jueves, 8 de octubre de 2009

El diluvio: ¿Una catástrofe solamente local? Por Dr. William H. Shea

Un examen de las evidencias arqueológicas, lingüísticas y de las tradiciones literarias demuestra que una inundación local fluvial de la Mesopotamia no puede ser una explicación adecuada del diluvio bíblico.

Los creacionistas y los evolucionistas están en desacuerdo con respecto al diluvio. Los creacionistas argumentan que la Biblia es un documento de inspiración divina y que el relato del diluvio es un evento histórico real, de naturaleza universal. Por otro lado, los evolucionistas han respondido a la narración bíblica en diferentes maneras. Algunos lo han rechazado desde el punto de vista histórico y lo han considerado indigno de ser examinado seriamente. Otros, sin embargo, han proporcionado una explicación que no está de acuerdo con el punto de vista creacionista. Sugieren que hubo un evento histórico que proveyó la base para el relato, pero la historia fue exagerada fuera de las proporciones del evento original. Piensan que hubo en verdad una inundación local muy seria del río Tigris o del Eufrates (o de ambos), pero que la historia aumentó en proporciones tales, que para el tiempo cuando llegó a oídos de los escritores bíblicos, ésta ya había sido exagerada hasta el punto de convertirla en un diluvio universal.

La teoría de la inundación local

Esta teoría comenzó con un arqueólogo. Sir Leonard Wooley se encontraba excavando en Ur, en el sur de Iraq, a fines de la década de los años veinte, cuando en una zanja particularmente profunda sus ayudantes llegaron hasta un depósito estéril de arcilla que no mostraba ningún vestigio de civilización. Sir Wooley dio órdenes de que sus ayudantes continuaran excavando por debajo de ese nivel. Al alcanzar más profundidad, encontraron otra capa de ocupación. Parado junto a la zanja con uno de sus asistentes y su esposa, le hizo la pregunta: “¿Sabe usted qué es esto?” El asistente lo miró en forma enigmática, pero la esposa respondió prontamente: “¡Es el diluvio de Noé!”. Y así fue como nació la teoría de la inundación local de Mesopotamia como explicación del diluvio bíblico.

Después de la segunda guerra mundial, mientras Sir Max Mallowan estaba excavando en Nimrud (Cala, en la Biblia) propuso una revisión a la teoría de Wooley. El quiso asignar al diluvio bíblico un nivel diferente de inundación, depositado en los parajes de Mesopotamia. Mientras que la inundación de Wooley fue fechada aproximadamente en 3500 a. C., en las fechas de la arqueología convencional, el profesor Mallowan propuso la fecha de 2900 a. C. para el estrato que dio nacimiento a los relatos de la Mesopotamia acerca del diluvio y después al bíblico.

Nuestro propósito en este artículo no es el de evaluar o endosar estas fechas arqueológicas, sino usarlas como base de comparación. La teoría de la inundación local crea muchos problemas, los cuales pueden ser examinados desde tres perspectivas diferentes que abarcan las tradiciones arqueológicas, lingüísticas y literarias. Un examen tal determinará si el diluvio bíblico finalmente se remonta a la historia de una inundación fluvial local en Mesopotamia o a la Biblia, como un registro histórico de un diluvio universal.

La prueba arqueológica

Desde el punto de vista arqueológico, en varias ciudades, cuando se trata de encontrar el estrato correcto que tenga conexión con el diluvio bíblico, hay una considerable dificultad en encontrar el estrato correcto que tenga conexión con el diluvio bíblico. Esto se debe a que en las diferentes ciudades de Mesopotamia hay distintos niveles de inundación, mientras que en otras ciudades no hay vestigio alguno de que haya tenido lugar una inundación. Se podría decir que el cuadro de las inundaciones locales en Mesopotamia es como una colcha de retazos en la que muchos de los retazos difieren.

Considera los depósitos del período temprano que Woolley favorece para proveer una explicación para el diluvio. Estos fueron encontrados solamente en dos lugares, a saber, en Ur y en Nínive. Y se debe tener en cuenta las diferencias entre esos dos lugares. Nínive está localizada sobre el Tigris, al norte de Iraq. Ur está localizada en un canal que sale del río Eufrates, al sur de Iraq. Por lo tanto, estas dos ciudades están en lados opuestos del país y están localizadas sobre ríos diferentes. Ninguno de los otros lugares entre ellas que han sido excavados, han presentado la misma “capa de inundación”. La evidencia presentada por Woolley muestra que la inundación no cubrió ni aun toda la ciudad de Ur. Los habitantes de la región seguramente consideraron la inundación como grave, pero difícilmente fue el tipo de inundación que alcanzó proporciones universales.

Y bien, ¿qué se puede decir acerca del nivel de la inundación del período posterior, cerca de 2900 años a. C.? Aquí, por lo menos, tenemos cuatro ciudades involucradas, a saber Kish, Shurupak, Uruk (la Erec bíblica), y Lagash. Kish es la ciudad situada más al norte de las cuatro y está cerca de Babilonia. Shurupak estaba localizada en un canal, en el centro del sur de Mesopotamia. Es famosa en la tradición literaria por ser la ciudad de la cual partió navegando Atra-hasis, el héroe de la inundación. Uruk está situada en el mismo canal que Shurupak, pero se halla un poco más hacia el sur. Lagash está localizada en un canal más hacia el oriente, al sur de Mesopotamia. El suelo estéril de Lagash probablemente no se debe a una inundación de un río local o de un canal, sino más bien a los cimientos de uno de los templos de Lagash, de acuerdo con Andre Parrot, quien, excavó a Telloh entre 1930 y 1931.

Las excavaciones en Kish mostraron cuatro niveles diferentes de arcilla, los cuales se extienden a lo largo de un período de aproximadamente cuatro siglos, según los excavadores. Las fechas más tempranas se ubican hacia 3300 a. C., y las más tardías hacia 2900 a. C. El último nivel, o el más alto, fue de 30.5 cm (aproximadamente un pie) de espesor. Consecuentemente, la pregunta a contestar es: ¿Cuál de estos cuatro niveles locales de inundación debe escogerse como base para crear una leyenda de un diluvio para el texto bíblico? Ninguno de ellos parece tener significado y los niveles múltiples disipan el entusiasmo necesario para identificar a cualquiera de ellos con la historia bíblica.

Los otros dos lugares parecen ser opciones mejores. Shurupak, la moderna Tell Fara, fue excavada por Eric Schmidt. En sus excavaciones entre 1930 y 1931, Schmidt encontró un depósito de aluvión de 61 cm, (aproximadamente dos pies) de espesor que data de los comienzos del tercer milenio antes de Cristo. Uruk estaba situada en el mismo canal pero a una distancia más considerable, hacia el sur. Julius Jordan encontró en sus excavaciones de 1929 en este sitio un estrato estéril de 152 cm (aproximadamente cinco pies) de espesor. Así que de las cuatro localidades que se relacionan con este período, una tenía depósitos de niveles múltiples que son el resultado de una inundación local, otra no tenía depósito alguno de inundación y dos tenían solamente un nivel de depósito. Esto concuerda más o menos con las dos localidades del período temprano, que también tenían depósitos. De esta manera se cancelan por igual una a la otra, es decir, la inundación temprana y la tardía. Las inundaciones han continuado ocurriendo hasta los tiempos modernos. Hubo una inundación extensa, por ejemplo, en el centro de Iraq, en 1948.

Es interesante notar que la mayoría de estas localidades fueron excavadas más o menos al mismo tiempo, entre 1929 y 1932. Así como se dan las cosas, pareciera que la teoría de una inundación local estuvo en boga alrededor de 1930, inspirada por la sugerencia de Woolley.

Sin embargo, si se considera el modelo en su totalidad, hay muy pocas pruebas arqueológicas para una teoría tal. Los depósitos debidos a la inundación de los ríos fueron casuales, algunas veces afectando una ciudad y dejando otra en la vecindad sin consecuencia alguna. De las seis localidades estudiadas desde este punto de vista, sólo una de ellas estaba localizada en un río mayor, a saber, Nínive, sobre el Tigris. El resto de ellas estaban situadas en canales localizados en brazos de los ríos, y no en los ríos mismos. Por lo tanto, podríamos llamar probablemente a esta teoría, la teoría local del diluvio del canal de Mesopotamia.

La prueba de la lingüística

Los habitantes que vivieron en esta región durante las inundaciones provocadas por estos ríos estaban bien familiarizados con ellas, y consecuentemente las describen en formas diversas. Ellos tenían otra palabra para el gran diluvio. Esta palabra era abubu, en el idioma acadio. Este término fue reservado para el gran diluvio por el cual el héroe de la inundación trajo a su familia en un arca. El término nunca fue usado para referirse a inundaciones locales producidas por los ríos. Sin embargo, también se lo usó para describir la embestida violenta del ejército asirio bajo el comando de ciertos reyes. En estas ocasiones, el ejército asirio arrollaba a sus enemigos como el abubu. Esta analogía adquiere más sentido cuando se la compara con el gran diluvio de la tradición mesopotámica, que cuando se la compara con la inundación de una llanura producida por un río local. Era una expresión de grandeza de los reyes asirios cuando querían proclamar y comparar su fortaleza. El hebreo bíblico hace algo semejante al referirse por medio de un término especial al diluvio de Noé. La palabra mabbul es usada solamente en dos ocasiones especiales, a saber, en Génesis 6-9 y en el Salmo 29. El Salmo 29 dice: “Jehová preside en el diluvio, y se sienta Jehová como rey para siempre” (v. 10, Valera revisada, 1960). Esto significa el diluvio de Noé, y no cualquier inundación producida por un río que corre por un valle. Este es un salmo acerca de “la tormenta” del gran poder de Dios. Baal no es el dios tempestuoso, sino Jehová. Y él controla los elementos de la naturaleza para llevar a cabo sus propósitos. Y esto fue así aun cuando se produjo la mayor erupción de la naturaleza que el mundo haya visto en el pasado, el diluvio de Noé. De la misma manera en que los reyes de Asiria comparaban las fuerzas de sus ejércitos con el poder más grande jamás visto en la naturaleza, Jehová comparó su poder sobre la naturaleza con la demostración más grande de poder jamás vista antes sobre la tierra.

Podría haber una relación entre estas dos palabras, si la del semítico oriental añadió las consonantes al traspasarse al semítico occidental, o viceversa, si el término se propagó en la dirección opuesta. Esto daría cabida al término compuesto (m)abubu(l). El original etimológico de la palabra es oscuro en ambos idiomas, pero su aplicación es muy clara: en ambos idiomas designaba exclusivamente el gran diluvio y no fue usada para ninguna inundación fluvial local.

La prueba de las tradiciones literarias

Estos relatos de los diluvios tienen dos elementos principales. Uno se refiere a la extensión de la inundación en términos descriptivos, y el otro a sus resultados. En ambos casos, en ambas culturas, y en ambos idiomas, la diferencia entre el gran diluvio y las inundaciones locales era bien conocida y aceptada. El primer aspecto de ello es el tema de una terminología inclusive, como se da en el relato bíblico. La pregunta que se levanta es: ¿Cuán inclusive era ese idioma? El Dr. Gerard Hasel ha tratado este tema en su artículo titulado: “El punto de vista bíblico del alcance del diluvio” (ver la bibliografía). Como Hasel lo señala, se usa la frase: “la faz de toda la tierra”, 46 veces en Génesis 6-9. La frase: “toda carne”, 13 veces. La frase: “toda cosa viviente” es empleada en tres ocasiones, y Génesis 7:19 usa la expresión: “bajo todo el firmamento”. Todas estas frases se refieren al alcance del diluvio. Es cierto que en hebreo la palabra todo no siempre significa el cien por ciento, pero si en Génesis 6-9 está respaldada por la multiplicidad de tales expresiones, ciertamente debe significarlo. La versión del diluvio de acuerdo con el Gilgamesh dice lo mismo, a saber: “toda la humanidad ha retornado a la arcilla” (XI:133). Utnapistim, el héroe del diluvio, abrió la compuerta de su arca y buscó tierra seca. También es interesante notar que no fue la creciente de los ríos como consecuencia de la nieve que se derritió en Anatolia lo que causó el diluvio. De acuerdo con Utnapistim, fue la tempestad lo que causó la inundación: una tormenta que se avecinaba, acompañada de relámpagos en el firmamento. Cuando él estuvo listo para examinar las posibilidades de salir del arca, envió también pájaros hacia afuera, tal como lo hizo Noé. Los dos primeros pájaros, una paloma y una golondrina, regresaron al arca porque “no había lugar visible donde posarse” (XI:148, 151). Según este hecho, no hay duda alguna de cuán vasta y abarcante era la extensión de esta inundación.

En el relato descripto en la tabla del Génesis Sumerio Eridu y en la Epica de Atra-hasis, falta la parte relacionada con la tempestad. Pero las porciones de ellas que sobrevivieron nos relatan acerca de los desastrosos resultados en el panteón. Se suscitó una extraordinaria controversia entre los dioses. La mayoría de ellos lamentaron haber provocado el diluvio y destruido la humanidad. Sin embargo, Enlil, el dios identificado como el primer ministro, el cual era la suma autoridad para ordenar el diluvio, reaccionó en forma opuesta. Supo que algunos escaparon y sobrevivieron al diluvio, lo cual lo airó mucho, porque el propósito del diluvio había sido precisamente el de eliminar a toda la humanidad, y el hecho de que algunos hubieran escapado era totalmente contrario a su propósito. Y esta fue la causa de su enojo. Había sido engañado por Enki (Ea), el dios de la sabiduría, quien le había dicho al héroe del diluvio que construyera una embarcación para escapar de la inundación.

Algo del diálogo relacionado con esta dicotomía puede entreverse en la épica de Atra-hasis. La diosa de los nacimientos, que había dado forma al ser humano, se arrepintió de la decisión de causar el diluvio: “En la asamblea de los dioses, ¿cómo ordenaré junto con ellos la destrucción total?” Ella lamenta que Anu, el dios principal, haya estado de acuerdo con esta decisión, exclamando: “¿El, quien no tuvo consideración sino que causó el diluvio y encomendó a la gente a la destrucción? De nuevo ella pregunta acerca del paradero de los dioses: “¿Ellos, que no consideraron pero que produjeron el diluvio y entregaron a la gente a la destrucción? Tú has decidido sobre esta destrucción total” (Atra-hasis, pp. 95, 97, 99). Se revela la ira de Enlil cuando cuestiona: “¿A dónde escapó la vida? ¿Cómo sobrevivió el hombre a la destrucción?” (Id., p. 101). Enki tiene que confesar que él fue el “responsable de salvar la vida”.

Se transmite la misma idea en la información que Enki le dio al héroe del diluvio, Ziusudra, en el relato sumerio. Al amonestarlo para que se prepare para la llegada del diluvio dice: “La decisión de que la humanidad sea destruida, ha sido tomada; un veredicto, una orden dada por la asamblea (divina), no puede ser revocada” (Journal of Biblical Literature 100 [1981]: 523).

De todo esto nos queda claro que Enil intentó destruir a toda la humanidad por medio del diluvio. Los dioses en la asamblea votaron para apoyarlo en esto, arrepintiéndose más tarde de ello. Pero cuando algunos seres humanos escaparon, el propósito de Enlil se frustró y se airó porque él había ordenado la destrucción de toda la humanidad viviente, y solamente debido a que Enki lo engañó algunos lograron escapar.

El relato bíblico del diluvio se parece a éste pero hace una distinción moral que la versión mesopotámica no hace. Dios estaba disgustado a razón de la iniquidad de la humanidad, pero decidió rescatar a los pocos justos en el mundo por medio del uso del arca de Noé (Génesis 6:4-8). Esto no se podía lograr ni en el relato bíblico ni en el relato mesopotámico con sólo una escala de una inundación fluvial local. Se necesitó un diluvio universal para destruir a la humanidad.

¿Inundaciones en Marte?

¿Cómo pudo Marte experimentar una inundación? Es más, ¿cómo podrías explicar la presencia de sistemas de valles conectados entre sí, gigantescas marcas de cauces, paredes de cráteres erosionadas y canales gigantescos? Pareciera que ocurrió alguna vez una gran inundación en el “planeta rojo”, con ríos gigantescos de más de 100 km (60 millas) de ancho, de probablemente una profundidad mayor de 500 m (1.500 pies), con agua moviéndose a una velocidad superior a los 200 km (120 millas) por hora.1 Es posible que Marte haya tenido un océano que contenía más agua que el mar Caribe y el mar Mediterráneo juntos. Se ha calculado que las inundaciones han llenado el océano marciano en pocas semanas. ¿De dónde vino esa agua y dónde está ahora? Parece haber salido con gran fuerza, a borbollones, como “fuentes de la profundidad”, de las inmensas grietas de la superficie de Marte. La razón de por qué brotaron repentinamente y hacia dónde se fueron son preguntas que han quedado sin contestar. Pero la evidencia de la inundación está allí. Uno se puede dar una idea de la magnitud, al visitar el Scabland Canalizado al este del Estado de Washington, el cual fue formado también por una inundación catastrófica sobre un territorio volcánico.2 Tal vez alguno de los experimentos espaciales a Marte en el futuro nos revelen algunos de los misterios de los diluvios marcianos.

1. V. R. Baker, “The Spokane Flood, Controversy and the Martin, Outflow Channels”, Science 202 (1979): pp. 1249-1256.

2. V. R. Baker et al, “Ancient Oceans, Ice Sheets and the Hydrological Cycle in Mars”, Nature 352 (199): pp. 589-594.

La evidencia geológica del diluvio del Génesis

Sería de esperar que un evento tal como el diluvio relatado en el Génesis haya dejado evidencias significativas en los estratos rocosos de la tierra. Cuando se examinan esos estratos, un buen número de importantes descubrimientos sugieren una interpretación diluvial. Durante la acción de un diluvio universal, podría esperarse una rápida y extensa actividad catastrófica, cuyas evidencias estarían al descubierto. Sin embargo, tenemos que tener en cuenta que al considerar un evento pasado como el diluvio, tratamos con interpretaciones en lugar de hacer observaciones directas.

A continuación, presentaré algunas características de las rocas, lo cual denota la existencia de un diluvio universal.

1. Los sedimentos marinos en los continentes. Alrededor de la mitad de los sedimentos encontrados en los continentes actuales, son de procedencia marítima. ¿Cómo ha llegado tanto material marino a posarse en los continentes? Esperaríamos que se mantuvieran en el océano. La extensa distribución de los océanos en los continentes es ciertamente una situación diferente de la presente, pero es consistente con el concepto de un diluvio universal.

2. La abundante actividad submarina en los continentes. Se han visto evidencias de ésta en grandes y antiguos “helechos submarinos” y otros depósitos submarinos tales como la turba, encontrados sobre los continentes. La turba está formada por masas rocosas, cieno, arena y partículas de arcilla almacenados en capas submarinas. Los estudios acerca de las turbas han demostrado que se pueden almacenar inmensos depósitos de varios metros de espesor y que cubren hasta 100.000 kilómetros cuadrados en los océanos en cuestión de horas después de un terremoto. Hoy se interpreta que miles de capas de sedimentación sobre los continentes, de las cuales se pensó en una ocasión que fueron depositadas durante un largo período de tiempo en aguas poco profundas, son depósitos de turba de sedimentación rápida, como era de esperarse de un diluvio como el descripto en el Génesis.

3. Sedimentos peculiares distribuidos extensamente. Muchas capas geológicas de sedimentos terrestres peculiares cubren un área tan vasta que es difícil de creer que fueron depositadas lentamente sin la acción de ninguna condición catastrófica. Por ejemplo, en el occidente de los Estados Unidos, el conglomerado Shinarump, de un grosor aproximado de 30 metros, cubre casi 250.000 kilómetros cuadrados. La Formación Morrison, de un grosor de 100 metros y que contiene muchos residuos de dinosaurios, se extiende sobre 1.000.000 de kilómetros cuadrados, y el grupo de los bosques petrificados de Chinle cubre una superficie de 800.000 kilómetros cuadrados.

4. La carencia de erosión en la brecha de las capas sedimentarias. Frecuentemente hay brechas en la secuencia de las capas sedimentarias de la tierra. Podemos identificar estas brechas al compararlas con otra serie de capas y fósiles encontrados en otros lugares. A menudo, una capa geológica extensa, asignada a un tiempo particular por medio de la escala geológica de tiempo patrón, está por debajo de una que es considerada millones de años más joven. Las capas que serían las más antiguas, no están presentes en estos sitios en particular. Sin embargo, en estas brechas las capas más profundas presentan poca evidencia de la erosión que seguramente habría tenido lugar, si éstas hubieran existido por millones de años. De hecho, de acuerdo con las ratas típicas de erosión en el presente, las capas involucradas y muchas más, deberían haber sido eliminadas por la erosión durante este largo período de tiempo. La escasez virtual de erosión en la mayoría de estas brechas sugiere un depósito hecho rápidamente, como se esperaría en el diluvio, durante el cual había poco tiempo para que ocurriera erosión.

5. Sistemas ecológicos incompletos. En algunas capas que contienen fósiles, tales como en la piedra arenisca de Coconino en la región del Gran Cañón y la Formación de Morrison, en el oeste de los Estados Unidos, encontramos buenas evidencias de animales pero ninguna señal de residuos de plantas. Los animales requerirían de plantas para alimentarse y a pesar de ello, se encontraron unas pocas plantas en esta formación, la cual contiene gran abundancia de restos de dinosaurios. Curiosamente, no se han encontrado plantas en Coconino a pesar de los cientos de huellas de animales registradas. ¿Cómo pudieron estos animales sobrevivir millones de años, como se sugiere por los depósitos de estas formaciones geológicas, sin tener una nutrición adecuada?

La actividad clasificadora y la acción rápida que se espera de las aguas del diluvio parecen ser una explicación más plausible.

—Ariel A. Roth, Ph.D., Geoscience Research Institute

William H. Shea, (M.D., Loma Linda University; Ph.D., University of Michigan), es un director asociado del Instituto de Investigación Bíblica en la Asociación General. Su dirección es: 12501 Old Columbia Pike; Silver Spring, MD 20904-6600; EE. UU. de N.A.

Bibliografía

Con referencia a las inundaciones locales de los ríos de Mesopotamia y las evidencias geológicas que han dejado, ver Lloyd R. Bailey, Noah: The person and the story in History and Tradition (Columbia: University of South Carolina, 1989), pp. 28-37.

Con referencia a la historia de la inundación sumeria, ver Thorkild Jacobsen, “The Eridu Genesis”, Journal of Biblical Literature 100 (1981): 513-529.

Con referencia a la historia de la inundación de la antigua Babilonia, ver W.G. Lambert y A. R. Millard, Atra-hasis: The Babylonian Story of the Flood (Oxford: Clarendon, 1969).

Con referencia a la historia de la inundación neo-asiria, ver J. B. Pritchard. ed. Ancient Near Eastern Texts Relating to the Old Testament (Princeton: Princeton University, 1955), pp. 93-96.

Con referencia al lenguaje bíblico relacionado con la extensión del diluvio, ver Gerhard F. Hasel, “The Biblical View of the Extent of the Flood”, Origins 2 (1975), pp. 77-95.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...