¿Qué es la Nueva Era? ¿Cómo llegó a ser un movimiento de masas? ¿Hacia dónde se dirige? ¿Cuál debe ser la defensa cristiana?
Sabías que Bill Clinton pasó la mayor parte de sus vacaciones de Navidad de 1994 con Sephen Covey, el guru de la Nueva Era y autor de The Seven Habits of Highly Effective People?1 ¿O que la famosa adivina rusa, Yevgenia Davitashvili, es una de las consejeras más cercanas de Boris Yeltsin en el Kremlin?2
Por supuesto, esto no significa que el presidente de los Estados Unidos vaya a sostener una vibrante bola de cristal en sus manos, mirando fijamente su ojo mágico, al dirigirse la próxima vez al congreso para delinear su política exterior. Tampoco significa que Boris Yeltsin sea manipulado por fuerzas sobrenaturales ni que esté a punto de declarar la Nueva Era como la religión del Estado ruso. Sin embargo, estas cosas tienen un significado importante.
Nota la obsesión de Hollywood por la Nueva Era y la Cientología. El mundo observa con fascinación a los grandes de Hollywood y sus exitosas producciones, como Steven Spielberg, George Lucas, Nicole Kidman, Tom Cruise, Demi Moore, John Travolta, Mimi Rogers y Sharon Gless. Nadie afirma que todas sus obras sean malas o que están necesariamente orientadas por la Nueva Era, pero sus tendencias e influencias son inescapables y muy significativas.3
De la política al entretenimiento, de la economía a la gerencia, del hogar a la religión, la Nueva Era ha llegado a ser una fuerza con la que hay que contar. Algunas compañías multinacionales e importantes universidades incluyen la meditación del yoga en sus programas de entrenamiento y en sus materias optativas. Tanto predicadores como políticos encuentran aceptable el uso de la terminología común de la Nueva Era en su retórica. La astrología y la orientación psíquica no son ya sólo la atmósfera de una aldea supersticiosa y subdesarrollada; tienen oficinas en New York, Londres y París.
Todo esto no significa que haya una conspiración de la Nueva Era para apoderarse del mundo. ¡Démosle al Diablo algún crédito por su sutileza! El raramente procede de manera tan obvia.
Lo primero que debe notarse acerca de la Nueva Era es su alto contenido en tonterías. Los Siete Hábitos de Stephen Covey consisten en un uso repetitivo de palabras como sinergia, paradigma e interdependencia --a veces en la misma frase--. Por ejemplo: "Aunque uno no puede controlar los paradigmas de otros en una interacción interdependiente del proceso sinérgico en sí mismo, existe una gran sinergia dentro del círculo de influencia de uno". ¿Qué significa esto? No te preocupes por el significado; suena bien, por lo tanto tiene sentido. Aunque en verdad, no tiene ningún sentido. Así y todo, la "visión holística, integrada y centrada en principios" le ha creado a Stephen Covey una fortuna.
Podemos descartar todo esto como charlatanería, pero las preguntas planteadas son serias --para nuestra fe y nuestra vida-- y no podemos ignorarlas. ¿Qué es la Nueva Era? ¿Cómo llegó a ser un movimiento de masas hacia los finales de la década de los 80? ¿Hacia dónde se dirige la Nueva Era? ¿Cuál debe ser la defensa del cristiano? Para contestar a estas preguntas debemos indagar en sus antecedentes, trazar una línea a través de la historia reciente, examinar sus gurus y recurrir a las profecías mencionadas en aquel antiguo libro que describe los eventos del tiempo del fin.
¿Qué es la Nueva Era?
Definir la Nueva Era no es fácil. Hay tantos volúmenes sobre la Nueva Era que podrían llenar librerías enteras, hay series de televisión de la Nueva Era y películas y música influenciadas por la Nueva Era, las cuales tienen un gran número de adherentes, además de los que están dentro de la penumbra del pensamiento de la Nueva Era. Sin embargo, muchos de ellos, probablemente todos, desde 1990, han resistido pegarse la etiqueta de "Nueva Era". Hay que admitir que hay muchas caras y fases de la Nueva Era, y pocos aceptarían la definición que daré más adelante. Efectivamente, algunas caras son muy placenteras, y muchos de los así llamados de la Nueva Era están en la periferia de la participación y resistirían la idea de pensar que tiene un núcleo ocultista.
Sin embargo, se hace necesaria una definición. Aquí va...
La Nueva Era es el último sincretismo religioso que absorbe y trata de reconciliar un amplio espectro de creencias, prácticas, teorías y supersticiones y que tiene casi tantas caras como adherentes.
Nueva Era:
· Se lleva a bordo todo el equipaje de la astrología, inclusive le pide prestado su nombre.
· Es holística en muchos sentidos. Desea ver la eliminación de todos los límites en el mundo, religiosos y nacionales, y quiere reunir la mente, el espíritu y el cuerpo en el concepto del individuo como "persona completa". Tiene la tarea de radiar la medicina y varias formas de terapia y pseudopsicología. Anhela ponerse en contacto con fuerzas poderosas en el universo excluidas o condenadas por la tradición judeo-cristiana.
· Pide prestado del budismo el concepto del "dios interior". La reverencia que los de la Nueva Era muestran por la unidad del ser humano y la creación, y la manera como personalizan la naturaleza en expresiones como la "Madre Tierra" los conduce al panteísmo (Dios está en todo).
· Adopta del hinduismo la reencarnación y las técnicas de la meditación. La reencarnación elimina el pecado y el juicio, ofreciendo una serie completa de vidas para despojarse del "karma" negativo; y emplea técnicas de meditación para tornar la mente en una "posesión vacía".
· Recicla mucho del espiritismo del siglo XIX. Los de la Nueva Era mantienen el punto de vista de que los vivos "iluminados" se convierten en "canales" (médiums) para los muertos "iluminados", "maestros", o "cristos". Así, los más prominentes miembros de la Nueva Era, tienen el poder de "canalizar" algunos "maestros" o "gurus" muertos.4
La raíz histórica del movimiento que combina el hinduismo, el budismo y el ocultismo se halla en la Sociedad Teosófica de Madame Helena Blavatsky, fundada en los Estados Unidos en 1875.5 Pero es probable que la Sociedad Teosófica no haya tenido nunca más de 100.000 miembros. La Nueva Era en la actualidad cubre todo el planeta como un miasma descompuesto, alcanzando a millones de sus seguidores.
¿Cómo llegó a ser la Nueva Era un movimiento de masas?
Durante los años de la guerra de Vietnam, la generación de los 60 llegó a ser pacifista y rechazaba las tradiciones y la moda de la gente establecida. Fue conocida como beatniks, hippies y "niños de las flores". Los pregoneros de esta generación fueron los Beatles. Hacia fines de la década, la letra de sus primeras canciones, de diferentes grados de estupidez, dieron lugar a mensajes esotéricos. Comenzaron a pasar los veranos para meditar en los ashrams (lugares secluidos) a los pies de los gurus de la India. Al tiempo que conquistaban uno a uno los países occidentales, George Harrison y John Lennon introducían la sabiduría esotérica del Este en las líricas de su millonaria venta de discos.
Súbitamente el vocabulario del hinduismo y del budismo se pusieron "de moda": la reencarnación, la meditación, el yoga, la meditación trascendental (MT) y todo lo demás.
A principios de la década del 70, los gurus hindúes comenzaron a volar con pasajes de ida solamente hacia el Oeste, hacia los Estados Unidos. En todas las naciones occidentales la pieza musical "Hair" se convirtió en un hit espectacular. Todo el mundo cantaba: "Es el amanecer de la era de Acuario..." -- sólo unos pocos entendían lo que significaba--. La generación psicodélica de los 70 aceptó las premisas de los años 60 y edificó sobre ellas. Quienquiera fuera alguien entre las estrellas del mundo de los entretenimientos practicaba la meditación trascendental. Había yogas para todas las ocasiones: yoga mantra, yoga sidhi y yoga tantra. La astrología se convirtió en la industria de mayor crecimiento.
Y en las universidades occidentales pronto hubo más gente que creía en la reencarnación que en la resurrección.
A medida que pasaba el tiempo, llegó a ser evidente que, junto a la religión del Este y a la astrología, el núcleo del ocultismo también estaba involucrado en el nuevo movimiento.6
Hombres como el ocultista británico Benjamín Creme y el norteamericano L. Ron Hubbard no podían creer que sus viejas ideas se pusieran repentinamente de moda. Creme acuñó el término Nueva Era aproximadamente en 1977, anunciando que para la finalización del milenio la era de Piscis (cristianismo) sería reemplazada por la era de Acuario (la Nueva Era) en la cual un nuevo mesías universal presidiría sobre el nuevo orden mundial.
El radical materialismo de los años 80 --Thatcherismo, Reaganismo, Milton Friedmanismo-- convirtió a la Nueva Era en un movimiento masivo. La cultura yuppie era una dieta inadecuada para el espíritu humano. Y la gente reaccionó. Mientras que en Europa Oriental la gente se movía del comunismo hacia el cristianismo, en el Occidente una espiritualidad pagana iba ganando terreno. En efecto, la Nueva Era llegó a ser una "religión diseñada" para una generación con una deficiencia conspicua de idealismo político, con una cansada visión del cristianismo que había perdido su orientación.
¿Hacia dónde se dirige la Nueva Era?
Benjamin Creme es enfático al afirmar que el dios Maitreya está esperando en las alas para presidir sobre el nuevo orden mundial. Según Creme él será una combinación del Cristo que regresa, esperado por los cristianos; del mesías, esperado por los judíos; del Imam Mahdi, esperado por los musulmanes; del Krishna, esperado por los hindúes; y del nuevo Buda, esperado por los budistas. Los años que conducen a la "cúspide" del milenio serán decisivos...
Pero la pregunta importante para nosotros ahora es: ¿qué dice la Biblia y el espíritu de profecía acerca de este asunto?
· En su Sermón del monte de los Olivos, registrado en cada uno de los evangelios sinópticos, Jesús profetiza la venida de "falsos cristos y falsos profetas" en el tiempo del fin del siglo; como también venidos de los "aposentos" y del "desierto".
· En 2 Tesalonicenses 2:9-12 Pablo profetiza que la aparición del "Hombre de pecado" será acompañada de "toda clase de prodigios mentirosos, señales y con gran poder" y "un poder engañoso".
· Apocalipsis 13:13 indica que grandes "señales milagrosas" acompañarían las actividades de las dos bestias en la escena del tiempo del fin. La presencia "del dragón" en el triunvirato diabólico que obraría en contra del pueblo de Dios (Apocalipsis 16:13-15) indica que Satanás desempeñará un papel activo en el conflicto con el pueblo de Dios en el tiempo del fin; demonios en cierta forma, obrando directamente en el último gran conflicto.
· El capítulo 34 de El conflicto de los siglos, Elena White detalla las actividadesde los demonios. Y se añaden más aclaraciones: "Signos pavorosos de carácter sobrenatural..." La descripción culmina: "el mismo Satanás se dará por el Cristo".7
¿Podría el movimiento de la Nueva Era facilitar la participación activa de Satanás?
¿Cuál es la defensa del cristiano?
Un efecto positivo que ha tenido el movimiento de la Nueva Era sobre la iglesia cristiana, es que ha hecho que muchos evangélicos reexaminaran las doctrinas de la inmortalidad del alma y del fuego eterno. En su libro Essentials (Hodder, 1988), el dirigente evangélico John Stott se manifiesta en contra de ambas. El reconoce que la inmortalidad del alma ha creado un espacio que la Nueva Era ha llenado. El teólogo de "alta iglesia" de Cambridge, el profesor John Hick, en Death and Eternal Life (Macmillan, 1982), considera los conceptos de la inmortalidad del alma y de un infierno que arde eternamente como gemelos a una religión primitiva y a la mitología grecorromana.
Pero es el apóstol Pablo quien delinea la mejor defensa en contra de la Nueva Era. En el mundo del primer siglo, la ciudad de Efeso fue el centro del ocultismo.8 Estaba, como dijo Shakespeare, llena de "hechiceros que en la oscuridad cambian la mente". En algún momento, después de sus tres años de estadía en la ciudad, y a pesar del bombardeo de fetiches ocultistas (Hechos 19:19), Pablo todavía consideró necesario recordar a los Efesios: "No estamos luchando contra gente de carne y hueso, sino contra malignas fuerzas espirituales del cielo, las cuales tienen mando, autoridad y dominio sobre este mundo oscuro" (Efesios 6:12, 13, Dios habla hoy).
Y así es exactamente la naturaleza de la Nueva Era. Mientras que los comentaristas con el complejo de Cassandra tratan de identificar a los participantes --políticos, gurus, profesores, potentados de Hollywood-- de alguna conspiración de la Nueva Era, los verdaderos conspiradores permanecen inadvertidos. No son seres de carne y sangre. Son "entidades" amenazantes y de una inteligencia infinita. El archiconspirador es Satanás mismo. La meta final de la conspiración es la de influenciar nuestra mente por medio de la educación y los medios masivos de comunicación, para restringir nuestra libertad por medio de la intervención de políticos sin principios y de poderes político-religiosos que obran para destruir al pueblo de Dios y falsificar la segunda venida de Cristo.
Nosotros la convertimos en caricatura o ignoramos esta amenaza a riesgo de nuestra propia perdición.
David Marshall (Ph.D., University of Hull) es el jefe de redacción de Stanborough Press, Inglaterra, y autor de muchos artículos y libros, incluyendo The Devil Hides Out (Autumn House, 1991), New Age Versus the Gospel (Autumn House, 1993) y Footprints of Paul (Autumn House, 1995). Su dirección: Alma Park, Grantham, Lincolnshire: NG31 9SL England.
Notas y Referencias
1. The London Independent, Domingo, 8 de enero, 1995.
2. The London Sunday Times, 12 de febrero, 1995.
3. Ver Walter Martin: The New Age Cult (Minneapolis, Minn.: Bethany House, 1989), pp. 20-21, 58, 85; también London Sunday Express, 19 de julio de 1992, p.17.
4. Para una definición más abarcante, ver el capítulo titulado: "Designer Religion", en mi libro New Age Versus the Gospel (Autumn House, 1993).
5. La monografía erudita más reciente escrita sobre este movimiento es la de Peter Washington: Madame Blavatsky's Baboon: Theosophy and the Emergence of the Western Guru (Secker, 1993).
6. Esto está documentado en mi libro: The Devil Hides Out: New Age and the Occult: A Christian Perspective (Autumn House, 1991).
7. Elena White, El conflicto de los siglos (Mountain View, Calif.:Pacific Press Pub. Assn., 1911). p. 682.
8. Ver David Marshall, Footprints of Paul (Autumn House, 1995), pp. 59-63.
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