales ondas. Si se detectara alguna vez la señal apropiada, el siguiente paso sería verificar si en ellas hay alguna información como en las ondas de radio de nuestras estaciones de radio o TV. La información sería introducida en las ondas electromagnéticas por pequeñas variaciones intencionales (modulaciones) en la frecuencia o la amplitud. Los proyectos actuales están concentrados únicamente en la búsqueda de la señal adecuada. La búsqueda de un mensaje en una señal, si se encontrara una, requerirá nuevos instrumentos. El asunto tiene que ver con la posibilidad de comprensión del mensaje. Si los extraterrestres son capaces de emitir señales de radio, ellos probablemente comprenden los principios básicos de la ciencia y de las matemáticas y usarán la ciencia y las matemáticas para desarrollar un lenguaje común.

Desde el comienzo de esta investigación llevada a cabo por Frank Drake hace 40 años, nunca se ha encontrado una señal convincente.

Éxito en la ficción

Carl Sagan, un profesor de astronomía y ciencia del espacio que falleció recientemente, de la Universidad de Cornell, y entusiasta promotor de la ciencia, escribió la novela titulada Contacto.3 La historia describe los problemas que los científicos tienen que enfrentar para obtener fondos para su investigación, y propone que se detectó una señal de radio con los atributos requeridos, proveniente de Vega, una estrella en Lira, a 26 años luz de distancia. El descubridor observa que la señal está transmitiendo una larga secuencia de números primos. Como ningún fenómeno natural conocido genera señales con una estructura tan compleja y específica como los números primos, los astrónomos en este informe ficticio se convencieron que la emisión es de una fuente inteligente.

¿Pero cómo sabemos si una señal viene o no de una causa natural o del diseño de un ser inteligente? La mejor evidencia de que algún efecto fue diseñado por una inteligencia es su complejidad especificada. 4 Para entender la complejidad especificada, considere el siguiente ejemplo: La secuencia con los dos primeros caracteres romanos, AB, es específica pero no es compleja.

Una secuencia aleatoria con 40 caracteres, tal como GIV JFJMUUDWQCNTQVTNVXYALZFHMBHULVCXRTPF, es compleja pero no específica. Sin embargo, la secuencia, BÚSQUEDA DE INTELIGENCIA EXTRATERRESTRE es ambas cosas, compleja y específica.

Se puede ver la diferencia determinando la probabilidad de obtener cada secuencia eligiendo los caracteres por azar. Desde que cada posición en la secuencia tiene 27 opciones (26 caracteres más un espacio en blanco), se alcanzará un total 729 (27 x 27) secuencias con dos caracteres. La secuencia especificada con dos caracteres es uno en 729 secuencias. Por otra parte hay 2740 (= 1.797 x 1057) diferentes secuencias con 40 caracteres. (¡El número 1.797 x 1057 es equivalente a 1.797 seguido de 54 ceros!). Este número es tan grande que difícilmente podamos entender su significado. Es más que 600 veces mayor que el número de todos los protones y neutrones del planeta Tierra sumados. Una secuencia específica tal, compuesta por 40 caracteres alfabéticos, es uno en 1.797 x 1057 secuencias. El obtener una secuencia tan específica de ese tamaño eligiendo caracteres aleatorios sería prácticamente imposible. Por experiencia sabemos que las secuencias específicas tan complejas son el resultado de un diseño inteligente. Resumiendo, la búsqueda de inteligencia extraterrestre trata de encontrar ondas de radio con características similares a las producidas por emisoras construidas por el hombre. Si se encontrara esa señal, el siguiente paso sería la búsqueda de complejidad específica en ella. En otras palabras, los científicos están buscando una transmisión extraterrestre de radio que sea reconocida inequívocamente como un producto de una mente inteligente.

Éxito no reconocido

En la última mitad del siglo XX, se han descubierto muchos detalles, antes impensables, con respecto a la estructura y función celular, a nivel molecular. Uno de esos descubrimientos es la molécula del ADN: la llave de la información, almacenaje y transferencia del material genético. Las moléculas de ADN tienen dos cadenas compuestas de cuatro constituyentes diferentes, llamados bases o nucleótidos, que representaremos como A, G, C y T. (No emplearemos la terminología biológica o bioquímica usual.) Se puede usar una cadena de símbolos para comunicar un mensaje como en un texto escrito. Uno se pregunta, ¿es posible tener un lenguaje escrito con solamente cuatro símbolos?

En realidad son necesarios solamente dos símbolos para almacenar datos escritos. Toda la codificación en las computadoras digitales está hecha con cadenas de dos símbolos, 1 y 0. El texto que tú estás leyendo fue compuesto originalmente usando una computadora tal y usa casi 100 diferentes símbolos impresos. ¿Cómo se realiza eso? Se arreglan cadenas de 1 y 0 en grupos de a ocho, como se muestra más adelante. Desde que por cada posición de los ocho tú tienes dos opciones, 256 (2x2x2x2x2x2x2x2) diferentes símbolos son codificados con cadenas de dos símbolos en grupos de ocho, como en el ejemplo que sigue.

11001010 01010010 10001011

11101101 01000101 10110111

Asimismo en el ADN, cuatro diferentes símbolos arreglados en grupos de tres pueden definir 64 (4x4x4) diferentes “caracteres”.

¿Cuántas bases hay en el ADN que codifica toda la información genética de un ser vivo? El número de bases es diferente en diferentes especies. Una simple bacteria como M. genitalium tiene 580.000 bases en su ADN. La bacteria E. coli tiene una secuencia que asciende a 4.670.000 bases. La mosca de la fruta Drosophila tiene casi 165.000.000 de bases. Los seres humanos tienen secuencias de ADN con un total de casi tres mil millones de bases. 5 El número de diferentes secuencias que pueden ser creadas con 580.000 bases es un número enorme que es difícil de entender. Se escribiría como 4580.000 = 6,2 x 10349.194. Para escribir este número como una secuencia de numeración arábiga se necesitarían 349.195 dígitos. Tomando en cuenta que un grupo de tres bases representa un carácter en el alfabeto biológico con sus 64 posibles símbolos, la información genética de M. Genitalium es equivalente a un texto con 193.000 caracteres. El artículo que estás leyendo en este momento tiene un poco más de 11.000 caracteres. La información genética de un ser humano, con tres mil millones de bases, podría convertirse en un texto con mil millones de caracteres, lo cual es equivalente a casi 100.000 textos como éste. Aún tomando en cuenta únicamente alrededor del cinco por ciento de los tres mil millones de bases que se sabe que codifican proteínas, la cantidad de información es asombrosa. ¿Qué es lo que está “escrito” en estos “textos” de información genética en los seres vivos? Sabemos que incluye todas las instrucciones necesarias para el funcionamiento de un ser vivo, aún cuando no entendamos completamente su compleja “maquinaria” bioquímica.

¿De dónde viene toda esta información?

Considera este ensayo que estás leyendo. Fue producido por una inteligencia —en este caso, un ser humano —. Nadie puede decir que algún aparato automático eligió los caracteres por azar para componer este texto, o que hay algún mecanismo natural que puede poner las letras en sus lugares correctos. El texto es complejo y suficientemente específico como para hacer irrazonable el suponer que apareció por casualidad o por una causa natural no dirigida. Si esto sucede con un simple ensayo como éste, cuánto más con la información genética, la que es mucho más compleja y específica que este texto, y que por lo tanto únicamente puede ser atribuida a una fuente inteligente. Si esta agencia inteligente no puede ser hallada en la tierra, tiene que ser una inteligencia extraterrestre. Desde mediados del siglo XX, la biología y la bioquímica en su investigación acerca de la base molecular de la vida, han encontrado clara evidencia de la existencia de inteligencia extraterrestre. No obstante, el pensamiento naturalista está tan arraigado en nuestra cultura que no se celebra este logro en la comunidad científica. Uno no necesita todo este conocimiento para llegar a esta conclusión. Hace mucho tiempo, antes del comienzo de la ciencia moderna, David escribió acerca de Dios el Creador: “Porque tú formaste mis entrañas; tú me hiciste en el vientre de mi madre. Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; estoy maravillado, y mi alma lo sabe muy bien” (Salmo 139:13, 14).

Urias Echterhoff Takatohi (Doctorado en física, Universidad de San Pablo) enseña ciencias en el Centro Universitario Adventista de San Pablo, Brasil. E-mail: UriasT.Acad.IAE@iae-sp.br

Notas y referencias:

1. Ver Instituto SETI, disponible en http:// www.seti-inst.edu/Welcome.html; ¿Qué es SETI? Disponible en http:// seti.uws.edu.au/main/what.htm; SETI FAQ, disponible en http:// www.space.com/searchforlife/ seti_faq.html: Harvard SETI Group, disponible en http://mc.harvard.edu/seti/ setihist.html

2. F. Drake, Contemporary Radio Searches for Extraterrestrial Intelligence. Disponible en http//www.seti-inst.edu/science/ contemporary_radio.html

3. C. Sagan, Contact: A novel (New York: Simon and Schuster, 1985). Mass Market Paperback, 1997).

4. La expresión “complejidad específica” fue introducida por William A. Dembski en The Design Inference (Cambridge University Press, 1998).

5. Ver: Functional and Comparative Genomics Fact Sheet, disponible en http:/ /www.ornl.gov/hgmis/faq/compgen.html

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